El 24 de agosto de 1981, tras regresar de su luna de miel, los recién casadosLarisa y Vladimir Savitsky suben a bordo del vuelo ruso 811, pero, minutos antes del aterrizaje, el avión choca con una aeronave militar de la Fuerza Aérea Soviética y cae desde una altura de más de cinco kilómetros sobre tierra y, aunque parezca imposible, Larisa sobrevivió para contarlo y esta trama se podrá disfruta en la gran pantalla a partir de este jueves, de la mano de Mundo D Película.
“La caída del vuelo 881: la sobreviviente”, es como muy obvia la premisa y el desenlace, aún sin haber entrado a la sala de cine, pero lo sorpresivo en este caso, es la subyacente historia de amor, de esas que parecen haber sido escritas para un melodrama, pero cuyos hechos están basados en la realidad. Acertadamente ambientada en la entonces Unión Soviética de principios de los ochenta, el filme de Dmitriy Suvorov combina acción, drama y romance.
En “La caída del vuelo 811”, la historia real de sus protagonistas, Larisa y Vladimir, es digna de película. La manera en la que el filme describe el acercamiento entre ambos tiene esa particularidad de la prisa de Vladimir en casarse con Larisa y hacerla madre. Ella, en la flor de su juventud, no se nota muy ganada a la idea, pero sí mostrará su mejor esfuerzo por sobrevivir en un bosque ruso que colinda con la frontera hacia China, poniendo en práctica lo que le enseñó Vladimir para acampar y orientarse en medio de la naturaleza.
Eso y los flashbacks recrean la manera en la que él la dibujaba en sus blocks antes de dormir bajo el techo de una carpa. A la historia de supervivencia se le suma un error de la fuerza militar cometido en las labores de rescate, que afortunadamente, no impidió lo que es descrito como un “milagro”. Eso y el testimonio real de Larisa Savitskaya, cuya narración de los hechos hace entender al espectador por qué este incidente se convirtió en una película.