Un tribunal de Moscú declaró este lunes “extremista” al colectivo punk feminista Pussy Riot, conocido por sus críticas al presidente Vladimir Putin y sus performances de protesta. La decisión, tomada por el Tribunal Tverskoi a petición de la Fiscalía General, prohíbe cualquier actividad del grupo en territorio ruso y convierte incluso interacciones digitales pasadas, como dar “me gusta” en redes sociales, en actos ilegales.
“El Tribunal Tverskoi de Moscú satisfizo las demandas administrativas del vicefiscal general de Rusia para declarar al grupo punk Pussy Riot una organización extremista y prohibir sus actividades en territorio ruso”, informó el servicio de prensa judicial en Telegram.
Silenciar voces críticas
El abogado del colectivo, Leonid Solovyov, calificó la medida como “otra acción que silencia a quienes hablan sin pedir permiso”. Las integrantes de Pussy Riot, que viven desde hace años en el exilio, ya habían anticipado la decisión: “La ley está diseñada para borrar a Pussy Riot de la mente de los ciudadanos rusos”, escribieron en redes sociales días antes.
La sentencia se suma a más de una década de persecución judicial contra el grupo, que alcanzó notoriedad internacional en 2012 tras una protesta en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, acción que les costó penas de hasta dos años de cárcel por “vandalismo”.
Condenas en ausencia
En septiembre pasado, un tribunal ruso condenó en ausencia a cinco integrantes de Pussy Riot a penas de entre 8 y 13 años de prisión por difundir supuesta “información falsa” sobre el Ejército ruso. La mayor condena, de 13 años y 15 días, recayó sobre María Aliójina, cofundadora del colectivo, quien figura en la lista de busca y captura desde abril de 2022.
Uno de los episodios que motivó las condenas fue la difusión de una canción en 2022, tras el inicio de la guerra en Ucrania, en la que el grupo denunciaba víctimas civiles. Según la Fiscalía, se trataba de “datos falsos” contrarios a la política de Estado.
Una lista que crece
La inclusión de Pussy Riot en el registro de organizaciones “extremistas” se suma a más de cinco mil entradas, entre ellas páginas web, lemas políticos, libros, obras de arte y álbumes musicales. La lista, ampliada tras una ley promulgada en julio por Putin, incluye incluso entidades inexistentes como el “movimiento satanista internacional” o el “movimiento LGBT internacional”.
La decisión marca un nuevo capítulo en la ofensiva del Kremlin contra la disidencia cultural y política, reforzando el aislamiento de un colectivo que, pese a la persecución, se convirtió en símbolo global de resistencia artística y feminista.






