La familia Hoyos debe montar el nacimiento viviente que será expuesto en la Catedral. Realmente ninguno de sus integrantes quiere hacerlo, pero no lo dicen porque todos deben complacer al párroco. Es la década de 1930 y todavía la mano de Juan Vicente Gómez rige los destinos de Venezuela, por lo que las cosas no se pueden llamar por su nombre. Lo evidente, y lo invisible, aparecen en escena en «Qué noche tan buena», una obra del dramaturgo y actor Ciro Acevedo que se estrenará este miércoles 17 de diciembre en el teatro parroquial de Tovar (Mérida).
«Este sainete es el retrato de la sociedad hipócrita de esa época que sigue su onda expansiva hasta el presente», explica Acevedo, que también dirige la pieza. «La familia Hoyos es de esa clase media emergente de principios del siglo XX que no define su propia identidad. Estamos saliendo de montoneras y caudillos, y los Hoyos tratan de ajustarse a unos cánones que ni siquiera conocen, quieren aparentar lo que no son». Una de las protagonistas vivió su «salto atrás», como se llamaba en la Colonia a un hijo más oscuro que los padres.
Cuando el padre que encargó a los Hoyos preparar el nacimiento les informa que no habrá acto porque el Benemérito está enfermo, se descubre que nadie quería hacer el montaje. «Nadie es sincero en sus convicciones, salvo uno de los personajes, Don Fulgencio, que cuestiona la dictadura, cuestiona la Navidad del mercantilismo».
Los eufemismos son los reyes de la palabra cuando es imposible decir al pan, pan, y al vino, vino. «La obra transcurre en un momento en que no se puede llamar a las cosas por su nombre. Al Benemérito no se le puede llamar dictador. No se puede nombrar La Sagrada, por ejemplo. Elena, la matrona de la familia, afirma que aunque Gómez tenga ‘las bolas piches’ esas bolas son sagradas y al padre de la patria no se lo cuestiona. Vemos la lucha entre jóvenes que quieren liberarse y una sociedad que pretende perpetuarse».
Acevedo, autor de más de 20 piezas, trata de contar el presente: «Como dramaturgo uno se plantea qué decir y para quién. Encontramos signos que se repiten, la lucha del ser humano, el poder que todo lo quiere controlar». Un cuadro de Gómez está siempre presente en la escena.

Este es el tercer montaje de la Sociedad Dramática de Tovar en el año 2025. La primera obra fue «Sepulcro vacío». La segunda, «Un salto atrás». Y esta, «Qué noche tan buena», en coproducción con el Santuario Nuestra Señora Virgen de Regla. «Todo lo hemos hecho para nuestro público, en una sala de teatro parroquial mantenida a pesar de las dificultades. Queremos que la gente venga al teatro. El padre Amílcar Lobo, párroco de la iglesia, también actúa».
Teatro de la gente común
En «Qué noche tan buena» no hay importados. La gente que se sube a la escena es la que ensayó con ahínco y se animó a acompañar a Acevedo en esta nueva aventura. Como la maestra jubilada Aura Rodríguez, que le dio clases al dramaturgo cuando era un niño y ahora las recibe del hombre de teatro. Rodríguez, quien no tiene mayor experiencia teatral, se encuentra ahora, a sus más de 70 años de edad, con que le gusta mucho la actuación. «Me toca vestirme de mula. Al final, la gente va a reírse, porque esto es un sainete. SI continúo en Tovar, si dios lo permite, me gustaría seguir haciendo teatro».
Una experiencia distinta es la de David Pérez Prada, quien hace más de 20 años participó en una compañía de teatro clásico y hoy está probando las mieles de la comedia: «Es como volver al origen del teatro, en que una sociedad se ve reflejada y, mientras va riendo, va reflexionando sobre lo que es. Esto va redimensionando lo que hice anteriormente. El teatro clásico nos permite observarnos, pero este teatro nos permite vernos entre iguales». Pérez Prada estudia psicología social, trabaja en radio y ofrece asesorías, pero es un apasionado por el teatro.

El teatro no le es ajeno a María Elena Quiñones, profesora jubilada que se encarga de representar a Belén, la chismosa de la ciudad. «En la escuela hice teatro. Como soy licenciada en dificultades de aprendizaje, trabajé la proyección teatral con muy buenos resultados», refiere. Su participación en la obra la ve como «una nueva experiencia». Para Quiñones esta obra «ha sido maravillosa, porque es un viaje al pasado», y se ha convertido en un aliciente para seguir sobre las tablas.
Tifanny Guerrero se define como una artista multidisciplinaria que integra literatura, poesía, música y artes plásticas. «Me llamaron, me dijeron que necesitaban una actriz, y me tocó aprender el guión, adaptarme. Me siento identificada con mi personaje, Julieta, porque va contra todo. Me gusta mucho que Julieta tenga ese empoderamiento y esa fuerza, que rompa con los parámetros». Guerrero asegura que lo que Ciro Acevedo invente, la tendrá a ella como protagonista. «En el teatro podemos encarnar otras pieles y experimentar con las emociones humanas».
Frank Pernía se encuentra en trámites de jubilación. Este ha sido su año teatral, porque ha participado en los tres montajes de Acevedo. «Él, con esa experiencia de tantos años en el teatro, nos da seguridad, nos da libertad». Su personaje es Gerónimo, el esposo de la jefa de la casa, «que hasta aparece rascado», bromea. También se encargó de elaborar orejas, micrófono y otros detalles. Pernía considera que en Tovar la gente quiere actividades culturales, y que el teatro hace falta para la comunidad.
«Esta obra destaca el día a día de un hogar, de una familia, y la gente se va a identificar bastante», considera Yuleima Rojas, otra de las actrices. «Sí podemos hacer teatro; de hecho, lo estamos haciendo, y lo hacemos porque nos gusta, porque queremos rescatar el poder disfrutar de una buena obra». Rojas, estudiante de psicología social, afirma que el teatro es terapia, risa, llanto y desahogo.
Una de las más jovencitas del grupo es María Giuliana, una chica de 18 años que toca instrumentos, canta y actúa, y que se enteró de la obra por su mamá. María Giuliana superó el casting, y aunque se confiesa muy tímida, admite que le encantaría trabajar en teatro y salir de su zona de confort.
«Qué noche tan buena» ofrecerá cuatro funciones a partir de este miércoles 17 de diciembre en la sala parroquial de Tovar. El grupo está dispuesto a viajar a otras ciudades para compartir su arte.






