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viernes, 05 diciembre, 2025
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Ángel Lombardi: El diálogo y la negociación tienen que incluir todos los tengan representatividad en la sociedad

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Para abrir las puertas a una salida de la crisis que vive el país, Ángel Lombardi no deja de creer en el diálogo y la negociación, aunque estén desprestigiados estos términos. Eso sí, destaca que para sean creíbles las iniciativas de este tipo deben ser lo suficientemente incluyentes y generar la confianza necesaria en la población.

El historiador señala que en la política cuando no se puede con el adversario se debe negociar con él, aunque «suene feo», y en la realidad venezolana se ha demostrado que los actores en pugna no han podido con el que tienen en la acera del frente.

“Se debe negociar, así no nos guste”, insiste y alerta sobre las consecuencias de escalar la violencia porque esto puede llevar a daños sobre varias generaciones. Coloca como ejemplo el caso colombiano que mantiene hasta el sol de hoy en lo que considera un escenario velado de guerra civil.

Lombardi señala que “si Gobierno y oposición se sientan, evidentemente que la mayor disposición de llegar a acuerdos tiene que ser en la parte gubernamental, porque tiene la cuota mayor de poder”.

REALIDAD COMPLICADA

“El escenario venezolano que llamamos ‘la crisis venezolana’, tienen tantos factores vinculados que es imposible simplificarlo, especialmente cuando está en proceso, cuando hay una dinámica al respecto”, sostiene el historiador.

Habla sobre una realidad particular y que la vincula “en primer lugar”, con un tema de legitimidad.

“El Gobierno nacional o el régimen, carece de legitimidad para muchos venezolanos por el resultado del 28 de julio del 2024. Entonces, no es lo mismo, cuestionar a un gobierno legítimo que a un gobierno en donde un aparte importante de los venezolanos lo consideran ilegítimo. Que no acató la voluntad popular. Eso crea una gran debilidad para el gobierno y favorece, diríamos, la tesis de que es necesario que el oficialismos acate los resultados y haya un cambio de gobierno”, señala Lombardi.

Destaca que “lamentablemente en la democracia venezolana, la Constitución y la institucionalidad siempre han sido muy débiles, no solamente ahora, sino tradicionalmente. En Venezuela no hemos logrado consolidar un sistema político enmarcado 100% ni en la legalidad ni en la constitucionalidad ni en la legitimidad”.

Haciendo gala de su oficio y su especialidad recuerda que en las escuelas venezolanas se “nos enseña” el capítulo de la historia en que José Tadeo Monagas quería cambiar la Constitución y sus asesores jurídicos le dijeron que no se podía.

“Entonces, él dice, ‘¿Cómo que no se puede? Soy el presidente y la Constitución es un traje a la medida del presidente», relata el historiador.

HISTORIA RECIENTE

A partir de este hecho señala que “esa malsana práctica se ha cumplido casi siempre. Regímenes que persisten ilegítimamente, ilegalmente, que buscan mantenerse en el poder recurren a los cambios constitucionales”.

“Especialmente en los últimos años, la última constituyente nació viciada, porque no fue producto de un consenso político nacional, sino que fue prácticamente producto de una situación coyuntural, en donde Chávez, teniendo popularidad y apoyo, manipuló el sistema electoral de tal manera que una parte de la población eligió a la mayoría de los constituyentes”, señala en su análisis el exrector de la Universidad del Zulia.

Según su criterio esto camina en dirección contraria a lo que sucedió con la Constitución de 1961 “donde hubo un consenso político y esa Constitución fue firmada por los actores políticos más importantes de la época, que representaban, diríamos, al 80% o el 90% del país, como eran el caso de Acción Democrática, URD, Copei y el propio Partido Comunista”.

“Entonces, la situación constitucional en Venezuela es muy débil. Si las instituciones están totalmente cooptadas, ocupadas por personas afines al régimen u obedientes al régimen, evidentemente que no hay posibilidad de crear un espacio democrático”, advierte.

Lombardi nunca deja de lado su condición de historiador y sigue señalando hechos que ayudaron a configurar los escenarios actuales.

