La parroquia La Pastora de Caracas se alza como un poderoso ejemplo de que, incluso ante la embestida de la pandemia, la migración y la crisis económica, el esfuerzo, el trabajo y las ganas de salir adelante de su gente son inquebrantables. Esta zona de tradición no solo resiste, sino que florece gracias a la perseverancia de sus comerciantes y la alegría comunitaria de sus habitantes.
La Pastora se convirtió en un centro de gran valor cultural y arquitectónico, conservando hasta hoy una atmósfera colonial única en Caracas. Edificaciones emblemáticas como el Puente Carlos III, el más antiguo de la ciudad, la Iglesia de la Divina Pastora, y la Casa Museo de Arturo Michelena han sido declaradas Monumento Histórico Nacional, atestiguando la rica historia de este sector.
El legado del santo
La importancia actual de la parroquia se ve inmensamente reforzada por su conexión con el «médico de los pobres». La parroquia alberga el Complejo Casa-Museo Dr. José Gregorio Hernández, ubicado en la esquina de San Andrés a Desbarrancados, precisamente en el lugar donde el santo venezolano vivió sus últimos años y desde donde ejercía como médico. Este museo es ya un centro de devoción y ha sido fundamental para crear una ruta turística, histórica, cultural y religiosa en la parroquia.
Este punto de interés se convertirá en un epicentro de peregrinación y turismo religioso con la canonización del Dr. José Gregorio Hernández, junto a la Madre Carmen Rendiles, el pasado 19 de octubre de 2025. Este evento histórico elevó a ambas figuras a la santidad, consolidando no solo al museo sino a la parroquia La Pastora como un destino turístico y de fe.

Contrapunto.com se aventuró en las vibrantes calles de la populosa parroquia La Pastora, llevando su olfato periodístico hasta el corazón de la acción. En su recorrido, el equipo pudo constatar de primera mano la intensa dinámica de la zona: un ambiente innegablemente movido, rebosante de alegría y con una actividad comercial pujante que define el pulso diario de este rincón caraqueño.
De migrante a emprendedor
La calle que va entre las esquinas El Guanábano y Amadores, en la parroquia La Pastora, se ha convertido en un punto de referencia para los amantes de la comida rápida gracias a David Fernández, un joven emprendedor de 27 años que ofrece sus perros calientes «exóticos» y hamburguesas. Su puesto en la calle no es solo un negocio; es un reflejo de la vitalidad y el espíritu emprendedor que caracteriza a esta histórica parroquia caraqueña.
Mientras adereza un pedido, Fernández comenta que los días de mayor afluencia son los jueves, viernes y sábados. «Son los días en que la gente sale de trabajar y se va por allí a disfrutar de los espacios, a caminar, a comerse algo en la calle, puede ser una cachapa, un perro caliente. Aprovechan y se toman una birra, siempre hay movimiento», explica el joven, quien afirma que sus ventas se mantienen estables.
Para David, La Pastora es «única» y «no tiene comparación». Destaca su ambiente alegre, la nobleza y el espíritu trabajador de su gente. De hecho, su propio negocio es un testimonio de la resiliencia venezolana. Tras pasar dos años en Ecuador trabajando para terceros, tomó la decisión de regresar a su país para emprender su propio negocio.
«Me cansé de estar trabajando para otras personas y decidí volver, con lo que reuní mientras trabajé por allá, monté un carrito de ‘perros calientes’ aquí en la esquina de Amadores», relata Fernández. «Gracias a Dios me ha ido bien. Se trabaja fuerte, pero siempre ves el resultado. Siempre es mejor trabajar lo tuyo propio».
El éxito de su emprendimiento le ha permitido incluso adquirir bienes personales. «Con el sudor de mi trabajo, yo tengo mi moto, tengo mi carro, y todo gracias a mi puesto de perros calientes», afirma orgulloso.
Movida nocturna
La zona donde se ubica el puesto de David es también punto de referencia de la movida nocturna parroquial. A su juicio, la noche comienza con una «bala fría». «La gente viene, se come su perro caliente, o su hamburguesita, y luego empieza aquí lo que llaman el ‘pre despacho’, aquí cerca de una licorería», detalla. Los viernes y sábados la zona se llena hasta las 9:00 p.m., hora en que los clientes de las «bebidas espirituosas y la comida rápida» suelen migrar a otros locales de La Pastora.
Actualmente, el joven empresario emplea a dos personas más, sumando un equipo de tres para atender la demanda. Su mensaje es claro y directo para quienes tienen una idea de negocio: «Luchen por sus sueños, que trabajen, es mejor siempre hacer un esfuerzo para tener lo de uno, y que el esfuerzo valga la pena».
Concluye su testimonio con una firme convicción: «Yo me quedo en Venezuela, nada como nuestro país y nuestra gente. Les recomiendo que si tienen alguna idea para un emprendimiento, que le pongan corazón y saquen sus sueños adelante».
Los hermanos Soto y su determinación
Las historias de los negocios en La Pastora son un reflejo de la lucha diaria de miles de venezolanos. Félix Soto, con una trayectoria de 39 años, es el alma del bar El Torrero ubicado en la esquina donde se cruza la avenida Oeste 13 y la calle Real de La Pastora, la vía lleva a la Puerta de Caracas.
Tras la pandemia del COVID-19 que supuso un golpe casi fatal para los comerciantes, con los cierres obligatorios y la caída del consumo, las deudas se acumularon y el cierre definitivo era una posibilidad real. Sin embargo, su determinación le impidió bajar la santamaría.

