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viernes, 05 diciembre, 2025
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Kenneth Ramírez: EEUU aplica hacia Venezuela diplomacia coercitiva con incentivos, presión e intimidación

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Una política mixta que parece llena de contradiccciones, pero que al final entrega la decisión final sobre el liderazgo del presidente Donald Trump que proyecta como un pacificador en medio de las “agendas contrapuestas” que hay dentro su equipo.

Así lo ve el internacionalista y profesor universitario Kenneth Ramírez, quien aceptó responder un cuestionario elaborado por Contrapunto.com.

– La política exterior de los Estados Unidos hacia Venezuela está diseñada o es el resultado de pugnas internas.

-En la Administración Trump I, el presidente enfrentó resistencias dentro de su propio gobierno: primero fue el llamado “anillo de generales”, luego el vicepresidente Mike Pence, el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, el secretario de Estado Mike Pompeo, llegaron a ser los “adultos en la habitación”, jugando a refrenar los instintos del mandatario. Por otra parte, la CIA y el Pentágono, los senadores republicanos como Marco Rubio, hicieron su labor de contención y modelaje de la agenda. En la Administración Trump II, el presidente ya consolidado como fenómeno político en EEUU, adueñado del Partido Republicano y con más experiencia en el ámbito internacional, es el director absoluto de su política exterior. No obstante, siempre existe espacio para las agendas contrapuestas sobre determinados temas al tener una base política amplia, para los lobbies, la lucha burocrática dentro de la administración y el rol del Congreso.

Al enfocar la mirada en Venezuela Ramírez señala que “el presidente Trump se ha encontrado con dos agendas contrapuestas. Una más propiamente surgida de su movimiento Make America Great Again (MAGA), que prioriza los intereses domésticos hacia Venezuela. Es la llamada ‘America First’, que ha priorizado los intereses concretos de Estados Unidos en Venezuela; esto es, la liberación de ciudadanos estadounidenses en Venezuela, las deportaciones de venezolanos, los negocios petroleros y la lucha contra la criminalidad. Esta agenda lleva al pragmatismo y la negociación con Maduro, al ser quien detenta el poder en Venezuela”.

“La otra es la agenda republicana tradicional volcada hacia el votante republicano de Florida, que hace énfasis en la democracia y los derechos humanos en Venezuela, que rechaza la alianza entre Maduro y la Cuba castrista, e incluso denuncia sus vinculaciones con Rusia, China, Irán y movimientos considerados terroristas como el ELN, la “Segunda Marquetalia”, Hezbollah y Hamás. Esta agenda lleva a la política de máxima presión”, sostiene presidente del Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales (COVRI).

Al continuar con su lectura del escenario geopolítico señala que a su juicio “el presidente Trump ha dejado que su enviado especial para Venezuela, Richard Grenell, y su secretario de Estado, Marco Rubio, avancen en ambas direcciones. El cuadro es una política mixta hacia Venezuela caracterizada por la diplomacia coercitiva, con incentivos, presión e intimidación, que ciertamente luce incoherente al observador, pero donde el presidente Trump se mantiene como máximo decisor para explotar las incertidumbres y ambigüedades a su favor, bien en el canal diplomático discreto Grenell-Rodríguez que ha llegado a tener asiento en Antigua & Barbuda, bien a nivel doméstico”.

“Respecto a esto último, debemos recordar que ya el ciclo político de EEUU está enfocado en las elecciones legislativas de medio término de noviembre de 2026, donde Florida es un estado clave”, advierte el internacionalista.

-¿Cuáles son los roles que cumplen hacia Venezuela Marco Rubio, Richard Grenell, Karoline Leavitt?

-Karoline Leavitt, es apenas la secretaria de Prensa, la portavoz de la Casa Blanca. No es un actor burocrático que decide sobre las políticas, sino que las comunica en un momento determinado. Esto nos deja con Grenell y Rubio. Al principio, llegó a trascender que Grenell podría ser el secretario de Estado dada su conexión de la base MAGA y cercanía con Trump. Sin embargo, el elegido fue Rubio, que dado su origen tiene interés en la agenda latinoamericana. Hoy por hoy, Marco Rubio ocupa simultáneamente la Secretaría de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional –acumulando gran poder burocrático en materia de política exterior y seguridad nacional, como lo hizo en su momento Kissinger. Además, cuenta con la presión de los congresistas de Florida sobre la Administración Trump II para hacer avanzar su enfoque sobre Venezuela, dada la importancia de estos últimos para hacer avanzar leyes clave como la ley presupuestaria Big Beautiful Bill.

