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viernes, 27 diciembre, 2024
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Enrique López-Loyo, candidato a rector de la UCV: Con pragmatismo debemos ir a una negociación respetuosa con el Estado

Texto, fotos y videos: Vanessa Davies

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La presencia de la Comisión Presidencial «no es una gran caja CLAP que llegó a la UCV. No es una dádiva. Es una deuda del Estado con la UCV», remarca. Sobre el ingreso de policías armados al campus universitario, afirma: «Hay que ir a hablar con el gobierno: aquí está la norma que dice que no pueden entrar oficiales de seguridad del Estado»

¿Quién no conoce a Enrique López-Loyo? A lo mejor no todo el mundo sabe que es patólogo, pero sin duda que lo recuerda como presidente de la Academia Nacional de Medicina en un momento especialmente difícil para el país: emergencia humanitaria compleja y pandemia de COVID-19.

Aunque nació en Falcón ha pasado la mayor parte de su vida en Caracas. Acaba de cumplir 57 años de edad. «Soy el candidato más joven» para dirigir la Universidad Central de Venezuela (UCV), remarca. Más que terco, se define como una persona «persistente para lograr el objetivo».

En su fórmula lo acompañan Inírida Rodríguez como vicerrectora académica; Douglas Ungredda como vicerrector administrativo y Eladio Hernández como secretario. «Unidos con la Universidad» es su lema de campaña. «Es un compromiso con la unidad y con que los cambios que vengan sean concertados con toda la comunidad universitaria y que vengan de abajo hacia arriba. Nosotros no vamos a imponer».

Su primera decisión es, en realidad, tres: censo de investigadores, comisión jurídica interna para los cambios urgentes en la estructura y revisión de los fondos que recibe la universidad. Quiere ofrecer «una propuesta disruptiva en relación con la gerencia de crisis. Tenemos todos los diagnósticos sobre lo que está pasando aquí».

-¿Es un recién llegado a la UCV?

-Recién llegado, no. Yo soy un hombre formado y captado por la UCV como profesional. El hecho de haber sido graduado de médico de una universidad no UCV no impide mi participación, por haber sido sí egresado del posgrado de anatomía patológica del Instituto de Anatomía Patológica de la UCV.

-¿Sí es ucevista?

-Claro. Yo pasé por las nubes de Calder. Tengo ese espíritu ucevista, y toda mi vida en el área docente, en el posgrado, he entregado mi capacidad de docencia desde 2003 en el Oncológico Luis Razetti, donde se llevan los posgrados de cirugía oncológica y oncología médica. También fui coordinador del posgrado de la universidad central en el Hospital Militar de Caracas durante cuatro años. Me he mantenido en la docencia universitaria en otras áreas. He sido un investigador del Instituto Nacional de HigieneRafael Rangel, jefe del departamento de patología comparada. También, como luchador social desde la Red de Sociedades Científicas Médicas, haber sido incorporado como uno de los más jóvenes miembros de la Academia Nacional de Medicina y el presidente más joven desde 1925. Además, fui el primer presidente de la Academia no graduado en la UCV. Debemos tener esa visión. He recibido ataques discriminatorios como si hubiese un ku klux klan universitario, la persecución de los judíos. Pero eso contradice el espíritu universitario. Vemos cómo las instituciones internacionales de prestigio son capaces de recibir, como el MIT, a un egresado de la Universidad de Carabobo. Eso también forma parte del cambio de la universidad: incorporar a profesionales del área privada que han sido formados en otros centros, con especializaciones, con maestrías, con doctorado, con posdoctorado, para que ingresen y se les dé un trato académico justo. Aquí está pasando que hay factores que degradan a los que estamos llegando.

López-Loyo calcula que su relación con la UCV tiene más de 20 años. «Me gradué en 1998 y ya en 1999 era coordinador docente de posgrado», y ad honorem. «Yo soy UCV y ese es mi valor fundamental, porque además comprendo la problemática de la universidad».

