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lunes, 08 diciembre, 2025
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Neirlay Andrade: Los venezolanos estamos hoy entre dos espadas

"El pueblo venezolano está en una encrucijada entre el invasor y el represor", señala la dirigente del PCV-Dignidad. Medidas como liberación de presos políticos, aumento de salarios y pensiones y apertura política con repetición de elecciones ayudarían a aliviar la crisis, asegura / Texto, fotos y videos: Vanessa Davies

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No es «entre la espada y la pared». Es entre la espada y la espada. Así están hoy las venezolanas y los venezolanos, afirma Neirlay Andrade, integrante del buró político del comité central del Partido Comunista de Venezuela-Dignidad. Por un lado, la Administración Trump y la dirigencia política que avala sus acciones en el mar Caribe; por otro, el gobierno del mandatario Nicolás Maduro y su ejercicio del poder.

Puestos a escoger, la respuesta de Andrade es clara e inteligible: Ni uno, ni otro.

-¿En qué disyuntiva ve en este momento la crisis venezolana?

-Bueno, en este momento se ha vuelto a exacerbar la tendencia polarizante en el conflicto político en Venezuela. Tenemos a estos dos actores o bloques hegemónicos: por un lado está la cúpula del PSUV, la cúpula que hoy debemos decir cívico-militar-policial, porque así mismo ellos se enuncian, se presentan sin ruborizarse; y por el otro lado tenemos este bloque que encabeza María Corina Machado, ¿no? Han mantenido la disputa con mucha fuerza después de las elecciones de 2024, después de las presidenciales, pero hoy, bajo este escenario que nos encontramos de amenaza militar extranjera, se vuelve a reflotar esa disputa entre estos dos bloques, y bueno, en mitad de esos dos bloques está el país, ¿no? Porque efectivamente las opciones, las salidas que están ofreciendo estos dos bloques no tienen nada que decirle al país, a la crisis del país, la crisis política, la crisis social, la crisis económica que atraviesa el país. Nada se va a resolver con una intervención militar extranjera, que es la oferta que hace María Corina Machado: necesitamos una fuerza, dice ella: moral, espiritual, pero también fuerza física, y esa es su manera de avalar esta agresión contra el país, cuando ya tenemos cinco o seis ataques contra embarcaciones donde hay fallecidos. Y por otro lado tenemos el bloque que encabeza Nicolás Maduro y la gente que lo acompaña, que le ofrece al país una paz autoritaria.

-Esto de la paz autoritaria, ¿cómo sería?

-Una paz autoritaria es una paz que se afinca precisamente sobre la represión; es por ello que ahora se presentan como una fuerza policial con mucho énfasis. La represión se ha convertido en un elemento clave de gobernabilidad y se entiende, porque cuando tú pierdes la legitimidad y el respaldo popular, tratas de mantener hegemonía a través de la represión. Este autoritarismo se asienta en esa represión, se asienta en el robo de derechos políticos, civiles, sociales. Para el Partido Comunista, la administración de Maduro prácticamente ha cerrado las posibilidades de la disputa política y que las organizaciones se puedan valer de derechos que están consagrados en la Constitución. Entonces, paz autoritaria, la paz después de la guerra. Ninguna de estas salidas le sirve al país, pero es muy difícil en este escenario altamente polarizado, y de un alto nivel de confrontación, que la sociedad pueda ver una opción distinta que rompa con esa disputa entre estos dos polos. Pero por difícil que sea no quiere decir que las organizaciones políticas que no comulgamos ni con el autoritarismo ni con la intervención militar extranjera no debamos optar por construir esa salida, ¿no?

Es difícil, pero las organizaciones, repito, las organizaciones genuinamente democráticas, las organizaciones revolucionarias, populares, no podemos quedarnos atadas de brazos entre estas dos espadas o entre estas dos paredes, por decirlo de alguna manera. Las organizaciones debemos construir esa opción que rompa con esa disputa sin sentido que no le ofrece nada al país. Nicolás Maduro se ha presentado en no pocas ocasiones como el hombre de la paz. Ahora María Corina tiene el premio Nobel de la paz. Entonces, paz de armas y paz autoritaria.

-Usted caracteriza a Maduro y a María Corina Machado como dos espadas. Es decir, cualquiera de ellas va a ser mala.