“La oposición unida desde el 2023 logró abrir espacios, con todas las dificultades conocidas, y a pesar de eso, hubo una victoria electoral, pero no fue legalmente reconocida, porque no se cumplieron los lapsos legales ni los requisitos legales, concretamente un escrutinio completo y la publicación de las actas”, puntualiza.

Señala que el Poder Electoral y el Tribunal Supremo de Justicia “se convirtieron en poderes cómplices de un desconocimiento de la soberanía popular”.

“Tan es así, que gobiernos amigos de esta Administración, como el de Colombia y el de Brasil, siguen sin reconocer oficialmente el triunfo electoral de Maduro para este nuevo periodo. Ahí tenemos un problema muy grave”, destaca.

LOS ACTORES NECESARIOS

“Una negociación, evidentemente no puede ignorar el resultado del 28 de julio del 2024. Porque no se trata solamente del liderazgo de María Corina Machado o la elección de Edmundo González, sino que es, para mucha gente, la expresión democrática de la soberanía popular”, alerta Lombardi e inmediatamente afirma: “Ese factor opositor importante se tiene que tomar en cuenta. Si no se toma en cuenta y hay otro tipo de arreglo, evidentemente pasamos de una fase de confusión, incertidumbre e inestabilidad a otra fase de mayor confusión, incertidumbre, inestabilidad”.

La experiencia de dice “que debe haber conversaciones a diversos niveles, pero eso no se sabe. Pero en esa negociación es importante que estén representadas realmente las partes que interesan y que sean verdaderamente representativas”.

“No se trata de firmar un documento abstracto, sino se trata de llegar a acuerdos prácticos de viabilidad de una crisis que tiene muchas décadas y que necesita acuerdos fundamentales, prácticamente, en todos los aspectos de la vida nacional”, indica el exrector de la Universidad Católica Cecilio Acosta.

-Se han dado iniciativas como Barbados, Noruega, República Dominicana, que han conseguido algunos avances, pero al final naufragan.

-Es una tarea muy difícil, De manera pública no la veo en este momento desarrollándose, pero quiero presumir que a nivel privado se está dando. La diplomacia es secreta, cuando ya se publicita o fracasó o porque está en desarrollo.

– ¿Quiénes deben sentarse a negociar además de los factores que ya ha nombrado?

-Hay que destacar que no estamos solamente hablando de protagonistas políticos y sociales representativos. En Venezuela, también la tradición histórica nos indica que cuando no hay certezas o hay desacuerdos sociales y políticos profundos, el desarrollo de una crisis o la eventual solución depende de la opinión de las Fuerzas Armadas, debido a que el árbitro constitucional e institucional no está funcionando. Entonces el único árbitro que permite o posibilita soluciones son los militares.

En este momento de su argumentación se detiene para no dejar dudas sobre su posición y aclara: “Fíjate que no estoy hablando de golpe de Estado, estoy diciendo que es la opinión de las Fuerzas Armadas. Digo que las Fuerzas Armadas simplemente interpreta de alguna manera el conflicto y toma decisiones. De facto, no de derecho, porque ellos no tienen, no tendrían la competencia legal, pero ha sido así en la realidad venezolana. Ahí hay otra problemática.

-Y tablero internacional… ¿cuánto pesa?

-La situación venezolana no es un problema solamente interno. Es un problema internacional, porque es una coyuntura en donde se están moviendo todos los parámetros y paradigmas de la geopolítica mundial. Además, el hecho de que nosotros seamos un país petrolero y la primera reserva del mundo de petróleo nos convierte pues un objetivo importante a niveles geopolíticos para todas las potencias. Estados Unidos y otros países, los vecinos como Colombia y Brasil, tienen evidente interés en lo que pasa en Venezuela, porque tiene que ver con sus propios intereses.

– ¿El tema de las relaciones con Estados Unidos cómo puede desarrollarse?

-Ellos lo han dicho claramente que en su nueva doctrina de ‘enemigo estratégico’ miran a China y deciden consolidar su presencia e influencia en el hemisferio occidental, concretamente en el continente americano y su entorno en Norteamérica, incluyendo, como se sabe, Groenlandia y la ruta Ártica.

