Para Sebas Iribarren la música no fue una decisión, sino una revelación que estuvo ahí desde siempre, silenciosa, pero insistente, esperando el momento justo para hacerse oír, siendo una pulsión natural que lo ha acompañado desde la infancia.
Él es cantautor, músico, compositor y productor venezolano que, entre guitarras, letras y armonías, recorre distintos caminos dentro del ámbito musical, desde la composición hasta la producción, colaborando con reconocidos artistas y dando forma a su propio universo sonoro.
En esta conversación íntima, Sebas reflexiona sobre sus inicios, sus influencias, su manera de crear y esa necesidad de mostrar su obra con honestidad, sin esperar la perfección, sino apostando por la autenticidad que nace de cada acorde.

–¿Cómo y cuándo nació tu conexión con la música?
-Últimamente he pensado en eso, y la respuesta es que siempre estuvo. En casa, mis padres eran muy musicales a su manera. Mi madre de joven tocó piano y guitarra, así que estos instrumentos estaban cerca de mí desde pequeño. Yo agarraba la guitarra y sacaba cosas, también me llevaron a clases de piano y, de hecho, tuve mi banda y participamos en un intercolegial de Nuevas Bandas… Es gracioso, porque me dedicaba a jugar fútbol, pero como a los 15-16 años, me rompí el ligamento de la rodilla a causa de ese deporte, así que, no seguí con eso.
-Ahora, retrocediendo un poco, sí recuerdo que siempre he pensado en música, mis pensamientos se manifiestan en música, de pequeñito recuerdo estar en clase, no prestar atención a nada, tarareando, y los maestros citando a mi mamá porque estaba todo el tiempo cantando en clase, y en medio del regaño de mamá y papá, mi mente siempre estuvo llena de música.
–¿Qué artistas te influenciaron para seguir ese camino de la música?
-Mi papá es melómano. Escuchaba música clásica, mi mamá escuchaba algo de folklore, le gustaba la música brasilera, y, con mi mejor amigo del colegio, escuchábamos desde Arctic Monkeys, hasta Caetano Veloso, y Chico Buarque, eso me influenció bastante.
–Precisamente, estás fuertemente influenciado por la música brasilera ¿Qué es lo que más te llama la atención de ella?
-Precisamente porque es muy diversa, muy rica. Amo mucho la música brasilera, así que, aprendí a tocar guitarra cuando me puse a sacar canciones, y los acordes eran con ese tipo de música.
–¿Cómo es el proceso para ti de escribir una canción?
-Personalmente, mis letras, aunque no haya un camino predeterminado para escribir música, a veces, son chorros de una idea que me llega, y que está un 70 por ciento formada, al final, solo tengo que terminar de darle forma al resto, o, me llega una frase, una gota, una melodía y tengo que sentarme a sacar la idea, a ver si la encuentro o dejarla ahí seis meses macerando, a que le salga el color al cultivo… Escribo mucho con imágenes, más que historias lineales, tiendo a escribir basado en una imagen que evoque algo, y, a partir de eso, trato de contar una historia, no siempre es así, pero, con el tiempo, me he dado cuenta que me llevo más con eso, así que mis coros usualmente son imágenes.
–Supongo que, depende de cada artista y su manera de contar historias ¿Es un proceso bastante personal y vulnerable?
-Sí, uno a veces, como artista, intenta no escribir cosas tan personales, separarse un poquito de su arte, pero, inevitablemente vas a dejar filtrar algo de ti. Y si, a veces pasa, que mientras escribo, me estoy imaginando a otra persona, hago ese ejercicio de escribir basado en otro, no en mis sentimientos, pero, salen imágenes de mí mismo, así que, termino contándolo con imágenes que salen de mi vida.

