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viernes, 05 diciembre, 2025
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Jesús «Chuo» Torrealba: De una acción militar de EEUU contra Venezuela podría sobrevivir el gobierno pero no sobreviviría la nación

El dirigente político afirma que el gobierno debe entender que no tiene la base social para abordar una situación tan grave como esta, y sostiene que la oposición no debe ver esta coyuntura como la posibilidad de "salir de un régimen al precio de volver a las cavernas o volvernos una mina y un pozo petrolero a cargo de una potencia". Ante la posibilidad de un ataque de EEUU, advierte que hoy los civiles "son el objeto principal de la agresión militar"/ Texto, fotos y videos: Vanessa Davies

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Nadie podría señalar a Jesús «Chuo» Torrealba de apoyar al gobierno venezolano, o de ser «alto pana» del mandatario Nicolás Maduro. Todo lo contrario: como él mismo lo recuerda, se enfrentó al proyecto chavista desde el alzamiento militar de 1992. Sin embargo, Torrealba considera que el país se enfrenta a una situación delicadísima por las amenazas de la Administración Trump.

-¿Hay gente jugando a la guerra?

-Creo que estamos viviendo un momento complicado, extremadamente complicado, en el que la lógica formal nuevamente no es del todo útil.

-¿A qué se refiere?

-Me refiero a que, en la lógica formal, Estados Unidos, la Casa Blanca, la burocracia del Departamento de Estado vería que una acción militar contra Venezuela sería absurda, no solo porque Venezuela no es Grenada, no es Panamá, no es Santo Domingo; Venezuela tiene, no una policía militarizada, sino una Fuerza Armada que podría ofrecer una resistencia por cuantificar. Venezuela, además, presenta la circunstancia de que en las cercanías inmediatas tiene los restos de la guerrilla colombiana, con una guerra civil de 50 años y un apresto operacional y armas; y las bandas brasileñas que manejan el negocio de la droga, que tienen armas.

-¿No están midiendo bien todo eso?

-Si se produce acá una situación compleja, perfectamente esto podría generar un conflicto en el corazón de la región, en el que la triple frontera se transformaría en una hoguera que quién sabe cuál sería su duración. En lógica formal, estas cosas deberían ser vistas por todo el mundo, y no deseadas. Pero esa no es la lógica que parece estar operando.

-¿Cuál es la lógica que parece estar operando?

-Una lógica de carácter corporativista, que atiende más a los negocios que a las ideologías y a los intereses de los estados, y que está marcada por el repentismo que el señor Trump les imprime a sus acciones. Todo esto es para terminar diciendo que puede pasar cualquier cosa. Si pasa cualquier cosa, el resultado de eso quizá alguien piense que puede ser ganador del juego, pero es bastante, bastante probable que quienes podamos perder todo seamos los ciudadanos venezolanos.

-¿Por qué? Hay gente que dice «no me importa lo que pase con tal de que se vaya el gobierno».

-En primer lugar, estamos viviendo en un país que ya hoy está deshilachándose. Nuestras fronteras están, en muchos tramos, bajo control de elementos paraestatales. Ya no se trata de un tema fronterizo, sino de desplazamientos al interior del país. Hay muchas zonas de Venezuela que tienen control no estatal, lugares de Venezuela donde no es el Estado venezolano el que ejercer soberanía y ya eso está ocurriendo. En una situación de conflicto abierto esto pudiera profundizarse y pasar de un Estado deshilachado a un Estado desintegrado. Es lo que hemos visto en otras partes del mundo cuando se han producido intervenciones militares. Pero hay otro tema importante que no está siendo inventariado por los factores políticos, que es el carácter que le da la Administración Trump a esta situación: es un calco de lo ocurrido en las cercanías de nuestro país el 3 de abril de 2020, y ciertamente es muy parecido, hasta en el volumen de tropas. Es una operación antinarcóticos clásica: efectivos, barcos. Quizá la única novedad, en cuanto a la estructura de la fuerza de tarea, es la inclusión de un submarino nuclear de ataque, según dice Reuter, que es la bocina de la operación. Pero hay un dato cualitativo que no ha sido suficientemente inventariado, y es el hecho de que esta vez el planteamiento no es enfrentar a un gobierno hostil, a un gobierno autoritario, o castigar o poner coto a un Estado donde presuntamente se cometen crímenes de lesa humanidad, sino actuar contra el narcotráfico como pretexto operativo. En consecuencia, Venezuela, de acuerdo con ese discurso, no tiene un gobierno sino un grupo criminal. Y hay gente que no termina de entender que si Venezuela no tiene gobierno quizá el país no sea país, sino un terreno que necesita ser liberado de una banda armada. Eso coloca la situación en un plano completamente distinto, al margen, incluso, de las normas que rigen las confrontaciones bélicas entre estados. El riesgo de todo esto es muchísimo mayor.

