El presidente de Fetracemento afirma que la industria está produciendo 10% o menos y que se persigue a los trabajadores
La crisis del sector cemento en Venezuela es la metáfora de un proceso político que parece derrumbarse. Con más de 10 años como corporación socialista, no ha conseguido producir personas más felices ni más materiales para construir la nación.
En Barquisimeto se oye la voz de Orlando Chirinos, presidente de la Federación de Trabajadores del Cemento (Fetracemento). Se hace escuchar en medio de ansiedades políticas de todos los colores. Chirinos explica que hay persecución contra los trabajadores, que son el soporte de la industria. Pero también cayeron los resultados: Entre 2007 y 2008 se producían 7,9 millones de toneladas métricas al año, y hoy «estamos produciendo alrededor de 10%».
Ese retroceso lo atribuye a «falta de voluntad política, no se sustituyen los equipos, la falta de participación de los trabajadores». También a quienes conducen el sector: «Están colocando a militares» que desconocen el manejo. Desde el año 2008 «han estado militares», cada uno «llega con un mecanismo distinto, y en lugar de mejorar, retrocede». La actual administración, asegura, puso en dólares el costo del saco.
Diez plantas, pero «solo siete están operativas y de forma intermitente», describe. Lara es la única que tiene el sistema para elaborar cemento blanco, y ese sistema «está paralizado desde 2011, más o menos». De los tres hornos que hay en Lara, que son «el corazón de la industria», solamente funciona uno «y lo prenden y lo apagan».
De unos 8.500 trabajadores quedan 7 mil 500, según Chirinos, que ganan al mes un dólar de salario y que perciben como mejor beneficio una paleta de cemento que pueden vender hasta en 200 dólares. HMC modelo pasamos a no tener nada».
Aunque se supone que es una corporación socialista «lo que hacen es perseguir, amedrentar, explotar a los trabajadores», a quienes no les entregan los equipos de protección personal. «El nivel de riesgo en materia de salud y seguridad en el trabajo es cada vez más crítico», sostiene. «El estado de indefensión que tenemos los trabajadores en este país es gigantesco».
Las organizaciones sindicales «no pueden entrar a las plantas, tienen una limitación de ingreso porque ellos le han dando fuerza a esas estructuras paralelas que llaman consejos de trabajadores».
A los líderes de las 23 organizaciones sindicales «no nos dejan entrar a las plantas», reitera. «Yo tengo calificación de despido desde agosto de 2020 y con un argumento vago, sin fundamentos». En la Inspectoría del Trabajo «nunca vimos el expediente».
En Barquisimeto «tenemos 20 trabajadores calificados, seis trabajadores bajo presentación», ejemplifica.
La federación se ha reunido con sectores que puedan ayudar a la recuperación, y por eso Chirinos estima que la industria necesita de 200 a 250 millones de dólares al año, por una década, para revivir: «Estamos hablando de una corporación con 10 plantas productoras de cemento, aparte de las pequeñas fuentes como concreto, transporte y agregados».
-¿Habría que privatizar o hay otra salida?
-La más inmediata que nosotros vemos es reprivatizar la industria del cemento. Puedes decir que los trabajadores la van a tomar, pero los trabajadores no tienen el dinero para levantar esa industria. Tomarla nosotros es fracasar, porque está muy deteriorada.
El Estado «demostró que no tiene el dinero, el recurso ni la experiencia para hacer eso», critica.
Fetracemento ha buscado apoyo internacional. Personal de la oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha estado en contacto con Chirinos para saber qué sucede y hacerles seguimiento a las denuncias. «Han estado muy atentos a lo que está sucediendo, e incluso, estamos en el informe que levantó la comisión».
Orlando Chirinos se ha excusado con los trabajadores por haber defendido la nacionalización: «Lo he pedido, lo he hecho en asambleas nacionales y regionales. Les he dicho a los trabajadores, con toda la sencillez que puede caracterizar a un hombre desde el corazón, pedirles perdón por esta situación de desastre que ha sido la nacionalización de la industria del cemento».