La NBA es famosa por sus gigantes: jugadores que superan los dos metros de altura y dominan la pintura con poderío físico. Sin embargo, a lo largo de la historia, algunos atletas desafiaron esa norma y demostraron que el talento, la velocidad y la determinación pueden superar cualquier desventaja física.
Los protagonistas
El más bajo de todos fue Tyrone «Muggsy» Bogues, con apenas 1.60 metros. A pesar de su estatura, jugó 14 temporadas en la NBA, principalmente con los Charlotte Hornets y los Washington Bullets. Fue un maestro en asistencias y robos, y disputó 889 partidos, convirtiéndose en un ícono de perseverancia.
Earl Boykins, con 1.65 metros, también desafió las expectativas. Jugó durante 13 temporadas en equipos como los Denver Nuggets y Milwaukee Bucks. Su velocidad y capacidad para anotar lo convirtieron en un valioso sexto hombre.
Spud Webb, de 1.70 metros, es recordado por ganar el concurso de clavadas en 1986, una hazaña que dejó al mundo boquiabierto. Jugó 12 temporadas, destacando con los Atlanta Hawks y Sacramento Kings.
Mel Hirsch, con 1.68 metros, tuvo una breve carrera en 1946 con los Boston Celtics, siendo uno de los pioneros en la era premoderna de la NBA.
Greg Grant, también de 1.70 metros, jugó nueve temporadas en seis equipos distintos, incluyendo los Phoenix Suns y New York Knicks. Su tenacidad lo mantuvo en la liga a pesar de los constantes cambios.
Keith Jennings, otro base de 1.70 metros, tuvo una carrera de tres temporadas con los Golden State Warriors en los años 90. Era conocido por su visión de juego y precisión en los pases.
Red Klotz, con 1.70 metros, jugó una temporada con los Baltimore Bullets y fue campeón en 1948. Más tarde fundó los Washington Generals, el equipo que enfrentaba a los Harlem Globetrotters.
Charlie Criss, de 1.78 metros, debutó en la NBA a los 28 años, una edad inusual. Jugó ocho temporadas con los Atlanta Hawks y San Diego Clippers, demostrando que nunca es tarde para alcanzar los sueños.
Nate Robinson, con 1.75 metros, fue uno de los jugadores más explosivos de su generación. Jugó 11 temporadas en equipos como los New York Knicks y Chicago Bulls, y ganó tres veces el concurso de clavadas.
Finalmente, Calvin Murphy, también de 1.75 metros, tuvo una carrera brillante con los Houston Rockets durante 13 temporadas. Promedió 17.9 puntos por partido y fue incluido en el Salón de la Fama del Baloncesto.
El tamaño no importa
Estos jugadores demostraron que la estatura no define el talento. Con velocidad, inteligencia, corazón y una ética de trabajo implacable, se ganaron un lugar en la historia de la NBA. Su legado inspira a miles de jóvenes que sueñan con llegar lejos, sin importar las limitaciones físicas.