-En nuestra opinión, sí, porque la hoja de ruta que están proponiendo es una hoja de ruta contraria a los intereses del país. ¿A qué venezolano le puede convenir una intervención militar extranjera, ejecuciones extrajudiciales en el Caribe, asesinatos selectivos? Por otro lado, la oferta de Nicolás Maduro es Nicolás Maduro, que ha sido una tragedia para el país: una tragedia económica, una tragedia social, una tragedia para la política en el país. Estamos entre dos opciones catastróficas.

-¿Cuál es la voluntad mayoritaria entre esas dos espadas? ¿Qué piensa?

-Nosotros decimos que Nicolás Maduro tiene mucha responsabilidad en haber llegado a este punto, porque al bloquear la vía democrática dentro del país las personas ya no ven en la institucionalidad venezolana el espacio donde se puede dirimir el conflicto político, y entonces comienzan a mirar hacia afuera. Tenemos a María Corina pidiendo «miren hacia afuera”, y tenemos a Nicolás Maduro empujándonos a mirar hacia afuera, empujando al país a mirar en otra dirección y no la de la institucionalidad. El país no confía en el Consejo Nacional Electoral, el país no confía en el Tribunal Supremo de Justicia, el país no cuenta con un defensor del pueblo que lo defienda, que defiendan sus derechos. Tenemos a dos actores que están tratando de llevar al país a un callejón sin salida, y la tarea de las fuerzas políticas, por difícil que parezca, es abrir una puertica en ese callejón sin salida.

-¿Cuál sería esa puertica? ¿Qué puertica ve?

-Para nosotros esa puerta pasa por restituir aspectos básicos que permitan volver a poner la discusión sobre la crisis en el terreno venezolano. Eso pasa por una amnistía general, lo hemos dicho en otras oportunidades. Una amnistía que bien puede ser aprobada a través de la Asamblea Nacional. Una Asamblea Nacional que está como de brazos cruzados, brazos caídos para los problemas del país. A los problemas de la cúpula la Asamblea les sirve bastante bien, ¿no? Marchan como al unísono los diputados que se dicen de oposición y los diputados que están alineados con la bancada del Partido Socialista Unido de Venezuela. Una ley de amnistía es necesaria; es imposible pensar en una salida si los actores que están proponiendo una salida política con restitución de derechos, como es el caso, por ejemplo, de Enrique Márquez, siguen encarcelados. No se puede hablar de una salida política hecha por los venezolanos y de cara a los intereses del país si Enrique Márquez todavía está detenido. No se puede hablar de una salida favorable a los venezolanos, si hay decenas de dirigentes sindicales que están arbitrariamente detenidos. No se puede hablar de una salida política si hay menores de edad todavía secuestrados prácticamente con procesos en los que se viola cualquiera de los artículos que están establecidos en la Constitución. La amnistía es uno de los pasos. Nosotros pensamos que, para restituir la dignidad de la mayoría del pueblo venezolano, se necesita un aumento general de salarios y pensiones de acuerdo con la canasta básica como mandata la Constitución. Es decir, tenemos una sociedad empobrecida, rayando en la miseria, que necesita recobrar su dignidad.

Este es un tema, insiste Andrade, “que atraviesa el país entero. Es el que ha obligado millones de compatriotas a irse del país buscando mejores condiciones de vida. Es el que tiene a los pensionados en el piso, cruzando dedos para que llegue el bono uno, el bono dos para poder subsistir”.

La restitución del salario y de las pensiones “le daría a la discusión política un piso con el cual el pueblo venezolano puede afrontar mejor el debate político, porque afrontaría mejor su situación de vida”, agrega.

Recuerda que sobre las finanzas públicas hay presión “por las medidas coercitivas unilaterales que también existen”, pero remarca que estas “han sido el caldo de cultivo para la corrupción, para el robo de bienes de la nación”.

Para Andrade, el otro paso debería darse en el plano político, con “nuevas elecciones con garantías plenas para todos los actores políticos”.

-¿Con este CNE, o con otro CNE?

-Este CNE perdió total credibilidad. Este es un CNE subordinado, por supuesto, a la cúpula en el poder. Ha habido otros momentos en los que se ha podido lograr un CNE que dé confianza al abanico de actores eh en el país. Uno de sus antiguos miembros está hoy detenido: Enrique Márquez, que fue uno de sus actores que le dio confianza al país para ir a un proceso electoral en su momento. Necesitamos un nuevo CNE, que es nombrado por una Asamblea Nacional que debe ponerse los pantalones y decirle al país que puede, desde la institucionalidad, ofrecer una ruta no violenta, una ruta política para transitar esta crisis.

