El economista petrolero explica el reacomodo energético al que está obligando la guerra en Ucrania
Chevron podría aprovechar la coyuntura política de la prohibición de importaciones de petróleo ruso por parte de EEUU para tomar ventaja “dado el gran atractivo que representa para el parque refinador, ubicado en los estados ribereños del Golfo de México, procesar el crudo ácido pesado venezolano, además de poder presionar a PDVSA -y dar tiempo- para el cobro de la deuda pendiente que supera los 1.700 millones de dólares”.
Así lo considera el economista petrolero Rafael Quiroz Serrano al comentar la coyuntura y el papel de Chevron y otras empresas petroleras internacionales en Venezuela en el futuro.
“Esta posibilidad pudiera significar un aumento de la producción de Chevron de unos 200.000 a 300.000 barriles diarios máximo, para finales de diciembre, y comportaría una inversión no menor a 2.500 millones de dólares, pero ello debe conllevar para la petrolera estadounidense el derecho a comerciar su producción dentro de un esquema, avalado por PDVSA, bajo el cual pueda ir cobrándose la deuda”, sentencia Quiroz.
Sin embargo, advierte el economista, esto bien ha podido realizarlo Chevron antes del 2019 cuando se iniciaron las sanciones, y se pregunta ¿por qué no lo hizo?
El impacto de la guerra en Ucrania ha abierto oportunidades y reformulado el mercado petrolero mundial.
Quiroz afirma que aparte del interés de Chevron, en las empresas mixtas (Petro-Piar), participan otras empresas socias de PDVSA que pueden también sacar provecho de esta coyuntura (hay 28 empresas transnacionales en la Faja del Orinoco -FO- y 10 en pozos de crudos convencionales), tanto para comerciar crudo que puedan verse estimuladas a reiniciar su producción, y enjugar deudas existentes y pagos de dividendos que están en tubería.
Esto puede tener luz verde de la Administración Biden, sin necesidad de suspender las sanciones, considera el economista.
Quiroz admite que en la actual coyuntura, Chevron y otras empresas pudieran lograr la modificación de su licencia para Venezuela, que solo permite labores de mantenimiento en las empresas mixtas que tienen con Pdvsa.
“Las demás empresas estadounidenses como Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes y Weatherford, no se ha dicho nada, pero igualmente van a resultar favorecidas de darse tales flexibilizaciones”, vaticina.
El economista reiteró su escepticismo acerca de las cifras de producción petrolera oficiales que ha lanzado Maduro y el ministro Tareck El Aissami:
“Rystad, la consultora nórdica, estima que la producción puede subir hasta 1,15 MMB/D en tres a seis meses, y la capacidad de producción en cabeza de pozo hasta 1,5 MMB/D, pero nunca a 2 MMB/D para finales de este diciembre, tal como irresponsablemente lo prometieron Nicolás Maduro y su ministro Tareck El-Aissami, y menos aún a 3 MMB/D para finales del año 2023. No hay duda que la ignorancia activa es audaz y atrevida”, dice Quiroz.
Otros analistas son más pesimistas, ya que estiman que sin una inversión importante de recursos el aumento de la producción no iría más allá de 300 MB/D, y seguiría dependiendo del uso de diluentes para mezclar la producción extraída en la Faja del Orinoco. Siendo así, la producción no podría sostenerse por encima de un millón de B/D.
“Reafirmamos, una vez más, nuestra ya conocida posición: Ni EEUU está interesado en que Venezuela supla los suministros petroleros que dejará de proveerle Rusia, ni nuestro país está en capacidad de aumentar la producción para cubrir ese déficit petrolero en el mercado norteamericano. Con fábulas, mitos, leyendas, engaños y mentiras se sigue escribiendo la historia del petróleo en Venezuela”, concluyó Quiroz Serrano.
La situación del mercado mundial
La enorme dependencia europea de los hidrocarburos rusos ha evitado que se tomen medidas más drásticas contra Rusia y que Europa deje una puerta abierta para seguir comprándole recursos energéticos, aunque ello signifique financiar la guerra rusa en Ucrania.
Los planes de desarrollo de muchos países europeos están basados en la energía más limpia que el petróleo, y en mucho dependían del gas ruso.
Quiroz destaca que el aldabonazo ruso dejó traslucir la incapacidad del desarrollo actual de la energía renovable, para cubrir una falta súbita de energía como la de origen fósil procedente de Rusia, mostrando, en este caso, la irrupción inesperada de los factores de orden político entre las causas no lineales que impiden el logro de una transición energética ordenada.
En ese proyecto, sin duda Rusia sería una gran perdedora, tanto en lo económico como en lo político, al verse Europa fortalecida en el uso masivo de energías renovables no sujetas a las variantes políticas, que suelen acompañar la dependencia petrolera o gasífera de países políticamente inestables y riesgosos.
Pero Quiroz advierte que la verdad al final del día es que no aparecieron los millones de paneles solares ni parques eólicos en lugares ventosos, de los cuales hemos estado oyendo en los últimos treinta años a manera de prédicas soñadoras y mitos paradigmáticos adornados en versos y cánticos elevados al arco iris.
Sin embargo, hay un esquema mundial en proyectos para dejar de depender de combustibles fósiles.
Suspensión de importaciones rusas
No obstante -dice Quiroz- lo que no es un ejercicio retórico y cargado de buenas intenciones, es la firmeza con la cual ahora los países dependientes de los recursos fósiles de Rusia, se están planteando de suspender en un lapso relativamente corto, de tres a cinco años, o menos, las importaciones de petróleo, gas natural y carbón producido por Rusia.
“Esto cambia la estructura del orden energético internacional. No se trata de que el petróleo sea fungible y que en un marco de restricción de oferta y creciente demanda, alguien terminará comprando el petróleo ruso, y los flujos comerciales se redireccionen convirtiéndose China e India en los principales compradores de Rusia, al mismo tiempo, el petróleo producido en el Medio Oriente será reconducido hacia los clientes europeos que dejen de comprarle a Rusia. Estaríamos ante una especie de rebalanceo o reacomodo del mercado de los hidrocarburos”, comenta el economista.
Y añade, explicando el tipo de situación en que ahora se encuentra el mercado:
“Esta respuesta teórica de los mercados no se ha visto, a pesar del gran descuento con el cual Rusia está ofreciendo sus crudos. Los potenciales compradores rusos de este crudo, que es muy atractivo, se están privando de hacerlo por los efectos secundarios, o autoimpuestos de evitar involucrarse y estar sujeto a sanciones más tarde. Aquí nadie quiere complicarse con sanciones, pero tampoco quieren privarse de comprar un buen crudo a precios preferenciales (descuentos), tal como hoy lo hace Venezuela”, dice.
Por otro lado, las relaciones entre China e India con los exportadores del Medio Oriente se basan en contratos de largo plazo, que persuaden a China e India de engancharse en una dependencia de un suministro sobre el cual gravitan las actuales sanciones y otras que se están preparando, concluye Quiroz Serrano.