Lombardi continúa dibujando el mapa de relaciones geopolíticas y señala que “los rusos, evidentemente, va van a tratar de mantener su influencia en el país, en la región. Igual China, Irán y nosotros formamos parte de esa geopolítica mundial y esto también complica de alguna manera”.

“Todo está en movimiento. De hecho, en este momento, mediáticamente, cuando uno mira el mundo y ve como si se estuviera desarrollando un caos general con tensiones cada tanto tiempo en diversas regiones y nosotros estamos en ese proceso”, advierte.

LA NEGOCIACIÓN NECESARIA

En medio de esa realidad el profesor universitario reitera que la necesidad de la negociación “a pesar de que es una palabra bastante desacreditada en Venezuela por las malas experiencias que hemos tenido en los últimos años, pero realmente no veo una alternativa con menos costo en violencia e inestabilidad que una negociación”.

“Si mantenemos el nivel de confrontación que hay en Venezuela, de radicalismos de parte y parte, inevitablemente la escalada violenta va a aumentar, va a ser una escalada y yo creo que eso no le conviene a nadie”, sostiene.

Agrega que quien piense en los intereses del país debe apuntar a la recuperación de “un proyecto democrático inclusivo y al mismo tiempo con una necesidad imperiosa de recuperación económica para tratar de empezar a reparar las enormes desigualdades, injusticias y carencias que nosotros tenemos. Y eso solamente es posible a través de un gran acuerdo nacional”.

– ¿Cuáles serían las características de ese acuerdo y cuáles serían los incentivos?

-Este acuerdo no necesariamente tiene que ser multipartidista en el sentido tradicional. En este momento ningún partido representa una mayoría, pero sí que incluya a todos los sectores importantes. Lógicamente a sectores que expresen de alguna manera orgánica la opinión pública.

DIFICIL, PERO SE HA LOGRADO

En su discurso Lombardi sugiere la memoria corta que las sociedades contemporáneas exhiben y acude nuevamente a contrastar las realidades que marcado la vida de los venezolanos.

“Recurro aquí a un ejemplo histórico. La democracia venezolana de 1958 surge de un acuerdo político entre rivales y antagonistas políticos. Si uno recuerda a la Venezuela de los años 40-50, el antagonismo entre Acción Democrática, URD, COPEI y el Partido Comunista era total, pero tuvieron la capacidad de entenderse. Fue un proyecto compartido, pero fíjate que entenderse, ¿cómo fue? Simplemente establecer un marco electoral que decidiera la gente y compartir el gobierno”, ilustra el profesor universitario.

Destaca que no solo fue un tema de acuerdo entre políticos y destaca que “a este proyecto lograron incorporarse sectores fundamentales como la Iglesia Católica, el cardenal Quintero en este caso y la Conferencia Episcopal Venezolana, sectores empresariales y al sector militar”.

“Tanto es así que el sector militar que acompañó a Pérez Jiménez termina, participando en la transición y la primera Junta de Gobierno la preside un militar que venía de la época de Pérez Jiménez, Wolfang Larrazábal y después se incorporan dos empresarios. Luego Wolfang Larrazábal se convierte en candidato y entra un civil a presidir la junta: Édgar Sanabria”, recuerda Ángel Lombardi.

Vuelve a detenerse un momento en su narrativa solo la acentuar uno de los puntos medulares de su análisis: “Si nosotros tuvimos esa experiencia tan exitosa de acuerdo político en función de un proyecto democrático, no veo por qué tengamos que cancelar esa posibilidad a pesar de los fracasos que hemos tenido en los últimos años”.

– ¿Cómo hacer la negociación creíble?

-Para que la negociación tenga credibilidad debe demostrar su eficacia y su viabilidad en los hechos. Y aquí es donde precisamente viene el compromiso de las partes. Si Gobierno y oposición se sienten a negociar, evidentemente que la mayor disposición a llegar a acuerdo tiene que ser en la parte gubernamental, porque tiene la cuota mayor de poder. Y cumplir con lo acordado.

EL TABLERO DE LA GEOPOLÍTICA

Al llegar a este momento de la entrevista retoma el tema de la geopolítica y señala que con el riesgo de “estar perfectamente equivocado, percibo que Estados Unidos, está tratando de crear, diríamos, una amenaza creíble para obligar de alguna manera a que el régimen entienda que tiene que negociar, pero al mismo tiempo no ha renunciado al diálogo”.