-Usted es patólogo. ¿Cuál es la patología universitaria?

-El patólogo hace unas disecciones. Nosotros trabajamos para definir un diagnóstico preciso y establecer una orientación clara de lo que hay que hacer. Nosotros somos el control de calidad del proceso médico. Desde nuestra visión gerencial tenemos la capacidad de ir a la búsqueda incesante de la verdad. La universidad es, por esencia, una institución para la búsqueda incesante de la verdad. Un patólogo y un médico con entrenamiento en medicina interna tiene la capacidad de ir de una vez a establecer un diagnóstico preciso y una terapia orientada a la necesidad real y basada en evidencias.

-¿Cuál es su diagnóstico? ¿Cuál es la terapia?

-Nuestro diagnóstico es un estado de pronóstico reservado. La universidad está en un pronóstico reservado. Es importante decidir sobre ese cambio, el cambio de pensamiento, de estructuras, de paradigmas. No en rectores metidos en una oficina conversando. No. Yo quiero salir de la universidad, como lo hice en la Academia Nacional de Medicina en tiempos difíciles como la pandemia, que buscamos estrategias inclusive ayudando al gobierno nacional. La universidad tampoco se puede desvincular del Estado venezolano. No podemos convertirnos en un partido político. Necesitamos trascender la diatriba política convencional. La política universitaria, llevada a la investigación, docencia, y extensión, es una cosa; pero la política partidista dentro de la universidad no tiene cabida en estos tiempos. No podemos retrotraernos a los años 60 y 70, no podemos retrotraernos a pensar que la autonomía es colocarnos un arma en el cinto y decir «tú no pasas para acá». No. La autonomía tiene que trascender. Es la capacidad de discernir.

-Eso se perdió.

-Se ha perdido y tenemos que recuperarla. Un discernimiento hacia afuera de la universidad, pero también hacia adentro. Hay un divorcio entre una estructura y otra. Las estructuras que están en escuelas y facultades no tienen comunicación, se hacen cosas exitosas que no se comunican. Nuestra área de publicaciones debe ampliarse. Tenemos un repositorio, que es Saber UCV, que debe ampliarse. Eso finalmente es lo que nos valora en una vitrina internacional en la que vemos la capacidad de nuestros investigadores de publicar. Eso tiene un valor inconmensurable para la definición de una universidad.

-Al gobierno parece que la universidad le molestara.

-Tenemos que trascender de esa programación que puede haber hecho el gobierno para aniquilarnos. Nosotros hemos trascendido 300 años a gobiernos, a guerras civiles, a todo lo que ha pasado en este país, y lo que corresponde es que sigamos bajo ese esquema de invencibilidad, venciendo las sombras, pero buscando otras capacidades.

-¿Cuáles serían esas capacidades?

-Capacidades para gerenciar una crisis que es evidente, que está identificada. Es unirnos todos bajo la voluntad de transformarnos. Llegar a esa autonomía, que es también la búsqueda de la autonomía financiera.

-¿Cómo?

-A través de estrategias. Buscar centros internacionales y organismos multilaterales. Si vemos que hay grupos internacionales de investigación en áreas específicas, vemos una universidad que va a permear las capacidades de investigación, y de allí, los recursos que puedan fluir.

-Son alianzas para captar fondos.

-Establecer esas alianzas. Pero además a lo interno que eso fluya hacia la academia, todo el componente de extensión y el personal. Se genera un círculo virtuoso en el cual los estudiantes se convierten en elemento para la investigación, los trabajadores se convierten en auxiliares de esa investigación y ello genera que pueda mejorarse el nivel de recursos que compense el trabajo. La otra estrategia fundamental para que eso fluya es cambiar las estructuras, desde el punto de vista burocrático, y de las capacidades jurídicas para que ese recurso fluya. ¿Qué pasa actualmente? El Estado no nos permite tener una cuenta en dólares como UCV, pero una de nuestras fundaciones sí lo puede hacer. Eso sí: tratar de quitarle la pintura oscura a la caja de manejo de fondos. Que sea transparente, que exista una veeduría de contraloría efectiva. Que con las transformaciones en las estructuras jurídicas los recursos fluyan a la unidad de producción que los está generando. Nos decían en Maracay que necesitaban alimentar una vaca, acababan de vender un lote, y debían esperar 365 días para darles lo que correspondía.