Además del CNE, se necesitan “garantías plenas para todos los actores políticos: estamos hablando de que no pueden seguir intervenidos los partidos políticos”, de abrir las puertas a nuevas organizaciones, de devolver tarjetas confiscadas, de levantar las inhabilitaciones. Las inhabilitaciones “deben eliminarse como un mecanismo de castigo para poder frenar a tu adversario político», remarca.

«Esas cosas deben de dejar de ocurrir, debe restaurarse la transparencia del proceso electoral, la veeduría ciudadana, el acompañamiento ciudadano, el respeto a las auditorías, lo que establecen nuestras propias leyes. Cumplir con la Constitución y las leyes es la demanda central en estos momentos de las organizaciones políticas en el país”.

-¿Por qué Maduro aceptaría una elección que puede perder?

-Esto pone en jaque también a quienes hoy están gobernando, pero hay que decir que una salida de este tipo para la cúpula gubernamental sería en mejores condiciones que lo que hoy tenemos en el panorama. Hoy tenemos en el panorama la salida por las armas; una salida a empujones. Es que él tendría que salir, pero asì saldría en mejores condiciones. Porque quien crea que Estados Unidos está luchando contra el narcotráfico en el Caribe es un iluso, ¿no? Lo que se está ejecutando en estos momentos es una operación para lograr un cambio de régimen. Y entre una salida pactada con garantías para los actores del país, en la que podamos retomar el rumbo; y una salida a empujones, o en peores condiciones, que es la que está ofreciendo la administración de Donald Trump, indiscutiblemente que la primera parecería más favorable no solo para la cúpula, sino también para el propio país.

-¿Qué incentivos ve para que la Fuerza Armada venezolana acepte otra situación en el país?

-En lo que hemos nombrado no hay nada que atente contra los intereses de las personas que están ahorita. A los militares y a sus familias les interesa la restitución del salario; que pueda darse apertura a vías no violentas, porque una salida de confrontación armada en la que se van a sacrificar nuestros soldados, bueno, creo que es una cosa que a todas luces se quisiera evitar.

-Si regresa Edmundo González Urrutia, sale de la clandestinidad María Corina Machado, ¿eso resolvería?

-En nuestra opinión, esto tiene que ver con lo de la repetición de las elecciones, porque en las elecciones del 28 de julio el proceso no culminó. Es cierto que ellos cuentan con las actas otorgadas por el Consejo Nacional Electoral y recogidas por sus testigos, pero el proceso no culminó. Y en nuestra opinión, la polarización o la confrontación entre los dos actores que hoy están hegemonizando el escenario político no permitiría ceder en aspectos que podrían lograr que a corto plazo el país pudiera reinstitucionalizarse. Si sale María Corina, si regresa Edmundo cortando cabezas, difícilmente vamos a marchar hacia un camino de mayores garantías; más bien, entraríamos en una suerte de cacería de brujas.

-¿Pero ellos deberían estar en un proceso electoral nuevo?

-En nuestra opinión deberían ser otros los actores que se presenten a este proceso. No los negamos. Cuando decimos garantías plenas para todos los actores es porque el chavismo es un actor político, así como la fuerza nucleada en torno a María Corina Machado. No estamos diciendo “saquen a estos dos a la fuerza”. Estamos hablando de garantías para todos. Pero estos actores, por la conducta que han tenido, difícilmente van a dejar la política de polarización que ha llevado al país a este callejón sin salida. Más bien el callejón sin salida les favorece. Cuando hay garantías plenas para todos hay una disputa política genuina, amplia, plural, diversa.

-¿Qué debería hacer la administración Trump?

-En la práctica está ejecutando un guion que para nosotros es histórico: retomar control sobre espacios en lo que ellos históricamente denominan su patio trasero: América Latina. Tanto así, que mientras están ocurriendo estas agresiones en el Caribe y esta guerra de micrófonos entre una administración y otra, la de Trump y Maduro, tenemos noticias de que se aprueban licencias secretas, porque no son de conocimiento para el país, a Chevron. Recientemente vimos a la agencia Reuters que estaba anunciando que estaba ya a punto de cerrarse, o se había cerrado, una licencia para retomar el proyecto de Campo Dragón entre las aguas que limitan Venezuela y Trinidad y Tobago. Mientras tenemos la guerra de micrófono, por otro lado el capital está marchando para poder mantener sus tasas de ganancia, para mantener el control de recursos. El guión sigue ejecutándose de la misma manera, aunque los actores sean otros y haya un tono más beligerante.

