El juego termina cuando se termina. Y vale igual para la vida: no concluye antes ni después. Claro, a veces se está en primera base, a veces se toma la segunda. Y se empieza de nuevo. La gente silver, la gente que quiere seguir trabajando, seguir estudiando y seguir activa, tiene muchos comienzos por delante. Rubén Ángel, líder de recursos humanos, piensa que, a las puertas de ese «debes reinventarte», la persona necesita preguntarse «qué impacto quiere generar en el mundo en función del momento que esté viviendo».
Lo segundo, asociado con la primera interrogante, es entender «qué habilidades tengo para lograr eso», y «si hay un gap en esas habilidades, preguntarnos si las podemos aprender, hasta dónde podremos aprenderlas, porque a veces nos podemos estándares muy altos». No es necesario ser el experto que llega a la cumbre del Everest, sino «manejar un problema».
Lo tercero, y no menos importante, es «si eso te gusta, si te apasiona, porque cuando pasas de los 50 años lo importante es encontrar lo que te apasiona, poder desarrollarlo y poder impactar el lugar donde te encuentras. Los casos exitosos que he visto son los que logran esa combinación».
Ángel participó en el Silver Economy Summit organizado por el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA) en agosto pasado, escenario en el cual se dio a la gente plateada un lugar privilegiado para garantizar el presente y el futuro de las empresas y organizaciones.

Claro que hay mitos y realidades alrededor de la población silver. «En nuestro país hay una gran necesidad de talento profesional de alto nivel, y las empresas estamos consiguiendo ese talento en personas de 45 años en adelante», explica. Buena parte de la migración fue de personas de 35 a 45 años, por lo que «tienes gente muy joven» y necesitas «un talento silver que lleve a la gente más joven a tener los estándares de desempeño que no tienes cubiertos». Ese silver se convierte en el mentor, el formador, el que enseñará los caminos.
«Esa mezcla es muy potente, aunque se genera dificultad» en el trato. «Puede haber un prejuicio de los más jóvenes por la edad, porque piensan que la persona silver no va a poder. Lo que tenemos que lograr, en las organizaciones públicas y privadas del país, es crear las condiciones para que esas interacciones generen los mejores frutos para la organización y la sociedad».
Ya está ocurriendo, refiere Ángel. «Estoy liderando un equipo con una señora de 77 años que es una excelente profesional, es un año mayor que mi mamá, profesional de recursos humanos que tiene 20 años en la organización y es increíble. Estamos tratando de generar la mejor combinación entre un tipo de talento y otro, porque el momento que está viviendo la economía mundial es de convergencia. Hace 10 años se creía que los jóvenes estaban llevando la batuta, pero hubo mucho estrellón de los jóvenes, porque tienen impulso, pero sin criterio, esa organización cae rápido». Se necesita, insiste, gente con experiencia y criterio para darles continuidad a las buenas ideas que a lo mejor tienen los jóvenes pero que ellos no consiguen sostener.