-¿Cómo se cambia eso?

-Con una estructura jurídica diferente.

-¿Lo puede hacer la UCV?

-Por supuesto. Esa es la autonomía. Pero debemos quitar los convencionalismos de los grupos de poder internos, que pretenden que eso es de ellos, como una hacienda particular. Tenemos que derrumbar eso y establecer porcentajes de distribución. La UCV como marca debe tener un manejo de ese recurso, pero tiene que devolverse a la unidad de producción para que se vuelva a repetir el fenómeno y se repita el círculo virtuoso.

-¿Qué habría que reformar allí?

-Revisar los esquemas de las fundaciones. Eso no lo va a hacer el rector desde arriba. Cada unidad de producción debe identificar cuáles son las trabas administrativas, dónde está la burocracia que produce un nudo. Como decreto fundamental de una autoridad desde el día uno debe establecerse una pauta para revisar los mecanismos de contraloría interna, de flujo de capitales, las asociaciones estratégicas internacionales a través de un censo de investigadores que puedan aportar cuáles serían las vinculaciones. Ir a la FAO, como organismo internacional, porque existen fondos para la investigación de la alimentación. Ir a la Unesco para actividades de formación de docentes. Ir a la Organización Mundial de la Salud y Organización Panamericana para establecer pautas de un excelente sistema de salud que debería tener Venezuela. Sueño con una UCV que pueda tener sentado a un representante en el directorio del Banco Central de Venezuela, en el directorio de Pdvsa y en cada órgano nacional, para que la universidad, como gran consultora, sigue siendo pertinente. A eso es a lo que aspiramos.

-¿Cómo se llega a eso?

-Se llega hablando directamente con el gobierno. El día uno pediría una audiencia con el Presidente de la República, que es quien maneja el poder, tiene los poderes fácticos de la nación. De allí, identificar una visión comprensiva de la universidad, cuál es su rol en el país y el rol del Estado para con la universidad. Es la pertinencia, además, de hablar con sinceridad y decirle que nosotros no somos un partido político. Nosotros no somos un enemigo de ningún gobierno, y menos, del Estado, de donde deviene nuestra formación y nuestro recurso. Nosotros debemos hablar con ellos de manera sincera para que se establezca la relación correcta y no desde la desconfianza que se ha creado. Que nos devuelvan las competencias administrativas para que nuestro pago no sea a través del sistema Patria. Esa es una situación de pérdida de la dignidad administrativa de la UCV. Y de allí en adelante todo lo que sea necesario para que nos convirtamos de nuevo en el gran consultor del Estado venezolano, de compañías nacionales y trasnacionales.

-¿La legitimidad del gobierno?

-Eso está superado. Para nosotros la legitimidad está en el uso del poder y en el que está detentando el poder público en el caso del Ejecutivo. No hay discusión. No vamos otra vez pensando en las cosas que no existen. Tenemos que ir a lo práctico y, con ese pragmatismo, ir a hablar a través de una negociación respetuosa con el Estado.

«Cuando vemos que para este año solo se aprobó 1% de lo requerido, eso significa un dólar por persona», recuerda, y suma la reducción del PIB nacional. «Eso nos obliga a ser diferentes en una política de gestión de crisis, obliga a buscar fuentes alternativas. La universidad debe trascender la crisis identificando sus propias capacidades internas, identificando las fortalezas, porque tenemos la mayor reserva de intelectualidad de Venezuela».

López-Loyo propone que los ingresos que la UCV genere se distribuyan entre la comunidad como incentivos.

