El Centro de Innovación y Emprendimiento de la UCAB, con el apoyo de la Fundación BBVA Provincial, ofrece el full day «Bases para emprender», en el cual se derrumban mitos y se ofrecen herramientas
No, no suele hacerse por la ruta correcta, que es identificar un problema y buscar las oportunidades para resolverlo. Generalmente el emprendimiento comienza por el camino que no es: con una idea de la que te enamoras y que, aunque fracasa y fracasa, sigue en tu cabeza. Las profesoras del Centro de Innovación y Emprendimiento de la Universidad Católica Andrés Bello (CIE-UCAB) se encargan de derrumbar mitos y construir realidades en el full day «Bases para emprender», que ofrecen con el apoyo de la Fundación BBVA Provincial. En casi siete años han logrado impactar a más de 22 mil personas, destacó la directora del Centro, Luz Aimara Morales.
La universidad se ha involucrado tanto con el tema del emprendimiento, que para todos sus estudiantes se dicta una materia obligatoria y se ofrece una electiva, puntualizó Hirwing González, directora de formación del Centro.
En el full day del viernes 11 de abril, realizado en alianza con el Colegio Nacional de Periodistas (representado por Delvalle Canelón) y con un récord de 76 personas en sala, quedó claro que la emprendedora o el emprendedor deben conocerse a sí mismos y conocer el entorno antes de marcar la partida. Los emprendedores, subrayaron, son agentes de cambio que crean riqueza y que tienen una mirada global.

Varias lecciones para emprender
Primera lección: debes emprender desde lo que te gusta y te apasiona, pero entender que no basta solo con la pasión. Emprender o no con el hobby es una decisión personal. Fabiola Guerrero, aceleradora de negocios y emprendimientos sociales del Centro, contó su propia historia: elaboraba piñatas, que es su hobby, pero después no podía ponerles precio, ni venderlas. A veces nos enamoramos de la idea, pero eso no es suficiente, enfatizó González.
Segunda lección: hay emprendedores estructurados y emprendedores aventureros, y pareciera que lo mejor es tener un poco de ambos. El emprendedor estructurado, como lo precisaron las profesoras, se caracteriza por la planificación, las estrategias y la estandarización. El emprendedor aventurero, por el contrario, necesita experimentar y descubrir. Guerrero advirtió que el emprendedor aventurero «va a mil por hora» pero sin estructura, mientras el estructurado puede quedar paralizado por tanto análisis.
Tercera lección: el diagnóstico personal. Para ese diagnóstico hay que responder preguntas como:
-Qué me detiene: qué me hace débil, qué me limita, cuáles son mis miedos.
-Qué me impulsa: cuáles son mis habilidades, qué sé hacer, en qué soy bueno.
-Qué me hace atractivo: para qué me busca la gente, cómo me doy a conocer.
-Qué hace que la gente se aleje: por qué se alejan, cuándo se alejan, cómo me afecta.

Cuarta lección: conocer el entorno. En el CIE-UCAB utilizan la herramienta Pestal, que analiza lo político, económico, social, tecnológico, ambiental y legal.
Quinta lección: las oportunidades. Como lo detalló Guerrero, se trata de ver qué nos apasiona, cuáles son las habilidades y conocimientos, si la idea está acorde con las tendencias, cuáles son las necesidades no cubiertas que el bien o servicio podrá satisfacer y quiénes pueden ser un apoyo.
Sexta lección: tener presentes los ODS. Francis Leal, encargada de extensión social del Centro, reiteró que los clientes buscan, cada vez más, los bienes y servicios sostenibles ambientalmente y socialmente responsables. Leal insistió en el triple impacto, que abarca lo social, lo ambiental y lo económico.
«Hasta los emprendimientos sociales son sin fines de lucro pero no con fines de pérdida», aseveró Morales. Y, si bien es cierto que las personas compran personas, no es menos cierto que las personas también compran propósitos, expresó González.
Solo seis empresas venezolanas han sido certificadas por cumplir con el triple impacto: Leather Heart, Casa Franceschi, Impact Hub, Grupo Táctica, Proyectos MAF y SAN.
Séptima lección: identificar al cliente. Es decir: qué piensa y siente, qué ve, qué dice y hace, qué oye. El cliente, como lo resaltaron, no es un público general sino una persona específica con sueños y expectativas.