Esta situación grafica lo que ha llamado “agendas contrapuestas respecto a Venezuela”, que es acompañada por una especie de “lucha burocrática entre Rubio y Grenell –quien cuenta con el favor del Presidente– dentro de la Administración Trump II”.

“No obstante, el presidente Trump es quien tiene la última palabra. No puede descartarse que el propio jefe del Estado fomente esta competencia para fortalecer su propia posición como líder y explotar las incertidumbres y ambigüedades respecto a la política hacia Venezuela tanto a nivel interno como a nivel externo. A Trump le encanta jugar al acertijo: “Nadie sabe lo que voy a hacer”, señala el profesor de la Escuela de Estudios Internacionales-UCV

-Qué explicación tiene una declaración como la de Karoline Leavitt, llamando narcotraficante a Maduro después de que la OFAC autoriza a Chevron.

-La declaración de Leavitt seguida de la operación anti-narcóticos en El Caribe –muy similar a la desplegada por la Administración I en 2020–, más allá de su propósito explícito, puede considerarse un show de fuerza como medida de presión e intimidación a Maduro; mientras que la licencia secreta a Chevron es parte de los incentivos. Todo ello tendiente a extraer concesiones, para hacer avanzar los intereses de Estados Unidos y la adopción de medidas democráticas en Venezuela. Esto nos hace pensar que en algún lugar deben estarse efectuando negociaciones, posiblemente a través del canal diplomático discreto Grenell-Rodríguez, o con la mediación de Qatar como ha ocurrido en el pasado.

Agrega que “tomando en cuenta las recientes declaraciones ofrecidas por el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Christopher Landau, quien aseguró que es el pueblo venezolano, quien en última instancia, ‘tiene que reclamar su propia libertad’. Agregando: ‘Creo que uno de los problemas que hemos visto en el mundo es que, si la gente no se gana su propia libertad, no la aprecia. No podemos ir por el mundo cambiando gobiernos a nuestro antojo”.

“Asimismo, Trump ha intentado crearse una imagen como peacemaker (pacificador) de los conflictos internacionales en su búsqueda del Premio Nobel de la Paz, por lo cual sería contradictorio que pretenda iniciar uno en Venezuela. Incluso su bombardeo quirúrgico a instalaciones nucleares de Irán con la ‘Operación Martillo de Medianoche’ que tuvo lugar el 22 de junio pasado fue justificado para poner fin a la guerra Israel-Irán que estaba en marcha y volver a la mesa de negociaciones”, indica Ramírez.

En medio del análisis señala que “se puede elucubrar que estos mensajes duros de la Administración Trump II en relación a Maduro, tratan de recuperar el apoyo dentro de la población latina de Florida, la cual ha cuestionado tanto la cancelación del Estatus de Protección Temporal (por sus siglas en inglés, TPS) a los venezolanos, como las deportaciones masivas y la aprobación de la licencia a Chevron. Esto resulta importante, como indicamos, de cara a las elecciones legislativas de medio término. El control republicano del Senado y la Cámara de Representantes es crucial para llevar a cabo las políticas domésticas del actual mandatario estadounidense”.

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-¿Cómo redibuja el tablero internacional la reunión Putin-Trump, Trump-Zelenski-Unióon Europea?

La Cumbre de Anchorage (Alaska) fue la primera entre EEUU y Rusia en cuatro años. Con la Guerra de Ucrania, las relaciones EEUU-Rusia cayeron al nivel más bajo desde la Guerra Fría. Esta estuvo centrada, según la declaración conjunta de ambos líderes, en la paz en Ucrania y la necesidad de pasar de la confrontación al diálogo en las relaciones bilaterales. Putin planteó sus condiciones para un acuerdo de paz, específicamente, la entrega de toda la región del Donbass (fundamentalmente al ejército ruso le falta por ocupar el 26% de la provincia de Donetsk), el reconocimiento de la anexión de Crimea y la aceptación del resto de la línea del frente actual en las provincias de Zaporiyia y Jersón como frontera entre ambos países. Es el llamado enfoque de paz a cambio de territorios. Además, habría insistido en la no adhesión de Ucrania a la OTAN.