-¿Ayudaría que se retiren del Caribe? ¿A cambio de qué?

-Por supuesto que todos condenamos esta agresión, pero eso no puede ser lo único que ocurre en estos momentos. No basta con que se retiren las tropas del Caribe; deben ocurrir simultáneamente aspectos, repito, de los actores que hegemonizan la disputa, que den cuenta de buscar una salida política a este conflicto. No basta solamente con la retirada.

-¿Qué debería hacer María Corina Machado, o el bloque que ella lidera?

-Primero, esta estrategia de carácter violento que están promoviendo de manera directa o indirecta debe cesar. No puede seguir siendo su salida a esta crisis la violenta, la armada. Su plan para la transición, como lo puedan llamar desde ese sector, no puede ser entregar completamente la soberanía eh del país a capital o potencias extranjeras.

-Habla de salida negociada, porque todo esto implica negociación. ¿Cómo puede presionar ese gran país que no quiere ni uno ni otro?

-Ese gran país debe participar. La negociación no puede ser un secreto del que uno cada tanto se entera por reportajes de fin de semana en un periódico extranjero. La negociación debe ser una negociación entre venezolanos y con Venezuela, de frente al país. No puede seguir siendo esto. El secretismo eleva los niveles de incertidumbre, y le cierra la posibilidad al poder de hacer propuestas. No es convocar un consejo en el que se reúnen, hacen una transmisión por televisión y el país sigue como convidado de piedra. Tampoco puede reducirse a votaciones que no ayudan en nada. Por ejemplo, habíamos escuchado que, para el estado de conmoción, había una propuesta de una votación que se iba a organizar, de consulta popular, etcétera. Eso es minimizar al ridículo un hecho tan sensible para la población como son sus derechos fundamentales. El país completo necesita conocer el contenido de ese decreto, y a partir de allí, dar un debate nacional. Lo que de plano podemos decir, aún sin leerlo, es que las garantías de derechos humanos deben estar consagradas. Entonces decimos que este diálogo debe ser entre venezolanos, de cara al país, sin secretismo, sin cartas bajo la mesa. Se necesitaría contar con un poder ciudadano que vele; que pueda verdaderamente estar, no al servicio de la cúpula gobernante y de un diálogo secreto entre las élites, sino verdaderamente como un poder que representa y defiende los intereses de la gente.

-Pareciera que el gobierno se está preparando para una guerra popular, una guerra de resistencia. Son varios planteamientos que parecieran coincidir en que si Estados Unidos entra, será una especie de Vietnam.

-Lo primero que hay que decir, de una manera muy responsable, es que una amenaza y una agresión como la que está viviendo Venezuela indiscutiblemente debe tener como respuesta un despliegue militar, un accionar militar. Debe haber una respuesta de carácter militar, y debería ser proporcional a la amenaza que se está viviendo. Ahora bien, esto tiene matices que son los que a nosotros nos llaman la atención. Si bien es cierto que una amenaza militar demanda una respuesta de preparación militar, nosotros nos hemos dado cuenta, y así lo hemos visto, de que la cúpula gubernamental está aprovechando esta amenaza para poder retomar control policial de territorios y sectores en los que tuvo revés electoral en las elecciones presidenciales.

-¿Lo correlacionaría?

-Sí. Un hecho concreto para este reordenamiento de sus fuerzas en el territorio es el llamado al alistamiento en las milicias. Es un llamado, repito, que se podría ver desde “bueno, hay una amenaza, vámonos a alistar”, pero también está siendo utilizado en el territorio como un mecanismo de seguimiento, quién se alista y quién no se alista; en los centros de trabajo hay una presión importante para hacerlo. También es peligroso este despliegue policial en concreto, no porque el militar no lo sea, pero policial en concreto, porque eso nos habla de una fuerza para reprimir. Es decir, la fuerza policial no es la que va a enfrentar la agresión militar extranjera; eso sería una fuerza militar. La fuerza policial, entonces, cumple una función interna de vigilancia, de control y de una eventual represión ante posibles brotes legítimos de protesta, de descontento, ante estas decisiones u otras que pueda adoptar la administración de Nicolás Maduro. El pueblo venezolano está en una encrucijada entre el invasor y el represor. Esa es la encrucijada en la que se encuentra el pueblo venezolano en estos momentos: entre el represor y el invasor.