Agrega que esto lo evidencia “la presencia pública de las declaraciones de Grenell y las declaraciones de Marco Rubio”.

“Aparentemente para el gran público pareciera o deberían parecer contradictoria, pero se olvida que ambos son funcionarios importantes del gobierno de los Estados Unidos, del gobierno de Trump. Grenell sigue insistiendo en la negociación, pero eso no lo hace a título personal, porque hay una tendencia en el gobierno de Estados Unidos, seguramente, que piensa que esa es la vía más racional o más conveniente. Y al mismo tiempo, Marco Rubio y otros funcionarios insisten en la línea, diríamos, de la presión máxima”, señala en su explicación Lombardi,

Ilustra este actuar con la política del “garrote y la zanahoria”.

“Si tú agarras la zanahoria, te va a ir bien, si agarras el garrote, pues te va a ir mal. Eso es lo que está diciendo Estados Unidos en uso de su poder. De su poder e influencia real. Yo creo que eso está planteado”, indica.

Cuando evalúa la posición de Rusia acota que en términos de discurso va a defender su presencia y su influencia en la región, “pero ellos son realistas y tienen sus propios problemas en su propio espacio cercano, concretamente Ucrania. Entonces, perfectamente se pueden poner de acuerdo con los Estados Unidos en respetar sus esferas de influencia y ni hablar de los chinos”.

“Los chinos estos momentos no quieren guerra en ninguna parte. Ellos lo que quieren es aumentar su desarrollo económico, tecnológico y su presencia comercial y lo están logrando. No quieren interrumpir ese proceso tan exitoso metiéndose en conflictos armados, Así que el que crea que Rusia o China va a venir a defender con las armas al gobierno venezolano, está cometiendo un gravísimo error”, sentencia el historiador.

Señala que Irán no tiene ninguna capacidad directa de intervención militar, pero sí van a tratar de proteger sus intereses, como ocurre con todos los países del mundo.

“Para todos ellos es un problema secundario, porque como tienen que conciliar intereses en todo el globo, el caso venezolano es un caso más y no precisamente el más importante. Yo no vería obstáculos a nivel internacional para llegar a acuerdos en donde se respeten ciertos intereses lícitos de las partes”, señala en su análisis.

DIÁLOGO, ANTES QUE NADA

En la parte final de esta conversación el exrector insiste en que sigue “apostando por el diálogo y la negociación”.

“No soy utopista ni ilusionista. Sé que esto no es fácil, está lleno de dificultades, pero la otra vía que, aparentemente es la vía más rápida, más fácil, más directa, la experiencia histórica en Venezuela y fuera de Venezuela demuestra que son las más peligrosas, porque crean situaciones de inestabilidad de largo plazo y realmente comprometen el futuro de varias generaciones”, alerta el historiador.

Para ilustrar su argumento señala el caso colombiano que “tienen prácticamente tiene un siglo en guerra civil y la tuvieron también el siglo anterior”.

“El conflicto en Colombia tiene un origen político muy directo. El asesinato de Gaitán de 1948. Allí una parte del sector liberal, al ver que no se le abría ninguna posibilidad electoral con Gaitán, se fue a la guerrilla y ahí salió la FARC. A pesar de los logros alcanzados en proceso de paz, es un país que sigue enguerrillado y ha tenido que asumir la guerrilla, la violencia y el narcotráfico prácticamente como otro país y otra economía que está allí y no logran eliminarlo. Yo no quisiera ese destino para Venezuela. Yo quisiera que nosotros siguiéramos siendo un país unido, un país con grandes posibilidades de desarrollo material y en donde los conflictos internos se puedan dirimir de manera democrática, civilizada”, advierte en su evaluación Lombardi.

Para cerrar su argumentación sentenció: “La conciliación que suena muy feo, suena a oportunismo, neutralidad, o como la quieran descalificar, pero realmente la conciliación es la vía más civilizada para tratar de evitar violencias mayores. Yo sigo apostando pues por la vía del diálogo y la negociación”.

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