El director de «El Abrazo de la serpiente» lleva a la pantalla grande el «discurso de odio y xenofobia» que se teje desde el poder, recreando a la Sudáfrica del «Apartheid» en cualquier parte del mundo, en su adaptación de la novela homónima del Nobel J.M. Coetzee
El cineasta colombiano Ciro Guerra se encuentra en Roma antes de viajar la próxima semana a Venecia, donde su última película y la primera en inglés Waiting for the barbarians (Esperando a los bárbaros) se estrenará y competirá por el León de Oro en la 76 edición de la Mostra.
Con Johnny Depp y Mark Rylance en los principales papeles, Esperando a los bárbaros es una adaptación -realizada por el propio escritor- de la novela homónima del Nobel J.M. Coetzee, una metáfora que refleja la Sudáfrica del «apartheid» pero situada en cualquier lugar y en cualquier momento; una historia «más vigente que nunca», dice Guerra a EFE.
A sus 38 años, y conocido por filmes como La sombra del caminante (2004), Los viajes del viento (2009), El abrazo de la serpiente (2015) o Pájaros de Verano (2018), el director se pregunta «¿quién se está beneficiando?» de ese «discurso de odio y xenofobia» desde el poder, «¿cómo nos construyen los enemigos», esos bárbaros actuales, y «las ideas que hacen que los seres humanos se radicalicen y enfrenten entre ellos».
También opina que a diferencia de la política, que divide de manera simplista entre buenos y malos, blancos y negros, «el arte se nutre de los grises, de las preguntas complejas».
Guerra señaló que, a pesar de que la obra original de Coetzee fue escrita hace casi 40 años, se mantiene cada día más vigente y es una historia que tiene mucho que decirle al mundo de hoy.
A continuación reproducimos parte de la entrevista realizada por EFE al director colombiano.
Efectivamente, en la novela que escribió J.M. Coetzee, posiblemente inspirada en la Sudáfrica del apartheid aunque sin nombrarla, un gobierno imperialista inventa un enemigo, los bárbaros, para justificar la violencia. ¿Quiénes son los bárbaros en el mundo actual?
– Esa es la pregunta que todos deberíamos hacernos, en un mundo donde surge cada vez más el discurso de odio, de xenofobia, que ya viene desde el poder, donde los seres humanos están cada vez más divididos y más radicalizados, ¿quien se está lucrando de eso?. Debemos ser muy conscientes de la manera en que se nos construyen los enemigos, cómo se nos construyen las ideas que hacen que nos enfrentemos unos a los otros, de dónde vienen, y a quien benefician.
-¿Tiene algún paralelismo la historia de su película con esta crisis migratoria que estamos viendo en el mundo estos días, en Italia, en EEUU, por ejemplo, y el rechazo a recibir a esta gente?
-Cuando empezamos a hacer la película la historia parecía una alegoría de un mundo lejano, y a medida que avanzó el proceso de llevar la película a la pantalla se empezó a volver más y más sobre el mundo actual.
La novela tiene una capacidad alegórica muy fuerte, en el sentido de que no hace señalamientos politizados o simplistas, sino que habla de cómo todos nosotros, con nuestras acciones, somos responsables del mundo que construimos y cómo a veces detrás de las mejores intenciones pueden esconderse los rostros del fascismo y la xenofobia. Es una historia que se ha vuelto actual pero desde su raíz es profundamente universal.