El 23 de Enero en Caracas transformó radicalmente su historia nocturna. Lo que en tiempos remotos fue una urbanización temida, un lugar donde, si no eras del barrio, se aconsejaba entrar con un «vaquiano», hoy se alza como uno de los centros de entretenimiento más vibrantes, sanos y seguros de la capital en donde pueden convivir sin reservas gente de los sectores populares de la ciudad y la «clase media rumbera». Todos unidos por la intención de disfrutar la buena música, pasarla bien y “echar un pie” los fines de semana.

La reputación de antaño quedó plasmada en el imaginario popular. La famosa canción Calle Luna, Calle Sol de Héctor Lavoe y Willie Colón, era un fiel reflejo de la tensión de la época. Un ejemplo vivo es una frase de esa inolvidable pieza:
«Oiga señor si usted quiere su vida / Evitar es mejor o la tienes perdida / Mire señora agarre bien su cartera / No conoce este barrio aquí asaltan a cualquiera…»
Sin embargo, ese panorama es cosa del pasado. «El 23» se convirtió en un punto de referencia ineludible para el ocio nocturno caraqueño. Sus visitantes acuden a rumbear, disfrutar de buena música, comer sabroso, bailar, y lo mejor de todo, en un ambiente a precios solidarios.
Lo más notable, y el principal cambio, es la seguridad garantizada todos los días de la semana en toda la urbanización; hasta los propios protagonistas de la movida nocturna lo resumen: «Cero peo, cero líos». Hoy, el 23 de Enero invita a vivir una experiencia festiva, demostrando que su noche no solo ha cambiado, sino que brilla con luz propia y al ritmo de los Djs de turno.

En La Cañada la salsa es la que se impone
Si a usted le gusta la salsa, el guateque y pasarla bien, debe conocer, o quizás, ya conoce, la rumba que se «prende» entre los bloques 18 y 19 de La Cañada de esta parroquia. Es ideal para bailar toda la noche.
Salsa buena, salsa «cabilla», esa que le gusta a los rumberos de la vieja escuela, pero también para los jóvenes que se han criado oyendo Fania All Star influenciados por los gustos de sus padres o parientes cercanos, que saben que este tipo de música se debe bailar porque quedarse sentado es un pecado mortal. «Es un lugar que está hecho para el bailador», afirman algunos invitados.
El nombre del espacio es muy representativo, se llama Pa’ La Cañada y está custodiada por los mismo vecinos, que no permiten que se formen problemas por el consumo excesivo de las «bebidas espirituosas» que ofrecen en el lugar y sus alrededores, porque al final, «la idea es pasarla bien y disfrutar».
«Acá la rumba la prendemos nosotros, la música ayuda, pero el ambiente lo hace uno. Pueden ver como está la fiesta. Acá nos beneficiamos todos, desde el que vende hielo, cigarros, agua y comida rápida hasta los camioneteros», aseveró Gustavo Enrique Vásquez, vecino del local.
La música va por todas las variantes de la salsa, sus precios son muy económicos y es un punto de referencia para los amantes de este género creado, nacido y criado en el Caribe.
«Aquí no hay rollos, no hay problemas. Vengan y disfruten que solo hay música buena, espacio para bailar y pasarla bien», argumenta Alberto Rojas, un vecino del Bloque 16, quien es un asiduo visitante del local.
¿Cómo llegar?
Las personas que desean visitar el lugar tienen varios puntos de accesos: El primero es ubicarse en El Silencio y tomar una camioneta que vaya al 23 de Enero por la zona central o La Cañada, decirle al conductor que lo deje en el Bloque 18, ahí la algarabía le indicará que llegó al local que buscaba.
La segunda opción y la más sencilla es tomar el sistema Metro de Caracas y quedarse en la estación Agua Salud, tomar la salida del 23 de Enero; luego ubicarse en la calle La Cañada y subir caminando hasta el Bloque 18, dirección La Redoma del Bloque 7, deben ser unos 500 metros de distancia, a lo mejor más, pero la caminata no es tediosa y encontrarán varios puestos gourmet y para llegar al lugar no se corre el riesgo de ser abordado por «gente mala», pues como se mencionó al pr¡ncipio de esta nota, la seguridad está garantizada todos los días y a toda hora.

