La eutanasia es una cosa y los cuidados paliativos son otra cosa. Basta escuchar al doctor Tulio González, presidente de la Sociedad Venezolana de Medicina Paliativa, para entender las diferencias: la eutanasia protege la muerte y los cuidados paliativos privilegian la vida; en la eutanasia se promueve la muerte con dosis letales, y en los cuidados paliativos puede usarse sedación en un proceso reversible.
De las palabras de González se asume que en el país no hay legislación para los cuidados paliativos, y tampoco para la eutanasia. No comparte la idea de la «muerte digna» porque, como lo precisó este sábado en la jornada científica por los 80 años de la Federación Médica Venezolana (FMV) celebrada en Caracas, lo que es digno es la vida, ya que la muerte es solo un paso.
Pero González también tiene claro el diagnóstico de los cuidados paliativos en el país: hay 15 unidades en nueve estados y unos 290 profesionales formados, y no hace falta estudiar en Harvard para ver que no alcanzan.
Considera, además, que persiste en Venezuela la «opiofobia» y la «opioignorancia». Es decir, las creencias erróneas asociadas con el empleo de opioides para quitar el dolor. «La opiofobia es un miedo irracional a usar opioides. La opioignorancia es porque hay desconocimiento acerca del uso y buen uso de estos medicamentos».
Días de sufrimiento
Los cuidados paliativos, como lo detalló el especialista en su ponencia, se ocupan no solo del cuerpo, sino de todas las esferas de la persona (por lo que los equipos que trabajan en este campo deben incluir sacerdotes y psicólogos, entre otras figuras). Y no solo del paciente; también, de sus seres queridos. Globalmente, comentó, hay más de 61 millones de personas que necesitan cuidados paliativos, de las que 5 millones son niñas y niños. Como los cuidados paliativos no están plenamente garantizados, González estimó que hay seis millones de días de sufrimiento.
Claro, una cosa es garantizar los cuidados paliativos, y otra, el encarnizamiento terapéutico, sentenció. Otro punto crucial: la utilización de la marihuana. Como lo describió, en el país se habla de árnica con marihuana, culebra con marihuana, alcohol con marihuana, y eso que se ofrece no es legal ni paliativo.
Venezuela necesita políticas, acceso a medicamentos esenciales y formación en esta área, subraya González. «Nos afectó mucho la pandemia y la migración», apunta. «Se necesitan 10 paliativistas por cada 100 mil habitantes». Otro dato es el empleo de morfina oral: «Estamos en 0,2 miligramos de morfina oral per cápita», muy por debajo de lo que se necesitaría.
«Es imprescindible que en Venezuela se legisle sobre cuidados paliativos», enfatiza, lo que incluye el desarrollo de todas las actividades relacionadas e, igualmente, que haya opioides a disposición de quienes los requieran para que el sufrimiento desaparezca.






