El respaldo de la Unión Europea se mantendrá hasta 2026, pero el servicio Coninverde continuará después de ese año, aunque a otro costo
El tiempo pasa en contra del planeta. Para los empresarios venezolanos que deben formarse en economía circular, también se agota. El servicio Coninverde, que ofrece Conindustria a empresarios e industriales venezolanos para que obtengan el sello verde, tiene un primer ciclo con apoyo de la Unión Europea (UE) que termina en 2026 y que implica una erogación mínima para las empresas. Como lo aclara Cecilia Castillo, presidenta ejecutiva de Conindustria, Coninverde continuará después de 2026, pero sin el respaldo económico de la UE.
La primera etapa, la de diagnóstico, cerrará en julio próximo, aclaró Castillo este martes en el contexto del conversatorio «Del residuo al recurso», que se celebró en la sede de Conindustria en Caracas.
«Estamos bastante complacidos porque muchísimas empresas se han motivado a participar en el proyecto de economía curcular que adelantamos de la mano de la Unión Europea y con la Fundación de Economía Circular», subrayó la dirigente gremial.
Pueden participar empresas de dos a 100 trabajadoras y trabajadores.
El primer paso del proceso es el diagnóstico. Después, la capacitación asíncrona. El costo es de 20 euros para empresas afiliadas, y de 35 euros para no afiliadas. Después se pasa a la asistencia técnica para obtener el sello verde. «Este proceso en 80 % po financia la Unión Europea», resaltó.
Empresas de servicios y manufactureras que se encuentran en la fase de asistencia técnica participaron en el conversatorio. «Solo llegaremos a la capacitación de 250 empresas» y a la asistencia técnica para 75.
Castillo enfatizó que lo verde no es una moda. «Nuestros consumidores están privilegiando esto, porque están convencidos de ello y porque tenemos que legarles a las generaciones siguientes un mundo mejor».
Una de las firmas que ha entrado en este proceso es Taurel, empresa de logística integral. «Nos dimos cuenta de que era un requerimiento del entorno, para los mercados internacionales de algunos de nuestros clientes corporativos», comentó Luis Alberto Russián, gerente de desarrollo. «Con el programa Coninverde hemos cambiado la visión de cómo puede hacerse, y hemos comenzado a incorporar elementos en la etsrategia empresarial» más que acciones aisladas.
Los que hablan de circularidad son vistos como románticos, y les toca competir con la agenda urgente, admitió Russián.
Taurel no solo tiene más de 100 años, sino que es «una empresa con alma, sensible para la innovación y la protección del medio ambiente y la sostenibilidad en todos sus aspectos, lo que nos llevó a entrar en el movimiento de economía circular, aunque ya lo estábamos haciendo sin saberlo», compartió Emilia Peraza, directora de operaciones.
Para Covencaucho la circularidad está en su propia esencia, porque nació para darles una segunda vida a los neumáticos, precisó Raiza Perozo, representante de esta empresa que tiene una sede principal en Barquisimeto y 15 sucursales en el país. Como lo narró, a partir de 2013 crearon otra empresa que se encarga de la disposición final de las carcazas.
Perozo enumeró las dificultades de los empresarios nacionales, como los aranceles, la falta de protección de la industria nacional, la ausencia de incentivos para la circularidad y los costos operativos internos. Sostuvo, además, que hay mitos en relación con el neumático renovado, y garantizó que la calidad es la misma que la del producto original. Su próximo reto, adelantó, es calcular la huella de carbono.
Coninverde ya tiene aspectos positivos que mostrar, subrayó el consultor Joel Campuzano. Detalló algunos de los alcances específicos, como gestión circular de recursos hídricos y de residuos, así como efiencia energética y descarbonización. Todas las empresas, citó, están avanzando en la creación de empleos verdes y han encontrado nichos de mercado.