Petra y Maya con su bodegón
La zona central del 23 de Enero ha ganado notoriedad por las rumbas temáticas que se forman en el Bodegón de Petra y Maya. Un lugar para pasarla bien y disfrutar de todos los géneros musicales, sí, de todos, porque en este local no escatiman para que sus visitantes puedan deleitarse de su grato ambiente. Las celebraciones en el Bodegón comienzan los miércoles y terminan los domingos con ofertas por doquier, desde un combo de cervezas hasta «un trago mayor de edad».
Está enclavado entre los bloques 25 y 26 de la populosa urbanización, bajo la mirada y el resguardo de la Comuna Panal 21. Un ambiente agradable y seguro, donde se han presentado algunos artistas famosos como Paquito Barón (Orquesta Bronco), Rodrigo Mendoza (Dimensión Latina), Frederlyn Mayora; Eukarys, la Nena Sexy de la Salsa; Frederyck, El Coco; Wilman Cano y Miguel Araujo, entre otros.
También han llevado a las minitecas ZC y Betelgeuse con sus shows retros que evocan los años 80 y 90. Por si fuera poco, exdeportistas nacionales han desfilado por ese rincón mágico que ha convertido las noches del 23 de Enero en un ambiente agradable y «sabroso para oír música, bailar y gozar». Renny Vega, Víctor David Díaz, Edmer Escalona son algunos de los que se han dejado ver en donde Petra y Maya.
Alejandro Berrios es un visitante que no se «pela» una celebración en el bodegón. «Me gusta acá, su música, su seguridad, el esfuerzo que han hecho para brindarle a sus clientes distintos shows. Tienen buenos precios y son muy creativos al momento de formar las rumbas. Hay desde días de vallenatos, música llanera y salas de despecho. Mi esposa y yo siempre venimos. Supieron sacarle provecho a la génesis del venezolano (buen humor y rumba), al sector y a la localidad».
Berrios es un vecino de la Zona, vive en el Bloque 29 de la zona central del 23 de Enero y argumenta que el Bodegón de Petra y Maya es el local ideal para pasarla bien sin correr el riesgo de ser sorprendidos por «los amigos de lo ajeno».
Además, del tremendo rumbón que se forma en este local, el Bodegón de Petra y Maya impulsa la economía del sector, genera 13 empleos directos e indirectos, los quioscos de comida aledaños y otras misceláneas son los encargados de proveer a los visitantes desde cigarros detallados hasta deliciosos combos de comída rápida. «Es un ganar, ganar», dijo uno de los encargados de un negocio que expende hamburgesas, perros, entre otros.
¿Cómo llegar?
Es muy fácil llegar a este local. Pueden hacerlo utilizando el Metro de Caracas o llegando desde El Silencio. Toman las camionetas que van por el 23 de Enero, zona central y se quedan en la parada que da a la Comuna Panal 21. Si vienen en Metro, tomen la salida que da al 23 de Enero y ahí pueden tomar unas de las camionetas que se dirijan a la zona central, igual piden la parada de Panal 21.