Cuando voltea su análisis al encuencuetro en la Casa Blanca entre Trump, Zelenski y los líderes europeos indica que “se centró en comunicar lo discutido con Putin en Alaska, y acercar posiciones. Zelenski y los líderes europeos insistieron en la necesidad de proporcionar garantías de seguridad para Ucrania frente a eventuales agresiones de Rusia en el futuro. En este sentido, se planteó la compra de armamento de EEUU por Ucrania, que sería financiada por la Unión Europea o el despliegue de una misión de interposición europea –lo cual es rechazado por Putin, que considera mejor una coalición de países donde estaría China, a lo cual se opone Zelenski”.

“En cualquier caso, el presidente Trump afirmó que se llevaría a cabo una reunión Putin-Zelenski a la brevedad posible, la cual sería seguida de una reunión trilateral con su participación. Se trata de un proceso de paz complejo y difícil, donde las posiciones siguen alejadas, pero necesario para terminar un conflicto muy peligroso. Se ha abierto una oportunidad para la paz, pero hay mucho trabajo diplomático por delante. Esto supone un reto para Trump como peacemaker a quien le gustan las victorias diplomáticas rápidas”, indica el analista internacional.

Sin embargo señala que “aún es muy pronto para evaluar si las cumbres de Anchorage y la Casa Blanca redibujarán el tablero global. La apuesta táctica del Presidente Trump es zanjar la Guerra de Ucrania, recomponer las relaciones con Rusia y obtener méritos para el Premio Nobel de la Paz”.

“A nivel más estratégico, la apuesta de Trump buscaría la realización de una jugada ‘Kissinger a la inversa’. Esto es, separar hoy a Rusia de China, que es considerada la principal potencia rival de Estados Unidos en el marco de la transición de poder que se observa a nivel global, emulando lo que supuestamente ayer Kissinger habría separado a China de la URSS como principal potencia adversaria en la Guerra Fría”, indica Ramírez.

Sin embargo, señala que “el problema con esta línea de razonamiento es que, en 1971, Henry Kissinger no necesitó convencer a Mao Zedong para que se distanciara de Moscú, porque ya se había producido la ruptura chino-soviética en 1961. De manera que, la jugada de Kissinger fue establecer un canal de comunicación con China y acercarla a EEUU con la histórica visita de Nixon a China en 1972, no separarla de Rusia porque esto ya se había producido”.

“En conclusión, no será tan fácil deshacer la actual entente chino-rusa, sobre todo cuando Putin sabe bien que el Partido Demócrata e incluso algunas voces tradicionales republicanas han cuestionado al Presidente Trump por su política hacia Rusia”, explica el profesor universitario.

-¿Cuál es la incidencia que este encuentro puede tener sobre América Latina y Venezuela?

-Se ha especulado mucho al respecto. Pero en realidad la cumbre Putin-Trump en Anchorage (Alaska) estuvo centrada en las complejas negociaciones tendientes a un acuerdo de paz en Ucrania y la recomposición de las relaciones bilaterales. Ningún reporte menciona que se haya discutido otro tema, como la situación de Venezuela. En cualquier caso, la Rusia de Putin ha estado centrada en el último año, en lograr avances sobre el terreno en Ucrania que se traduzcan en ventajas en las negociaciones que prometió Trump durante la campaña electoral de 2024. Por ello, no acudió en ayuda cuando cayó Assad en Siria en diciembre de 2024 como lo hizo en 2015, ni tampoco proporcionó ni armas ni apoyó a Irán en la llamada Guerra de los Doce Días en junio de este año.

Finalmente señala que “más allá de respaldo diplomático, el apoyo de Putin a Maduro luce limitado en estos momentos. Evidentemente, si la Administración Trump II lo considera necesario, podría abordar la situación venezolana con la Rusia de Putin aprovechando la buena relación personal existente entre sus líderes”.

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