El poeta venezolano David Mendoza Yamaui, arquitecto del Realismo Chatarra, presenta su nuevo poemario bilingüe Ladrón de Versos / Verse Thief (Edición Castellano–Inglés).
En esta obra «radical», estructurada como un proceso judicial —Delito, Huida, Motivo, Sentencia—, el autor convierte el robo en ritual político y gesto amoroso: apropiarse de versos de Neruda, Whitman o Frost no es plagio, sino desenmascarar el saqueo mayor de imperios, lenguas y naciones.
En su prólogo, Rosa Castillo —poeta e investigadora— define el núcleo del libro en “El robo como acto de amor”:
“Mendoza Yamaui se sienta en la silla del acusado y en el estrado del juez al mismo tiempo. Su hurto no es plagio, sino resurrección: exhuma versos, los remezcla y los reclama como propios para exponer una verdad más honda: todos robamos. Del poeta que toma una línea los políticos que saquean países, el robo es el aire que respiramos en Latinoamérica”, sostiene Castillo.
La obra condensa la estética del Realismo Chatarra: «poesía hecha con desechos culturales y escombros imperiales, donde la belleza renace de lo roto».
Collage anticolonial: Mendoza desmonta el “yo expansivo” de Whitman para mostrarlo corroído por el capitalismo, reapropia la ruina gótica de Poe contra la mercantilización literaria y confronta a Frost para cantar al desarraigo: el robo como re apropiación anticolonial.
Contenido
Juicio civilizatorio: El verdadero acusado no es el poeta, sino el saqueo de tierras, derechos y lenguas. Metáforas como “los contadores ensartan números como presas de ensalada” vinculan el robo verbal con la expoliación material.
Polifonía insurgente: Se disfraza con máscaras (Parra, Pizarnik, Snyder), no para ocultarse, sino para liberar voces y devolverlas a la corriente vital.
Con Ladrón de Versos, Mendoza desafía la lógica colonial de la “originalidad” y la obsesión por la propiedad intelectual.
En palabras de Castillo: “No es un ladrón sino un escapista: libera palabras de sus dueños para devolverlas al caos de la vida. Detrás de cada voz robada late su núcleo sangrante: el corazón herido de Latinoamérica.”






