El parlamentario e integrante de la Fracción 16 de Julio descarta que el sector editorial esté en crisis por factores externos: «Las camarillas en el poder fracasaron desde muchísimo antes de estas sanciones internacionales». También sostiene que «se ha lumpenproletarizado al país». Luis Barragán solicitó la intervención humanitaria de la Unesco para recuperar universidades y conocimiento: «Solos no vamos a poder»
Flanqueado por libros, muchos libros, el diputado Luis Barragán afirma que la muerte de librerías en Venezuela es a propósito. Considera, también, que el gobierno de Nicolás Maduro necesita tomar las universidades privadas. Sutilmente da a entender que quienes ejercen el poder son incapaces de escribir: «Son ágrafos».
«Lo paradójico es que el libro venezolano no fue derrotado por las tecnologías de la información y de la comunicación, sino desde hace más de 10 años fue derrotado por la depresión deliberada del mercado editorial en Venezuela», fustiga. «El libro es enemigo esencial de este régimen».
Barragán insiste en que las sanciones internacionales no son las causantes de la crisis del conocimiento, de la crisis del sector editorial. «La debacle venezolana comienza a partir de 2014», señala. «La crisis del libro venezolano no es reciente, y mucho menos se puede culpar a las sanciones internacionales, que son sanciones personales, por demás».
Llama la atención sobre dos fenómenos: Por una parte, la adquisición masiva «por parte de las camarillas que controlan el poder en Venezuela» de imprentas, que han sido usadas «para fines proselitistas»; por otra, lo sucedido con las cadenas estatales de comercialización del libro. Cita el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, exalta su pluralidad, y lo contrasta con el presente.
«Las camarillas en el poder fracasaron desde muchísimo antes de estas sanciones internacionales», sostiene. Lo atribuye «a la incompetencia, a la negligencia manifiesta y al desprecio que tienen por el libro en Venezuela estas camarillas del poder», el desprecio «galopante hacia la lectura». Describe la crisis de la Biblioteca Nacional, la falta de condiciones para la preservación de los libros, la depauperación de los servicios bibliotecarios. «Ni siquiera para la más modesta tarea escolar hay servicios adecuados».
Universidad como obstáculo
Vincula la situación del sector libro con el destino de las universidades venezolanas. «Hay intención de quebrar a la universidad venezolana», denuncia. «Se ha lumpenproletarizado al país. La universidad es un obstáculo» para ese proceso. «Esto no es fortuito; es deliberada» la destrucción del conocimiento. «Pasa por el desprecio del libro convencional, por las aplicaciones de las nuevas tecnologías y transita hacia los centros de enseñanza».
Barragán opina que «más temprano que tarde» las universidades privadas sufren presiones, coacción. «El destino de la universidad venezolana está a merced del proyecto de militarización de las universidades». Señala que se quiere convertir a la UCV «en jardines hidropónicos», es «el control absoluto de la universidad por la fuerza, por la vía económica».
Para el dirigente opositor «existe la doble o triple tentación de echarles mano a las universidades privadas por su infraestructura; dejar a la universidad privada maniatada», dejarla «para los funcionarios medianos del régimen, si este régimen de prolonga, para que vayan los hijos de los funcionarios que no tengan la oportunidad de enviarlos al exterior». También se pregunta «si la economía criminal» se mete en el sector educación. «Si son capaces de lavar capitales en el ramo inmobiliario, ¿por qué no son capaces de lavarlos en el sector educativo privado? Es una interrogante que se nos está abriendo en la fracción parlamentaria 16 de julio. Todas hipótesis caben cuando nos encontramos ante un régimen de mafias». Puede ser un espacio de legitimación de capitales, remarca.
El legislador explica que el sector del conocimiento «es vital para el sostenimiento de un régimen que requiere de la lumpenproletarización, de la quiebra de las clases medias, de liquidar el referente de la movilidad social de la Venezuela rentista, que fue la universidad venezolana». Según su visión, «se trata de golpear el conocimiento estratégico, la información estratégica, los procesos de enseñanza en Venezuela».
Quieren tener la universidad «como la fábrica mínima necesaria para ciertas destrezas indispensables en el campo de la economía, pero olvidémonos de la novedad y la profundidad en el conocimiento, que forman parte de toda sociedad libre». La universidad «es un objetivo de la guerra convencional que se ha emprendido», acusa. «El solo hecho de chantajear, de extorsionar a la universidad venezolana negándole los recursos necesarios, tratando de arrodillarla, eso indica el propósito».
Recuerda que el Poder Legislativo designó dos representantes ante el CNU (los académicos Manuel Rachadell y Miguel Albujas) «e inmediatamente fueron perseguidos, desbancarizados. Uno se encuentra en el exilio». Pero dijo que le llamaba la atención que en la UCV le negaron la pensión a Rachadell, y le negaron el salario a Albujas. «Las autoridades de la UCV alegaron que estaban acatando la decisión del TSJ del 27 de agosto de 2019, aun cuando es írrita la decisión» y «la universidad es autónoma».
«Solos no vamos a poder»
Ha solicitado a la Unesco la intervención humanitaria para actualizar el diagnóstico de la situación educativa «y la posibilidad cierta de que, a corto y a mediano plazo, puedan ayudarnos con especialistas e, incluso, con un programa económico de auxilio para meterle el hombro a la universidad venezolana». La Unesco no ha respondido, y Barragán resalta: «Solos no vamos a poder», y esgrime las razones: Se necesitan fondos y especialistas.
El diputado evalúa que hay mucho silencio por parte del sector universitario (autoridades, gremios, estudiantes) y por eso «pensamos que la Asamblea Nacional podía ser el espacio de concertación de todas estas fuerzas» para articular el rescate del sector. Han convocado el foro de universidades. «Estamos llamando a que se sienten los líderes universitarios, las autoridades, los gremios estudiantiles, empleados y obreros» para articular esfuerzos «y alzar la voz». «Es necesario hacer un esfuerzo de motivación y de organización».
De acuerdo con su óptica, la solución a la crisis universitaria «pasa por el cese de la usurpación» y «una extraordinaria ayuda internacional» con recursos y especialistas.