Se refiere a los egresados como «el factor E», que debe incorporarse a las decisiones. La diáspora es una oportunidad, porque «la gente se está preguntando afuera dónde se formó este excelente profesional y la UCV se lleva un porcentaje grandísimo de ese esfuerzo que nos ha puesto en la vitrina internacional». Esos profesionales, considera, «son nuestra conexión real a un mundo de progreso», y con ellos se quiere establecer alianzas estratégicas. También, con los egresados que están en el país, muchos de los cuales «están dirigiendo sus propias compañías, forman parte de directorios de trasnacionales y son conexiones que necesitamos».

A los jubilados los describe «no como una carga, sino como una reserva moral e intelectual» que «tiene que rescatarse con una visión comprensiva de sus problemas». Plantea crear un fondo de contingencia para ellos. «Debemos voltear la mirada a su situación. Queremos crear el club de los jubilados, invitarlos periódicamente al campus y reavivar el sentido de pertenencia. Rescatar a nuestros grandes maestros y profesores de un mundo de depresión y de soledad. Muchos se han quedado solos, su familia se ha ido, muchos tampoco pudieron trabajar en el área privada sino que se quedaron con el sueldo de la universidad, que es miserable. Acompañarlos es fundamental».

Insiste en que es perentorio buscar alternativas para los trabajadores: «Reavivar las visitas guiadas, reavivar el deporte, reavivar la cultura para que eso genere un recurso propio». Para el área de seguridad propone formación, desarrollar tareas como el registro fotográfico de los infractores, crear un manual sobre qué hacer. «En recientes denuncias sobre probables abusos contra la mujer en el campus la víctima no hizo la denuncia, y eso diluye la investigación. Con un manual queda claro de qué manera llevar estas denuncias».

-¿Qué haría con la comisión presidencial?

-Con la comisión presidencial hay que sentarse también para establecer pautas y condiciones. Necesitamos una convivencia pacífica, basada en el respeto mutuo. Lo que está pasando no es una gran caja CLAP que llegó a la UCV. No es una dádiva. Es una deuda del Estado con la UCV. Hay que recordar que la Unesco da recursos a sus patrimonios, y debe estar allí un requerimiento a la Unesco, averiguar la procedencia y el destino final de esos capitales que debe dar. La Habana recibe 100 millones de dólares por ser ciudad patrimonial. La gran pregunta: ¿Desde cuándo se reciben los recursos? Debemos mirarlo como una deuda del Estado con la UCV.

Otro tema polémico: el ingreso de funcionarios policiales armados a la UCV. «Constitucionalmente está normado eso. Hay que ir a hablar con el gobierno: aquí está la norma que dice que no pueden entrar oficiales de seguridad del Estado. Pueden venir acompañando una ambulancia al Hospital Universitario, pero deben notificarlo. Cuando vienen escoltas de la Comisión Presidencial llevando materiales tienen que notificarlo al sistema de seguridad interna. Esto hay que normarlo. No se había definido el ingreso completo a las clases cuando llegó la comisión, y eso nos sorprendió».

-Usted habla de marca UCV.

-El uso del nombre de la universidad genera una marca registrada, una definición de una marca registrada desde el punto de vista de mercadeo. Todo lo que se negocie a nombre de una unidad productiva de la UCV debe tributar a la UCV. Pero eso tiene que estar establecido, la distribución porcentual de esos recursos internos. Lo llamo marca registrada porque está el oficio para el cual se creó esa compañía o unidad de producción. Ese recurso es el que también serviría para distribuir a las áreas donde no hay unidad de producción específica, donde se podría distribuir ese recurso mediante bonos o incentivos.

-¿Usted declinaría su opción? ¿Aceptaría otros apoyos?

-Las dos opciones están planteadas. Este mecanismo de segunda vuelta es un ejemplo para Venezuela. Grupos pueden tener una opción ganadora en perspectiva, y esto va a generar las tradicionales negociaciones dentro de la política universitaria. Estoy dispuesto a cualquier opción. Quien está en una competencia democrática debe estar preparado para perder o para ganar. Ese es un fundamento de la democracia.

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