–Quisiera hablar de tu lado como productor musical ¿Tengo entendido que vienes de ahí?
-Sí, tuve la oportunidad de estudiar música, en la escuela Ars Nova, allí inicié la carrera de licenciatura en música, mención composición, eso me ha abierto puertas a hacer muchas cosas. He estado en tarima con varios artistas, soy director musical de algunos proyectos, y también, últimamente, me he estado metiendo en la parte de la producción, que me encanta y si bien, estoy feliz de hacerlas, y es mi trabajo, siempre está el ruido constante de sacar tu propia música.
–Te vimos, hace poco, en la producción de una canción llamada °Dímelo°, homenaje a la canonización de Santa Madre Carmen Rendiles y San José Gregorio Hernández ¿Cómo fue esa experiencia?
-Fue un proceso bastante intenso, pero súper divertido, tuvimos varias sesiones de grabación con artistas venezolanos increíbles en muy poquito tiempo. La canción la escribió El Otro Polo, con quien estoy haciendo muchas cosas, y yo me encargue de aportar en la música y ser el productor musical.
–¿Cómo fue esa transición de la producción musical a estar como cantautor, tocando tus canciones, frente a un público?
-Es raro, porque sería un poco falso decir que soy solo cantautor, cuando antes he sido muchas cosas como músico, músico de sesión, productor, arreglista (…) Pero, siempre, cuando preguntan eso, el instinto inicial es decir «soy cantautor y compositor», porque es algo que siempre ha estado ahí, entonces la transición no fue difícil, es más por desidia o por falta de compromiso que lo fui dejando pasar por muchos años. Llevo mucho tiempo de mi vida componiendo música, he hecho algunas cosas audiovisuales, películas, documentales, pero sí, la música siempre es la prioridad, y, al estar en algún evento, aproveché y por ahí lancé una canción mía sin que la gente se enterase.

–¿Qué tal fue la experiencia cuando por fin lanzaste tu música?
-Uno se va dando cuenta que tiene cierta resistencia a mostrar música propia, quieres que todo sea perfecto, te dices «la tengo que lanzar cuando todo esté preparado», pero no, hay que mostrar la música siempre que se pueda, en ese proceso te das cuenta que la gente le gusta escuchar algo nuevo, te prestan atención (…) Es importante ese momento cuando miras a alguien a los ojos, al cantar una canción propia y explicar tus pensamientos cuando la componías, ver su reacción cuando abre los ojos y bloquea el ruido, ese momento en que capturas a un total desconocido que nunca ha escuchado tu música, es increíble y eso pasó, así que pienso que hay que dejar el miedo a un lado.
–Y, ese «miedo» ¿Es algo que aún sientes presentando tu música?
-El miedo per se, es algo que hace mucho tiempo perdí, ya que llevo años haciendo esto. Lo sustituyó otra cosa (…) Es algo como un hormigueo, que aparece cuando haces cosas que te importan, entonces, independiente de dónde este cantando, con dos o muchas más personas, está ese hormigueo, es parte de la vulnerabilidad que sientes al exponer tu música, por ejemplo, lloro muchas veces cantando mis temas, no es algo que controlo, es algo que llega.

–Hablemos de «Las Grietas«, «Los Finales» y tu nuevo single «Bajamos juntos hacia el mar«, ¿Cómo fue el proceso de creación de esas canciones, y, ¿Por qué decidiste que fuesen tu carta de presentación?
-Me gustaría decirte que fue pensado, pero, no lo fue (risas), fue una decisión arbitraria, impulsiva que, por suerte, a lo largo del tiempo, he estado haciendo muchas alianzas y amistades con músicos y gente que está en el medio, gente que está dispuesta a lanzarse al agua junto a ti. Pasó que me llamó uno de ellos, una amiga, Valentina Armas, quien es ingeniero de sonido, y le mencioné que quería hacer una sesión en vivo, le dije «no sé muy bien de qué se trata, pero quiero hacerlo» y en un corto tiempo se fueron uniendo las piezas y terminamos haciendo la sesión en la librería Kalathos en el Centro de Arte los Galpones, se fue sumando gente muy querida, fue una sesión increíble, junto a Miki Mikott, quién nos ayudó mucho con el sonido, Rudy Alisetti, Pablo Alfaro, Miguel Quintero, Isabella Sánchez y Anderson Cordero. Cómo te dije, no lo pensé mucho, fueron las canciones que tenía en la mente.
–¿Se viene música nueva?
-Dentro de poco sale, oficialmente, «Bajamos juntos hacia el mar«, y vienen otras dos canciones, que saldrán pronto y bueno, también entraré al estudio a grabar otro tema.
–¿Cómo nació «Bajamos juntos hacia el mar«?
-De nuevo, a veces las canciones tienen su proceso de maduración, cada canción lleva su tiempo, sin embargo, está canción, fue algo que cayó en un viaje a la playa, con mi pareja, es la historia de un fin de semana muy bonito, y, regresando, llegó a mí.
–¿Crees que tus canciones van contando una historia?
-Probablemente sin quererlo, todas mis canciones, tienen demasiado de mí, sea evidente o no, todas mis canciones tienen imágenes, sentimientos, cosas que a veces quisiera esconder un poco más, pero no se puede.
–Después de sacar todas estas canciones ¿Tienes en mente lanzar un álbum?
-Eventualmente sí, cuando termine de sacar otras dos canciones, saldrá el compendio de mi primera sesión en vivo, que son esas cinco canciones. Y claro, en algún momento todas las canciones serán parte de un álbum. Se trata de hacer y crear, ya que, pensar me paraliza, así que, trato de pensar lo menos posible y hacer. En esta época de las redes sociales, muchas veces poner cada pieza en su lugar toma demasiado tiempo y no terminas de avanzar, en mi caso, prefiero no quedarme estancado y atreverme, golpeándome, tropezando, pero haciéndolo y soltándolo a la gente.

