Ousmane Dembélé o Lamine Yamal, el enigma que lleva semanas alimentando los debates sobre la identidad del próximo Balón de Oro acabará este lunes cuando se lleve a cabo una gala que repartirá 11 premios que convierten a París en el foco mediático del fútbol.
La flor y nata de ese deporte se reunirá en el teatro Chatelet para elegir también a la mejor jugadora de la pasada campaña, los mejores jóvenes, porteros, entrenadores y clubes, además del trofeo Sócrates, que destaca una labor social.
El Balón de Oro masculino, el premio original de todo el abanico, centra este año una atención especial con el universo futbolístico dividido entre el atacante francés del PSG o el español del Barcelona.
El primero cuenta con todo el impulso que le otorgan los cuatro títulos alzados por su equipo, sobre todo la Liga de Campeones, la primera de su historia, con sus 35 goles y 16 asistencias que lo convirtieron en el jugador más importante del equipo que marcó la pasada campaña.
Su principal enemigo puede ser la dispersión de votos con sus compañeros, puesto que el PSG colocó a nueve futbolistas entre los 30 candidatos.
Además, Dembélé es percibido a sus 28 años como un gran jugador, pero para muchos sin la talla de un Balón de Oro, sobre todo por la inconsistencia de su carrera.
El Barça tiene menos jugadores entre los que postulan al premio, cuatro, por lo que todos los focos apuntan a Lamine Yamal, con peores números que Dembélé, 21 goles y 22 asistencias, y menos títulos, pero cuya proyección a sus 18 años apunta a una figura histórica.
Así el mundo del fútbol se divide entre los partidarios de premiar la buena campaña del francés frente a las promesas del español y aquellos que consideran que hay que situar a Lamine Yamal en la senda de los más grandes.






