«Nosotros comenzamos de la nada, con las uñas, a recuperar la industria, a levantarla, y lo logramos», rememora Daniel Bucko, uno de los huelguistas
Fueron los héroes que, en un contexto de conflictividad política creciente, mantuvieron las operaciones de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) cuando la mayor parte de las trabajadoras y los trabajadores se fueron al paro contra el gobierno del presidente Hugo Chávez, en diciembre de 2002. Hoy, tirados en una colchoneta en la Plaza Cubierta del Rectorado de la UCV, dicen sentirse como un desecho al que las autoridades no quieren escuchar.
Quince días después del inicio de la huelga de hambre son cuatro los jubilados que mantienen esta medida extrema, que atenta contra sus vidas, para reclamar el pago de su fondo de jubilaciones, servicio de salud y entrega de alimentos. Pedro García, dirigente de la Confederación de Jubilados y Pensionados, señala que unos seis huelguistas se han levantado de la protesta debido al deterioro de sus condiciones de salud.
«Fuimos los héroes anónimos y ahorita nos tratan como si fuésemos un desecho humano. Es dura la frase, pero así es», explica Daniel Bucko, que este martes cumplió 11 días en la protesta. «Los jubilados están muriendo sin su dinero, enfermos, de mengua, debido a la mala atención y a la falta de atención médica adecuada de acuerdo con nuestra edad y nuestras patologías».
Bucko retrocede a 2002 y relata que lo entendieron «como un paro político, que buscaba tumbar el gobierno, y nosotros no éramos políticos, ni lo somos: solo éramos trabajadores que queríamos seguir trabajando por la industria y por Venezuela».
Tenía 11 años en la industria. Trabajaba en el taller de equipos pesados ubicado en Cabimas, donde se reparan las gabarras de perforación.
En ese contexto, refiere, «hice una campaña de concienciación con mis compañeros. Pero cuando llegó al paro, se paralizaron las operaciones y hubo mucho saboteo. Nosotros comenzamos de la nada, con las uñas, a recuperar la industria, a levantarla, y lo logramos».
A sus 63 años de edad se siente como un héroe anónimo, a quien nadie le agradeció por lo que hizo. «Estuve cuatro meses sin cobrar, mientras los que estaban sumados al paro cobraban todo, porque manejaban los códigos de finanzas».
Se jubiló en 2016 con varias enfermedades y un servicio médico que ya no funcionaba. «Pdvsa nos quitó el seguro médico, el Sicoprosa, y quedamos ‘sálvense quien pueda’ porque estamos a la deriva».
-Si le tocara hacer lo mismo, ¿lo haría?
-Cómo no. Por rescatar a Venezuela y mi empresa, esa empresa de todos los venezolanos, lo haría de nuevo. Con mucho gusto. Esa vez, lo logramos.
Marlon Bermúdez tenía 11 años en Pdvsa cuando el país entró en la locura de 2002. Trabajaba en seguridad en el estado Falcón y vivió experiencias difíciles que hoy, con dos semanas en huelga de hambre, regresan a su mente y a su boca. Rememora, también, lo que le tocó hacer durante la explosión de Amuay. «Defendimos la empresa cuando hubo la explosión en Amuay, que arriesgamos nuestra vida en la empresa que estaba en llamas. Hoy somos un estorbo, un peligro, un desecho».
«Me jubilaron porque dije muchas verdades, por decir lo que estaba pasando me llamaron a jubilación con 58 años. En el año 2022», puntualiza. «Después de un año de jubilado todavía cobro 70 dólares mensuales por el fondo de pensiones, cuando todo el mundo cobra 180 dólares. No sé qué locura, qué cuenta sacan allí».
Sus cuatro hijos están muy preocupados por su salud. Temen lo peor. Bermúdez no quiere ni pensar en ellos, porque los ojos se le empañan. Cree que todavía hay oportunidad de resolver el conflicto.