El rector de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Víctor Rago, considera que la casa de estudio debe desarrollar un sistema de empresas rentables que le permitan autosustentarse, mejorar la remuneración de los trabajadores universitarios, ampliar programas formativos y atender servicios de bienestar estudiantil.
Indicó que si bien las universidades públicas cuentan con el subsidio del Estado, este apoyo «nunca será suficiente para atender las necesidades» de la institución. «Esto significa que la universidad tiene que desarrollar sus propias destrezas y pericias para producir recursos que le permitan financiar su actividad o su existencia como institución, lo que incluye los sueldos de las personas que trabajan en esta universidad».
Durante el desarrollo del evento «Pensar Venezuela: ¿Qué pasa con los hidrocarburos?», detalló que «la única manera de que eso pueda de hacerse en una escala importante, es insertando la institución a los procesos productivos. Pero como la universidad no es una empresa, ni debe convertirse en empresa, la universidad tiene que desarrollar los instrumentos que le permitan colmar el espacio que hay entre su existencia como institución, como proyecto intelectual, por un lado y la universidad como proyecto social».
«Allí es donde la creación de empresas universitarias juega un papel fundamental», expresó, al tiempo que destacó que se requiere contar con una empresa energética, petroleras y de otros rubros, ya que «los que se van a entender con los actores económicos primarios (del país) serán las empresas universitarias, no la Universidad como institución académica, sino la universidad dotada de esos instrumentos, que son las empresas rentables universitarias», precisó.
En este sentido, Rago enfatizó que instituciones como la Fundación UCV debe «poner el acento mucho menos en el alquiler de los espacios deportivos para obtener recursos, es decir, en el desenvolvimiento inmobiliario, y comenzar a ponerlo en la creación de empresas que en materia energética, que en materia agroalimentaria, etcétera, puedan servirle a la Universidad como canales para que se intervenga directamente en los procesos productivos».
Indicó que las actividades universitarias que ya generan ingresos deben continuarse haciendo, pero con la ejecución de esta propuesta, se creará una base más sólida y sustentable que garantice la sostenibilidad de la universidad.
«Nosotros podemos tener laboratorio, perfecto. Se hace un estudio de catálisis, en Química, en Ingeniería química, en la facultad de Ingeniería, en la facultad de Ciencias, estudios de suelo, en fin. Todo eso lo puede hacer la universidad. Pero eso produce recursos a una escala muy limitada. Son proyectos que se desarrollan a lo largo de un determinado período, concluyen y listo», explicó.
«Esos proyectos hay que seguirlos haciendo, pero lo que no hemos hecho, lo que a lo mejor no hemos pensado con suficiente detenimiento y conviene hacer es que la universidad firme una alianza con el sector público, con PDVSA, por ejemplo, o con cualquier agencia gubernamental, y con el sector privado, porque nosotros no tenemos un grupo financiero, nuestro capital es intelectual (…) y en una negociación a tres bandas con el sector gubernamental, con el sector estatal, digámoslo así, pues tiene que ser el gobierno donde esté, el sector empresarial, privado y el sector académico lleven a cabo una actividad en la que cada uno cumple el papel que le toca y la ganancia se reparta».
En este caso, «si la universidad es capaz de producir en un año 50 millones de dólares, le podemos decir al gobierno nacional que ese año no necesitaríamos que nos den dinero, ya lo estamos produciendo por nuestra cuenta, y aunque tienen la obligación de seguirlo haciendo, podríamos exonerarlos temporalmente de esa obligación. Ahora, para eso hay que cambiar cosas en la universidad».
Sostuvo que a su juicio este proyecto «es factible. Yo creo que eso, incluso si hubiera limitaciones de índole legal, esas podrían superarse; y la universidad podría seguir siendo un gran centro de producción de conocimiento y de formación profesional altamente calificada, pero al mismo tiempo pudieran participar en los procesos en los que se genera riqueza».
Concluyó su punto, indicando que «el fin (del proyecto) es noble, porque no es para que los profesores universitarios se vuelvan magnates, es para que vivan con sueldos buenos, pero también para que la universidad se fortalezca como institución y siga comprometida con la sociedad venezolana, no con los gobiernos».






