Por primera vez, Venezuela tendrá representación oficial en el Mundial del Pan, una de las competencias más prestigiosas y exigentes del planeta en el ámbito panadero. El evento, que se celebra en la ciudad francesa de Nantes, reunirá a las mejores delegaciones de los cinco continentes para medir técnica, arte y pasión en torno a uno de los alimentos más universales: el pan.
La delegación venezolana, integrada por el profesor William Tse (coach), Angélica Cova (panadera principal) y Camila Guardia (ayudante), lleva cinco años de trabajo y preparación para alcanzar este logro histórico. Su misión va más allá de la competencia: rescatar la artesanía del pan, reivindicar su valor nutricional y promover la transmisión del saber hacer entre generaciones.
“Queremos rescatar las viejas usanzas del pan”
El profesor William Tse, coach del equipo y formador de generaciones de panaderos, explicó que la filosofía detrás de este proyecto busca revalorizar la esencia artesanal del pan.
“Queremos reforzar la artesanía del pan, la nutrición y los valores de la salud dentro del producto. Los embajadores del pan han desarrollado un método llamado Hapus Panis, que rescata las viejas usanzas de cómo se hacía pan antes de esta era tecnológica”, señaló Tse.
Este método, basado en fermentaciones largas, masa madre y bajo uso de levaduras industriales, busca devolver al pan su valor original: un alimento vivo, saludable y simbólico.
“El pan fue el alimento del principio de la humanidad. Recuperar sus técnicas es recuperar parte de nuestra historia”, añadió el profesor, con la convicción de que el oficio panadero en Venezuela puede transformarse a través de la formación académica y la pasión.
“Todo se hace en vivo, nada se lleva listo”
La candidata principal del equipo, Angélica Cova, detalla que el Mundial del Pan es una competencia de altísimo nivel técnico y disciplina.
“Es la primera vez que Venezuela lleva un equipo al Mundial del Pan. Es una competencia técnicamente muy difícil porque todo se hace en vivo. No se puede llevar nada listo: los ingredientes son iguales para todos los países, y cada equipo tiene solo tres integrantes”, explica.
Durante dos jornadas intensas, los participantes elaboran panes salados, panes dulces y una pieza artística hecha completamente de pan. Cada detalle cuenta: desde el tamaño y peso de una baguette hasta la limpieza del espacio de trabajo.
“Me he preparado dos años y medio para esto. Primero tuvimos que entender las técnicas francesas, y luego incorporamos nuestros sabores, nuestras raíces. Eso es lo que queremos mostrar: que la panadería venezolana puede dialogar con el mundo desde su identidad”, comenta Cova.
La pieza central de su presentación será una escultura de pan de más de 80 centímetros de altura, elaborada sin pegamentos ni materiales artificiales, símbolo del arte y la técnica unidos por la tradición.
“Soy la generación de relevo”
A sus 21 años, Camila Guardia encarna la nueva camada de jóvenes panaderos venezolanos. Ganadora de competencias nacionales de cocina y pastelería, se ganó su lugar en el equipo gracias a su talento y dedicación.
“Mi rol es ayudar a Angélica en todo, pero también tengo panes que solo yo puedo hacer por reglamento. Soy pastelera y hago los rellenos de la bollería dulce. Me gusta pensar que soy parte de la generación de relevo, la que tiene que seguir aprendiendo y enseñar después”, cuenta con entusiasmo.
Su formación refleja una de las metas principales del proyecto: formar y transmitir conocimiento. Camila proviene del semillero de alumnos del profesor Ford, y su inclusión en el equipo no solo cumple un reglamento, sino también una misión educativa.
“Quiero inspirar a otros jóvenes a estudiar cocina, panadería y pastelería. Es una carrera viable, hermosa y llena de oportunidades”, afirma.
Pan con identidad venezolana
Aunque el reglamento del Mundial exige técnicas y formatos europeos, el equipo ha logrado integrar sabores venezolanos a su propuesta. Entre las creaciones destaca un pan inspirado en la margariteña, reinterpretado con técnicas francesas, y combinaciones de ingredientes criollos con métodos clásicos.
“Todos nuestros sabores están allí, aunque no llevemos exactamente los panes tradicionales. El tartín que llevamos, por ejemplo, tiene el alma del pan de Margarita, pero con estructura francesa. Es nuestro sello”, explica Cova.
Esta fusión entre tradición y modernidad busca no solo competir, sino mostrar al mundo una panadería venezolana con identidad propia, capaz de innovar sin perder sus raíces.
“No es un logro personal, es un logro del país”
El profesor Tse subraya que este debut en el Mundial del Pan no pertenece a un grupo aislado, sino que representa a toda Venezuela.
“Este trabajo no es un logro personal, es un logro de todo un país. Muchos panaderos nacionales intentaron llegar antes, pero no lo lograron. Ahora lo conseguimos gracias a años de preparación y al apoyo de empresas que apuestan por una Venezuela que sí puede”, afirmó.
Para el coach, el propósito final va más allá de Nantes: construir una nueva cultura panadera en el país.
“Queremos expandir la formación, profesionalizar el oficio y rescatar el valor del pan como alimento y símbolo de unión. En la Biblia, el pan es el pan de vida. Esa es la importancia que queremos devolverle”, reflexiona.
Con disciplina, pasión y orgullo, el equipo venezolano se prepara para enfrentarse a los grandes del mundo panadero: Francia, Japón, Italia y otras potencias que lideran el sector.






