El economista señala que la drástica caída del consumo y la inversión hacen imposible el crecimiento del aparato productivo y complica
Rodrigo Cabeza conoce el tema económico y de las finanzas públicas muy de cerca. Es profesor universitario, fue diputado del antiguo Congreso y de la Asamblea Nacional y en ambos formó parte de la comisión de Finanzas, desde donde propuso una reconversión monetaria que lideró luego como Ministro de Finanzas en 2008.
No niega su formación y militancia en el pensamiento de izquierda, sin embargo, se mantiene fiel a los preceptos de la “ciencia económica”.
Accede a conversar con nosotros desde la “Maracaibo marginada y sin un real…” en la que vive y desarrolla su actividad académica.
-¿Cuál es el balance que hace del 2020 en materia económica”.
-Al cierre del año 2020, el balance sobre el desenvolvimiento de la economía venezolana es desolador, y lo es, no sólo por los graves desequilibrios macroeconómicos que arrastramos desde hace siete años. También por la tragedia humana que envuelve al destrozar la calidad de vida alcanzada por los venezolanos. No existe un solo indicador de lo social, de lo humano que sea medianamente positivo. Digámoslo de una vez, la desnutrición, el hambre, la miseria, el sub consumo y la desigualdad en el acceso al trabajo, la educación y la salud arribaron a niveles jamás vistos en nuestro país en el gobierno del señor Maduro.
-¿Tiene un cálculo de la contracción de este año?
-Este será el séptimo año consecutivo de contracción de la actividad económica. La cifra puede ubicarse en 30. Se ha vuelto a desplomar el producto. De 2014 a 2020 se acumula una reducción del tamaño de nuestra economía del 74 %. Es la recesión más extendida, profunda, generalizada y devastadora en un siglo. El resultado de este desastre macroeconómico es pobreza y miseria, es sencillo, hay cada vez menos riqueza producida y, por tanto, menos que distribuir socialmente.
-¿A qué se debe el resultado?
-Está vinculado a la reducción drástica del consumo y la inversión. Esto imposibilita el crecimiento, la depresión se hizo presente y, guste o no, este círculo vicioso solo podrá romperse por el sector externo. Esta es una posibilidad que le esta negada a la autocracia que gobierna. Estos, continuaron en 2020 recurriendo al financiamiento del Estado desde el Banco Central. El crecimiento desbordado de la base monetaria superó el 700 %, respondían con emisión de dinero de la nada, originado en una computadora del BCV, al colapso de la tributación fiscal del sector privado (SENIAT) en -30 % en términos reales y, a la literal e increíble desaparición de la recaudación petrolera explicada en el deterioro operacional y financiero de PDVSA. Por la experiencia en materia presupuestaria y fiscal de mi país me atrevo a estimar que más del 75% del gasto público del gobierno central está financiado por el BCV. Esta es la distorsión mayor en materia fiscal que mantiene atizado el fuego de la hiperinflación. La relajación en los agregados monetarios es de tal magnitud que más del 80% de ellos no es explicable por la actividad agrícola, agroindustrial, industrial y comercial. Divorcio absoluto entre la economía real y la monetaria. Este tsunami de bolívares de la nada explica una depreciación del tipo de cambio superior a 2.000% y una inflación cercana a 4.000%. Es la hiperinflación sin control alguno que continúa destruyendo la inversión, el gasto público y el salario real de los trabajadores.
-¿Qué pasa con el salario?
-Se registra una nueva caída del 54 %, en términos reales. ¿Quién puede negar, con rigurosidad, que esa desproporcionada masa de dinero electrónico, convertida en demanda doméstica, al ir tras mercancías o productos escasos por la recesión, la especulación y la caída de las importaciones por el bloqueo financiero, traería una elevación sorprendente de los precios expresados en bolívares?
-¿Qué pasa con la industria petrolera?
–La crisis de la industria petrolera continuó reduciendo la oferta de combustible a la economía explicada inicialmente en la corrupta y bucanera conducción de la estatal petrolera (2013-2019) que afectó sus niveles de producción de crudo y de refinación y, posteriormente agravada por las sanciones económicas de Estados Unidos (2019-2020). Este factor que refuerza la recesión se sumó a la errática política monetaria que redujo el crédito bancario al sector privado en -30 %, en términos reales. El círculo ruinoso de la recesión se cerraba cada vez más.
-¿Y la pandemia?
-La COVID-19 vino a reforzar la caída de la economía venezolana este año, pero no la explica, esta consume su séptimo año consecutivo. América Latina en conjunto decreció 7 %, nuestra contracción fue del 30 %.