En el imaginario colectivo del venezolano, la Navidad no se anuncia con la primera brisa fría ni con el encendido de las luces, sino con el sonido del primer corcho que salta de una botella de Ponche Crema. Esta bebida, que ha acompañado a seis generaciones, se mantiene como el pilar líquido de las festividades, uniendo la mesa de la hallaca con el brindis familiar.
La historia comenzó formalmente en 1900, cuando don Eliodoro González P., un químico, perfumista y visionario nacido en Guarenas, perfeccionó una mezcla que buscaba estabilizar las recetas artesanales de la época. Lo que empezó como un experimento en el corazón de Caracas se convirtió en un hito nacional cuando, en 1904, el propio presidente Cipriano Castro firmó la patente oficial.

Hoy, la receta sigue siendo uno de los secretos industriales mejor guardados de Venezuela. Solo los maestros poncheros conocen los ingredientes exactos y el orden de la mezcla, una tradición de discreción tan estricta que, según se dice, los responsables nunca viajan juntos por motivos de seguridad.
Aunque la botella de etiqueta amarilla es la referencia indiscutible, el Ponche Crema ha trascendido lo comercial para convertirse en una categoría gastronómica propia.
La Tradición Oral: Popularizado en la radio por figuras como Pancho Pepe Cróquer —quien vinculó el término «ponchar» del béisbol con la bebida—, el ponche se integró en la cultura popular.
Versatilidad Artesanal: En cada hogar venezolano existe una «receta de la abuela», variaciones que utilizan leche condensada, yemas de huevo y el indispensable ron venezolano, manteniendo viva la esencia casera de la bebida.
Impacto Cultural: Recientemente, la «Ruta Turística Ponche Crema» en Guarenas ha sido acreditada como patrimonio cultural, reforzando la figura de Eliodoro González P. como un ícono de la identidad nacional.
A pesar de los cambios económicos y sociales, el Ponche Crema sigue siendo, en palabras de sus maestros actuales, «la dulce eternidad». Es la bebida con la que muchos jóvenes venezolanos tienen su primer contacto supervisado con el brindis familiar, marcando un rito de iniciación que se repite año tras año.
En este 2025, el Ponche Crema no solo sobrevive como un producto, sino como un símbolo de resistencia cultural que recuerda que, mientras haya una botella en la mesa, sigue siendo Navidad en Venezuela.






