En el país de los fuertes, el rugby es algo más que un deporte, un catalizador de unidad, que simboliza su primer capitán negro, Siya Kolisi, ovacionado antes de levantar el trofeo Webb-Ellis.
La prensa sudafricana saludó este domingo «la fuente de inspiración» y de unidad que representa la victoria de los Springboks en la Copa del Mundo de rugby, en un momento en el que el país sufre tensiones raciales, desempleo y violencia.
La ley del más fuerte: los largos brazos de Sudáfrica conquistaron este sábado en Yokohama, cerca de Tokio, ante Inglaterra (32-12), su tercera Copa del Mundo de rugby, doce años después de la última, y alcanzan a Nueva Zelanda en el palmarés.
El rugby es un deporte en el que juegan quince contra quince y cada doce años ganan los Springboks: doce años pasaron entre el primer título sudafricano, en casa en 1995, y el segundo, en Francia en 2007 también frente al XV de la Rosa (15-6).
Sudáfrica basó su triunfo ante los ingleses en un anotador eficaz (Handré Pollard, 22 puntos) y en dos tries de los wings Makazole Mapimpi y Cheslin Kolbe.
La tradicional fuerza sudafricana, la de sus grandes forwards (Eben Etzebeth, Lodewyk De Jager, Duane Vermeulen, Tendai Mtawarira), le permitió llegar desde ninguna parte hasta el techo del mundo en la primera Copa del Mundo celebrada en Asia.
Porque hace dos años los sudafricanos estaban moribundos, después de sufrir derrotas históricas, como la encajada contra Nueva Zelanda (57-0 en septiembre de 2017) y su primera en Italia (20-18 en septiembre de 2016).
Con información de AFP