La presión de Conatel «genera autocensura muy fuerte. Eso hace que los contenidos no sean del todo creativos ni novedosos», afirma. «De los 21 canales nacionales activos en este momento en Venezuela, 16 son canales del Estado, con contenidos afines al gobierno»
Para escribir la historia de la televisión venezolana, la del pasado y la del presente, hay que escuchar al dramaturgo, actor y profesor universitario Martín Hahn. Aunque está inmerso en el proyecto «Vivir y convivir en Venezuela», una serie que él mismo escribe y dirige y que se transmite por Youtube, Hahn no deja de analizar lo que ocurre con la TV en el país.
Este jueves 21 de julio el docente universitario participó en el segundo seminario nacional Ininco: Conectados y Desconectados, y en ese contexto conversó con contrapunto.com.
-¿Cómo se está consumiendo televisión en Venezuela?
-La televisión abierta tiene la cualidad de que no cuesta en Venezuela. No tiene un costo, y eso es importante para las comunidades más vulnerables. Sin embargo, ellos pueden consumir televisión por suscripción, porque hay siempre un vecino, siempre alguien que tiene el servicio y lo puede compartir. Comparten los usuarios. La situación de la televisión venezolana actual tiene la desventaja de que, como cada día se deteriora más en su programación, el público migra a las plataformas. Va a llegar un momento en que la televisión venezolana, y ya está pasando, empieza a comportarse como repetidoras.
-¿Repetidoras de qué?
-Repetidoras de programas de ficción. Algunos son repetidores de noticieros. El noticiero está compuesto por noticias que manda el Estado, por ejemplo, o la perspectiva que el Estado quiere que se diga a través de los noticieros que son producción nacional pero no son independientes si nos ponemos a contemplar que las noticias tienen que cubrir lo que al Estado le interesa cubrir.
-¿La censura está matando la televisión abierta?
-De cierta manera sí, peor no tanto porque la televisión sea atacada por Conatel. Lo que es atacado por Conatel son los canales de televisión. Eso genera autocensura muy fuerte. Eso hace que los contenidos no sean del todo creativos ni novedosos, porque resulta que los que generen contenido tienen la lupa de los propios canales de televisión que no quieren pagar multas multimillonarias a raíz de otras experiencias que han tenido. Controlan mucho los contenidos. Los noticieros son los que más controlan. Los programas de magacines no, porque son de variedades y no tienen nada, a menos que hagan algún comentario «imprudente» que suele pasar. Pero las instituciones que vigilan las campañas que se puedan acusar de incitación al odio pueden pasar por alto este tipo de comentarios que ya se ve que son torpezas de los anclas de los programas.
-¿Si la gente huye de la televisión abierta está perdiendo el Estado la pelea?
-Exacto. La gente se está yendo. Pero sucede lo siguiente: cuando nos vamos a la televisión por suscripción, léase youtube, instagram o facebook, ellos tienen contenidos políticos. Hay una sección de comerciales y el Estado compra. Es muy fácil encontrar, por ejemplo, al presidente Maduro hablando sobre su matrimonio. Lo puedes ver en las plataformas, también.
-¿La gente abandona la televisión abierta porque no la ve de calidad? ¿Y se va a la otra?
-Sí.
-¿Ahora el Estado está colonizando esa también?
-También. Por ejemplo, está el caso de Simple TV, que es una muestra de cómo el Estado quiere controlar los canales y los contenidos que se difunden allí. De los 21 canales nacionales activos en este momento en Venezuela 16 son canales del Estado, con contenidos afines al gobierno. La televisión abierta también tiene un bombardeo fuerte. Como la población venezolana ya no siente que la polarización es el camino que debe seguir, no le importa consumir televisoras nacionales del Estado.
-¿Es como que no la oyera?
-Todo lo contrario. ¿Qué ha hecho la televisión nacional del gobierno? Tienen una programación de dramáticos, de programas de ficción que suplen lo que no pueden ver en televisión abierta nacional porque estos son programas actualizados, telenovelas que tienen uno o dos años de producidas, mientras que la televisión nacional te muestra una telenovela de hace 20 años. Obviamente migran a esos canales, porque pueden ver producciones coreanas, producciones japonesas, producciones turcas.
-¿Hacia dónde piensa usted que va este esquema?
-El venezolano cree, fervientemente cree que esto va a cambiar. Uno de los ejemplos es que la gente sueña con volver a ver Radio Rochela.
-¿Por qué?
-Porque era un programa de humor y crítica política. Ellos se informaban y el canal expresaba el sentir del pueblo y su opinión sobre los entes políticos que estaban actuando en ese momento en el país.
-¿VTV podría hacer Radio Rochela?
-No creo que pueda hacer Radio Rochela. VTV tiene otros programas de opinión cuyo norte no es hacer una crítica al gobierno; ellos están más enfocados a explotar la cultura popular.
-¿La gente quiere ver la crítica al gobierno en la televisión?
-Creo que hay algo de empatía. No es que quieran ver una crítica; quieren ver que en la televisión hay gente que piensa como ellos. Entonces, esa polarización que se ha desdibujado por el poco interés que tiene el público… El receptor no quiere más peleas, el receptor no quiere competencias en dos o tres tipos de telenovelas, el espectador quiere disfrutar y resolver sus problemas. Lo que ha pasado, que es muy interesante, es que los espectadores han migrado a las televisoras regionales, y sobre todo, a las comunales.
-¿Se ven allí?
-Claro, porque la comunicación es horizontal. Ellos reflejan lo que ellos sienten. Ellos hacen un noticiero sobre lo que a mí me pasó con el chino que me estafó. Que no lo ven en los canales nacionales.