En las últimas semanas, el término «incel» ha vuelto a encender el debate público tras una serie de eventos que han puesto en el foco a esta controvertida subcultura. Pero, ¿qué significa realmente ser un «incel» y por qué este movimiento está ganando tanta atención?
¿Qué es un «incel»?
«Incel» es la abreviatura de «involuntary celibate» («celibe involuntario» en español) y hace referencia a un grupo de hombres que se identifican como incapaces de encontrar pareja o mantener relaciones sexuales, a pesar de su deseo de hacerlo. Esta comunidad, nacida en foros de internet, ha evolucionado en un espacio donde prolifera el resentimiento hacia las mujeres y la sociedad en general.
Aunque el término fue acuñado en los años 90 por una mujer que buscaba crear un espacio para quienes se sentían excluidos del amor y las relaciones, el concepto ha sido apropiado y radicalizado con el tiempo. Hoy día, muchos incels expresan frustraciones misóginas y, en algunos casos, promueven discursos de odio y violencia.
¿Por qué ha vuelto a ser noticia?
El resurgimiento del término en las últimas semanas se debe a varias razones. Primero, un aumento en la actividad de foros y redes sociales donde se difunden ideologías incel, a menudo con contenido extremo. Además, se han registrado incidentes violentos vinculados a personas que se identificaban con esta subcultura, lo que ha puesto en alerta a autoridades y especialistas en seguridad.
Por otro lado, la influencia de creadores de contenido y «gurús» en plataformas como YouTube y TikTok ha ayudado a que el discurso incel se expanda entre jóvenes que se sienten marginados. La narrativa de «los hombres buenos terminan solos» o la idea de que la sociedad favorece a ciertos tipos de personas en el amor y el sexo ha calado en algunos sectores, alimentando el crecimiento del movimiento.
Un problema de fondo
Más allá del sensacionalismo, el fenómeno incel expone problemas profundos en la sociedad. Desde la soledad y el aislamiento social hasta la falta de educación emocional y afectiva en los jóvenes, hay muchos factores que contribuyen a que estas comunidades crezcan.
Los expertos coinciden en que la solución no es la demonización de quienes se identifican como incels, sino abrir el debate sobre la salud mental, la autoestima y la necesidad de relaciones interpersonales sanas.
El auge de los incels no es un fenómeno aislado, sino el reflejo de una crisis más amplia. Mientras la sociedad busque respuestas, la clave estará en fomentar el diálogo y la comprensión para evitar que el resentimiento se convierta en violencia.
El reto está en cómo abordar el problema sin avivar el fuego de una comunidad que se alimenta precisamente de sentirse rechazada.