En la Zona F se rumbea de punta a punta
La Zona F del 23 de Enero se ha consolidado como uno de los focos más activos de la movida nocturna caraqueña. Espacios como Hermanos Cabello, Abasto La Libertad y la Discoteca A Grado 23 son referentes obligados para quienes buscan pasarla bien. Como afirma una de las encargadas: “En la F se rumbea de punta a punta, y cada local tiene su estilo y su público”.
Los mejores DJs de Caracas han desfilado por esta zona, trayendo consigo repertorios, o como dicen las más chamos, playlists, que se tararean y bailan hasta que «el cuerpo aguante». El Abasto La Libertad, por ejemplo, emplea a ocho personas durante los fines de semana (viernes, sábado y domingo), beneficiando directamente a ocho familias gracias al “guaguancó” que se arma frente al local. Ellos abren de lunes a lunes, pero no todos los días se forma el «bochinche», que se ha hecho famoso gracias a las redes sociales y a los «influencers» que han visitado el lugar.
El espacio ha sido acondicionado para brindar una experiencia completa: shows de DJs, estacionamiento (desde un dólar para las motos), baños públicos en buen estado y atención personalizada.
La propuesta musical del Abasto es variada, y colinda con la de Hermanos Cabello, otro local que ha sabido capitalizar el boom de las redes sociales. Sin embargo, su sello distintivo es claro: allí solo suena salsa y “de la buena”. Este local abre de viernes (a partir de las cinco de la tarde) a domingo y cierra a la medianoche.
Diez personas se encargan de atender al público, y cuando hay presentaciones en vivo, el lugar puede reunir hasta 500 personas «cuidado y si no son más» en un espacio reducido, pero acogedor y ameno, que atrae visitantes de distintos sectores de Caracas.
La rumba también dinamiza la economía local. Los puestos de comida se benefician de estos bembés casi callejeros, ofreciendo una diversidad gastronómica que va desde el clásico perro caliente “con todos los hierros” hasta cochino frito, cachapas, pinchos mixtos, pollo a la broaster y más. Como comenta Bárbara, encargada de un puesto de cachapas: “Nadie sabe qué fue primero, si la mini calle del hambre o las rumbas que se forman en el Abasto Libertad y Hermanos Cabello”.
Recreación a más no poder
Pero eso no es todo, la Zona F también tiene un lugar para los más pequeños o para aquellos adultos que les gusta la adrenalina, un paintball, que ofrece combos para quemar las energías y el estrés causado por las largas jornadas laborales, el estudio o la manera de sobrellevar el día a día. Los precios son irrisorios y puedes pasar todo el día disfrutando con tus amigos, compañeros de trabajo o panas de la universidad. El local se llama: Caracas Paintball.
También hay paseos a caballos con ejemplares dóciles y mansos, que pastan muy cerca de la zona y que aprovechan la poca vegetación para apaciguar el hambre que cada recorrido les provoca. En algún momento hubo una pista de motos de bajas cilindradas, especialmente hecha para los más pequeños de la casa.

«No sé que pasó con eso, a lo mejor lo retoman y hacen algo divertido. Por acá hay mucha imaginación y la idea es producir en tiempos difíciles. Los emprendimientos van y vienen. Siempre se busca ganar dinero de forma honrada; también ofrecer espacios de diversión y esparcimiento para todas las personas», comentó Roberto Salazar, vecino de la zona que aprovecha de vender sus misceláneas cerca del epicentro nocturno.
El camino
A la Zona F se llega de varias maneras. Pueden quedarse en la estación Agua Salud del Metro de Caracas, salida 23 de Enero. Frente a la estación hay camionetas que lo llevan al sitio, deben procurar tomar la que dice La Redoma-Zona F-Propatria. Usted escoje el local o puede hacer un recorrido por todos los ambientes que allí ofrecen.
Desde El Silencio también pueden abordar los «por puestos» que dicen: Silencio-Propatria. También se puede llegar desde La Silsa, frente a la bomba hay camionetas que los llevan directo al sector.

El 23 reinventó sus noches
Lo que alguna vez fue símbolo de advertencia y temor, hoy es sinónimo de fiesta, comunidad y emprendimiento. El 23 de Enero logró lo que pocos sectores populares en Caracas han podido: transformar su narrativa urbana desde adentro, con sus propios protagonistas, ritmos y sabores. La rumba aquí no es solo música y baile, es una expresión de resistencia cultural, de alegría compartida y de economía solidaria.

Desde los bloques de La Cañada hasta la Zona F, pasando por el Bodegón de Petra y Maya, cada rincón vibra con una energía que desmiente prejuicios y celebra la vida. La seguridad, la articulación de las organizaciones que hacen vida en la zona y la diversidad de propuestas han convertido «al 23» en un laboratorio de recreación popular, donde la salsa, el reguetón, el vallenato y el paintball conviven en armonía.
Así, entre playlists, cachapas y caballos, el 23 de Enero demuestra que la noche también puede ser territorio de encuentro, de inclusión y de futuro. Porque cuando la comunidad se organiza, la música suena mejor, y la ciudad baila al ritmo de su gente.