–Has hecho varias presentaciones en vivo con Ray Mariño, donde los dos, juntos, exponen su música ¿Cómo ha sido esa experiencia para ti?
-Ray y yo somos amigos desde hace mucho tiempo, y nos dimos cuenta que estábamos, exactamente, en el mismo punto de creatividad en nuestros proyectos, y las ansias que teníamos desde hace mucho tiempo de querer salir con algo propio. Ambos músicos, haciendo cosas en la calle con diferentes artistas y diferentes proyectos, y llegó el punto en que la olla de presión ya estaba pitando mucho, entonces, ya era hora (…) Hay mucha superposición entre nuestra música, en nuestros impulsos, influencias e inspiraciones, y por esto, decidimos unirnos, agarrarnos de la mano en este camino y hacer esta cosa rara de presentar nuestra música en conjunto, pensábamos que iba a ser una cosa de uno o dos conciertos, pero pica y se extiende.
–Y, ¿vienen también presentaciones en vivo individuales?
-Sí, ahora mismo estoy más enfocado en sacar mi música, creando, grabando, y, cuando esté más estable en eso, proseguiré con lo demás, sin embargo, por ahí estoy tocando también de manera individual, de vez en cuando.

–Tu música lleva una gran carga de romanticismo ¿Te consideras un romántico?
-La verdad no me considero un romántico, pero, como dices tú, creo que mi música dice lo contrario (risas) Llevo toda una vida con mi pareja y se me hace imposible no escribirle a ella, escribo también de otras cosas, pero siempre termino yendo hacia allá.
–Y por último ¿Qué hay en el Spotify de Sebas Iribarren?
-Escucho mucha música, cada vez trato de escuchar algo diferente, a medida que ha pasado el tiempo cada vez tengo menos reservas con el tipo de música que escucho, lo hago casi con una postura investigativa, pero en general disfruto escuchar de todo.
-Artistas como Buika, una gran cantante española, un poco de jazz con Cécile McLorin Salvant, la cantante latinoamericana Laura Itandehui y su último álbum que me gustó mucho, figuran en mi playlist e influenciado por mi papá, tengo épocas de escuchar a Serrat, Chico Buarque y Drexler. El álbum de El Kanka «Cosas de los vivientes» me encanta. Creería que cada artista que escucho actúa como influencia en la creación de mis canciones.

Entre Imágenes, emociones y vulnerabilidad.
Sebas se muestra como un artista profundamente consciente de su oficio y de la vulnerabilidad que implica crear. Su música —cargada de imágenes, emociones y matices— refleja esa búsqueda constante por conectar desde lo humano, más allá de las etiquetas o las fórmulas.
Entre proyectos, colaboraciones y nuevas canciones, como su nuevo single “Bajamos juntos hacia el mar”, continúa explorando su voz interior con una mezcla de curiosidad y entrega, convencido de que el arte no se planifica, se vive.
En tiempos donde la inmediatez parece dominar la creación, Iribarren defiende el valor de hacer sin miedo, de compartir el proceso, y de dejar que cada canción encuentre su propio cauce, como quien baja, paso a paso, hacia el mar.