-¿Qué otra vía ve para liberar a los presos?

-Hay indultos que da el presidente y que el presidente podría dar. Quizá por la personalidad de quienes están en el poder, esto podría ser visto por ellos como un retroceso y no como un gesto que permitiera abrir una salida política a la crisis. Lo que han demostrado con su práctica estos actores es que no apostarían por un recurso como el del indulto. Tenemos un caso que es bastante conmovedor, que es el de las madres en defensa de la verdad; un grupo de mujeres humildes de distintas partes del país que fueron reprimidas por grupos paramilitares a las puertas del Tribunal Supremo de Justicia, y quienes están rogando por la liberación de muchachos que en muchos casos fueron detenidos dentro de su casa, a las puertas de su casa, saliendo del trabajo, regresando de la universidad, cumpliendo labores domésticas. Son historias terribles, y perfectamente un indulto les permitiría salir de esta situación. Sería un gesto de buena voluntad.

-¿Qué piensa que pueden hacer las mujeres?

-Tratando de forzar una salida negociada o evitar la violencia. Estábamos hablando del comité de madres en defensa de la verdad, madres, abuelas, hermanas. Es un grupo liderado y conformado en su mayoría por mujeres que le dieron una cara distinta a la lucha por la liberación de los presos políticos. Tenemos ahora jóvenes de barrios que son presos de conciencia, que son presos políticos; están presos por protestar de manera pacífica. Las mujeres han tenido ya un papel importante para formar este comité y darle una cara distinta a la lucha por la libertad de los presos políticos. También está el Comité por la Libertad de los Presos Políticos, liderado en su mayoría por mujeres; es otro perfil distinto, pero también está liderado por mujeres. Son las mujeres las que han asumido la exigencia al Estado venezolano de que cumpla con sus derechos. Esa lucha ha tenido rostro de mujer, y es cierto que pueden también avanzar en procesos de organización para luchar por derechos. Hay mujeres sindicalistas que han sido detenidas. Hay mujeres que están liderando desde el ámbito sindical estos procesos de demanda por la restitución del salario y las pensiones. Hay también una deuda histórica de la representación de las mujeres en la política en Venezuela. Se quiso en algunos momentos, con reglamentos del Consejo Nacional Electoral, tratar de promover paridad y alternabilidad. En la práctica, de acuerdo con el conteo que hicimos nosotros, fue el Partido Comunista, curiosamente, el que cumplió con esa decisión, al menos en 2020. Ahorita ya no, porque no nos dejaron presentarnos, nos arrebataron la tarjeta. Lo cierto es que todavía nos falta mucho transitar para que eso se ejecute en la práctica y para que sea real.

-¿Qué piensa del Premio Nobel a Machado?

-Esta era una de sus de sus consignas de campaña: “Nicolás el hombre de la paz”. Ahora tenemos a María Corina. Mira, para nosotros no se puede pensar el Nobel de la paz, el premio Nobel de la paz otorgado a María Corina, desvinculándolo de Donald Trump. Para nosotros hay una moneda de dos caras: por una cara, Donald Trump está aplicando la fuerza; y ahora María Corina Machado, con este premio, que está apostando por esa opción. Tenemos una moneda de salida violenta con dos caras. Por un lado, Donald Trump haciendo el trabajo sucio; por el otro, la legitimación, el lavado de cara a esta salida militar, porque ahora no es María Corina Machado, es la Premio Nobel de la Paz que está apostando por una salida violenta.

-¿No podría forzarla esto a reencarar el conflicto?

-Es lo que le están reclamando distintos actores dentro y fuera del país. Adolfo Pérez Esquivel le hizo una carta pública, Gustavo Petro le recordó algunas cosas de sus vínculos o su adhesión al sionismo. Hay verdaderamente un clamor desde ciertos sectores que ojalá le permita asumir esto desde una nueva perspectiva. Tenemos todavía una agenda de violencia, pero ahora tiene el rostro del Premio Nobel de la Paz. Parece paradójico, pero no lo es, y por eso hemos pensado en las dos caras de una moneda, que es esta salida que en nada favorece al país.

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