En el mercado bajo techo los precios se expresan en bolívares, aunque el dólar oficial está presente en los locales con la tasa del BCV. En el mercado desplegado en las aceras el dólar es el gran patrón
Hay un mercado de Guaicaipuro bajo techo (el que depende del municipio y en el que los precios están marcados en bolívares), y un mercado a cielo abierto en el que la ley de la oferta y la demanda se tasa en billetes verdes.
No es que no acepten dólares bajo techo (tanto los aceptan, que en los locales se publicita la tasa oficial del día). Es que los precios se muestran en bolívares, y este jueves 1 de octubre el kilo de pimentón se ofrecía en 1,5 millones de bolívares. El pimentón se ha convertido en una suerte de commoditie en Venezuela.
El bullicio en las aceras de la avenida Andrés Bello depende de los alimentos que se ofrezcan. Los vendedores de café aclaran que se vende y no se regala. Este jueves se podía conseguir un kilo de queso, supuestamente procedente del estado Barinas, en un dólar (en comercios establecidos un kilo de queso supera los dos dólares). El dólar, el gran comodín para hacer mercado en Venezuela, permitía comprar kilo y medio de sardinas, o también tres manzanas rojas. Como es costumbre en los puestos callejeros se consigue un kilo de leche del clap en cuatro dólares, y ni así la compraban.
En este trecho el tapabocas es un babero en muchos rostros, y para el comercio ambulante el gel o el alcohol son lujos imposibles. En cambio, en la entrada del mercado dos muchachos se encargan de ponerte desinfectante en las manos, y hay una casita de goma que cumple funciones de cabina de desinfección. Si todo esto falla, siempre te queda la figura del Divino Niño a quien rogarle que te mantenga a salvo de la epidemia.
Ya adentro el susto lo causan los precios y no el coronavirus. Carne de primera en 1,6 millones de bolívares, el kilo de pernil en 1,7 millones, el de pollo en 800 mil. Más de 2 millones de bolívares el kilo de filet de pescado. Para el virus de la hiperinflación no hay mascarilla ni alcohol.
Las tiendas de ropa del nivel inferior únicamente saben de santamarías abajo. No trabajan porque solo se permite la venta de alimentos. Las rosas azules volvieron a salir y los puestos de flores las prometían en un dólar. Comercios de productos espirituales estaban activos con la esperanza como negocio. Cuando el futuro es incierto el presente se vive minuto a minuto.