A pocos días del reinicio de actividades escolares en el país, las editoriales privadas venezolanas mantienen bajas expectativas en lo respectivo a las ventas de textos escolares, considerando el reducido mercado al que pueden dirigirse, dado que por políticas gubernamentales no pueden acceder a colegios del sector público. Así lo indicó el vicepresidente de la Cámara Venezolana de Editores (camveneditores), Julio Mazparrote.
Precisó en entrevista para Contrapunto.com que si bien la adquisición de textos escolares inicia a finales del mes de julio de 2025 -una práctica común entre los padres más precavidos- el inicio de adquisición de libros se ha mantenido «lenta», una acción que «posiblemente» se debe a «la crisis económica, la inflación, el alza del dólar y/o el bajo poder adquisitivo» del venezolano.
No obstante, subrayó que los meses pico para la venta de textos escolares son septiembre y octubre, una aseveración respaldada por comerciantes especializados tanto en este rubro, como en lo respectivo a la papelería: «La gente sigue comprando incluso después de que empiezan las clases. Algunos esperan la quincena y otros van comprando poco a poco para completar todo el material que sus hijos necesitan», indicó Alba Mujica, vendedora de una papelería ubicada en el este de Caracas.
Un sector en crisis
Mazparrote indicó que las editoriales privadas dedicadas a la impresión de textos escolares se han visto «sumamente golpeadas por la crisis» y recordó que esta situación se ha venido desarrollando desde el año 2011, cuando el Ministerio de Educación prohibió la circulación de textos escolares de editoriales privadas en colegios públicos.
«Los colegios públicos actualmente representan entre el 80% y 85% del universo estudiantil«, razón por la que «las editoriales privadas solamente surten libros a los colegios privados, que son aproximadamente apenas el 15%«.
Ese mismo año se llevó a cabo el lanzamiento de una serie de enciclopedias denominadas «Colección Bicentenario», que sería distribuida por el Estado a las instituciones públicas. A pesar de ello, estos textos dejaron de imprimirse en el año 2018, aunque la política de no aceptar el ingreso de editoriales privadas a estos recintos se mantuvo.
Con ello llegó la crisis y, por consiguiente, el cierre de editoriales: «De unas 20 editoriales que había (en el país), aproximadamente en el año 2010, actualmente quedan cerca de solo ocho«.
Pero esta no es la única amenaza que ha enfrentado el sector. El también presidente de la Cámara Venezolana del Libro mencionó el frecuente «uso indiscriminado de internet (…) que se ha utilizado mucho para solventar, vamos a decir, la crisis económica y el no poder adquirir textos escolares».
Asimismo, mencionó que el sector ha trabajado para frenar actividades de «piratería, ya que se están imprimiendo muchos libros de manera ilegal, en centros de copiado e imprentas ilegales, lo que ha puesto a las editoriales en una situación muy grave».
Gestionado en Venezuela e impreso en el exterior
De acuerdo con un recorrido realizado por el equipo de Contrapunto.com en algunas zonas de la ciudad de Caracas, actualmente los precios de los textos escolares oscilan entre los 6 y los 75 dólares, montos que varían dependiendo de la editorial y el país en el que fue impreso.
Mazparrote sostiene, sin embargo, que «básicamente» en lo referente al área de textos escolares, «la gran mayoría de los libros son hechos en Venezuela«, aunque «hay unas empresas venezolanas que están imprimiendo en China, otras que están imprimiendo en Colombia, y otras imprimen en Venezuela (pero) también hay algunos catálogos que vienen de México, de editoriales mexicanas que adaptan ciertos textos escolares al estudiante venezolano».
Por su parte, la señora Ana Erazo, quien vende textos escolares en una feria itinerante instalada en el bulevar de Sabana Grande de cara al reinicio de actividades escolares, indicó que «casi todos los libros que tenemos (en su tienda) son impresos fuera de Venezuela, porque imagínese, si fuera impreso aquí mismo, en nuestra tierra natal, los libros serían sumamente más costosos».
Detalló que cuenta con libros que «vienen de Colombia, o son impresos en México, otros vienen de España, de Puerto Rico y República Dominicana. La mayoría de los textos son importados, uno que otro son impresos aquí en Venezuela, pero en las regiones, en ciudades como Valencia y Maracaibo, esto hablando de textos escolares y alguna literatura infantil de editorial escolar».
El vicepresidente de la Cámara Venezolana de Editores destacó que en Venezuela, de forma oficial en el área de textos escolares, «solamente está Santillana, que es la más grande y, de hecho, es la líder del mercado» y destacó que la mayoría de los libros que llegan a Venezuela en calidad de importación, arriban tras la iniciativa de distribuidoras nacionales que hacen adquisiciones en el exterior en pocas cantidades y los traen para surtir a las librerías.
Y aunque resulta positivo de cara a la disponibilidad de unidades, «eso también encarece el precio de los libros, porque no son los representantes oficiales de las editoriales, sino que son terceros que buscan libros en el exterior y los traen».
Las editoriales resisten
Mientras este panorama se mantiene, las editoriales se han visto en la necesidad de reinventarse, encontrando sus fortalezas en el área de los libros fungibles «que son estos libros que se rayan, la caligrafía, cuadernos de actividades, cuadernos con ejercicios de atención y libros actividades para niños de preescolar, porque la gran mayoría de libros de bachillerato prácticamente ya no se venden«.
«Básicamente, las editoriales no nos hemos concentrado en el poco mercado que nos queda, que son ese 15% de colegios privados. También buscamos dar novedades y cubrir ciertas expectativas con impresión bajo demanda, o sea, con tiradas más pequeñas», insistió.
Mazparrote concluyó detallando que el sector editorial mantiene la expectativa «de que cambien las políticas del Estado y podamos de nuevo participar en la dotación de textos escolares en editoriales en colegios públicos, porque eso permitiría aminorar los costos y eliminar una cantidad de problemas que se nos han venido encima» durante los últimos años.