Soto y su compañero de labores, César Márquez, optaron por la resiliencia y una estrategia sencilla pero efectiva: mantener la tradición, ofrecer un ambiente familiar para las personas de la comunidad y conservar los precios de la cerveza a un costo módico. Este esfuerzo no solo salvó el negocio, sino que lo consolidó como un faro de esperanza y perseverancia, un punto turístico visitado por un pilar de la vida social y cultural de la comunidad y las Noches de Taguaras, un popular tour organizado por Nirvana Aventura en el que visitan entre 6 a 8 bares emblemáticos del Oeste de Caracas.
Noches de Taguaras no es solo una salida nocturna, sino una experiencia cultural que busca recuperar el ambiente popular y la historia de estos bares tradicionales.
Para Félix Soto, la fe en el futuro esta firme, pues destaca la mejora en la seguridad y el potencial turístico de la zona, especialmente con la reciente canonización del Dr. José Gregorio Hernández, convirtiendo a El Torrero en un punto de referencia y de «muchos recuerdos».
Además del bar El Torrero, Nirvana Aventura con su programa Noches de Taguaras, también visitan el bar Las Delicias, ubicado entre las esquinas Delicias y Gobernador en La Pastora.
Muchos de los residentes de las zonas más pudientes del este de la ciudad evitan estos lugares, a pesar de su seducción histórica, sin embargo, el trayecto de Noches de Taguaras permite mostrarles que Caracas es mucho más extensa, un laberinto de sitios cautivadores, y los bares forman parte de ello.
Entrar a Las Delicias es como entrar a una especie de museo, su ambientación con fotos que muestran la historia del lugar y del país se mezcla con la musicalización que se centra mayormente en boleros y salsa.

Gustavo Soto, quien gerencia el lugar desde hace más de 40 años por legado de sus padres, comentó que aunque no conoce la fecha exacta de su creación, calcula que el bar tiene al menos 80 años.
Gustavo de 73 años de edad, resaltó que actualmente los días más movidos son los fines de semana.
El reto de emprender
Por otro lado, Julio, el fundador de Ricuras Grill, ubicado en la esquina de Natividad a San Fernando, casa número 102, convirtió un depósito «vuelto un desastre» en un emocionante rincón gastronómico con visión campestre. Su emprendimiento, impulsado por un evento musical improvisado que resultó ser «un boom», es una clara muestra de cómo el trabajo arduo y la visión transforman la adversidad en oportunidad.
En apenas tres meses de operación formal, Ricuras Grill de la mano de Julio, su esposa y cinco trabajadores más, se ha posicionado como el lugar ideal para saborear una buena parrilla, bailar y pasar un rato agradable, con planes ambiciosos de expansión y contratación de personal.
Ricuras Grill se distingue por su atmósfera de estilo campestre que sus fundadores, Julio e Indira han trabajado para mantener desde el inicio. «Queremos a futuro vender carne en vara, que sea como a nivel de campo, pues, así campestre», comenta Julio, resaltando la visión de convertir el espacio en un destino que evoque la tranquilidad de las afueras, pero en la ciudad.

El espíritu imbatible de la comunidad
El esfuerzo de los comerciantes encuentra su eco en el fuerte sentido de pertenencia y unión de los habitantes de La Pastora. La parroquia se ha convertido en un vibrante epicentro de alegría y cultura, donde la amistad y el espíritu de disfrute son inquebrantables.

A pesar del complejo panorama, los vecinos resaltan la solidaridad y el mutuo respeto que define el día a día en la comunidad, «Aquí todos somos parroquianos», señalan los vecinos.
La cultura espontánea es una prueba viviente de esta alegría. Un vecino de la comunidad nos comentó que, no hace mucho, la Plaza de La Pastora fue escenario de un evento musical con una DJ japonesa. Lo memorable fue la participación espontánea de un músico de la comunidad, que al escuchar el ritmo de la salsa brava, buscó su campana (cencerro) e inyectó el sabor local al performance.
Nelson nos relata que esta escena fue grabada por documentalistas de Japón, Francia e Italia, inmortalizando el espíritu de La Pastora: un lugar donde la música, la alegría y el talento local florecen sin pedir permiso, demostrando que la cultura y la vida social son un ancla poderosa contra la adversidad.
La Pastora es, en esencia, la prueba de que el arraigo a la tradición, la unión vecinal y la incansable voluntad de emprender son la fórmula para que los pequeños negocios y la vida comunitaria no solo sobrevivan a las crisis, sino que se conviertan en la fuerza motriz de la recuperación, la alegría y el optimismo ante el futuro.