¿Qué es «perder todo» para personas que sienten que lo han perdido todo? Torrealba se remota a la discusión de la reforma constitucional en 2007, cuando se planteó la doctrina de la guerra de todo el pueblo: «En aquella oportunidad varias personas nos opusimos porque dijimos que es una reminiscencia de la experiencia vietnamita la idea de confrontar a una potencia militar superior desde el punto de vista tecnológico convirtiendo a cada habitante en un combatiente, y que eso echa por tierra todo el derecho humanitario internacional que se hizo para proteger a la población no combatiente de los conflictos bélicos. Eso fue hace casi 20 años».

Hoy día «no se trata de la guerra de todo el pueblo como consigna izquierdista, sino de la guerra contra todo el pueblo como producto del desarrollo tecnológico y del desprestigio de los gobernantes».

-¿Como es eso de la guerra contra todo el pueblo?

-En los conflictos convencionales siete de cada 10 víctimas son civiles no combatientes, son el resultado del daño colateral. Pero hoy la situación es completamente diferente: los civiles son víctimas, no porque sean daños colaterales, sino porque son el objeto principal de la agresión militar; es lo que estamos viendo en Gaza, es lo que estamos viendo en Ucrania.

-¿Eso podría suceder en Venezuela?

-Lo que estoy diciendo es que la nueva concepción de la guerra plantea que la confrontación no es entre militares profesionales y militares profesionales, entre máquinas de un lado y máquinas del otro, sino el exterminio de la población civil que se ve como el adversario.

-¿Usted ve que la gente que está clamando por una acción externa va a ser la primera víctima?

-Lo que estoy diciendo es que una situación como esta coloca en severo riesgo a todo el país, a toda la población.

-Pero hay gente que lo pide a gritos.

-Es normal, porque más rápido cambian las realidades que las percepciones. Recordarás cómo cuando se inició la Tormenta del Desierto hubo gente que compró cotufas para verla como si fuese un estreno de Hollywood, porque hay gente que sigue pensando que la guerra es lo que era antes, y sigue pensando que lo que está ocurriendo en Gaza, en Ucrania es algo lejano y remoto. No. Esa es la nueva cara de la guerra. No entender eso es aproximarnos a una situación que implica un riesgo mayúsculo.

-¿Ve gente que nos está llevando a convertir Venezuela en Gaza o Ucrania?

-Veo un manejo frívolo de una perspectiva tan grave.

-Decir esto pareciera que es defender al gobierno, o dejar colar un discurso que defiende al poder.

-Me permite poner el ejemplo de Citgo. Citgo está hoy, literalmente, en «pico’e zamuro». Podemos estar presenciando los últimos momentos en los que pueda aparecer como propiedad del Estado venezolano. Creo que la gente entiende la importancia que Citgo tiene, o podría tener, para Venezuela. Y a la hora de ver lo que está ocurriendo allí, en vez de surgir explicaciones, surgen acusaciones que dicen que es culpa de Chávez porque expropió y no pagó, o de Maduro porque emitió bonos con ese respaldo, o de Guaidó porque incurrió en faltas, y a lo mejor todos tienen razón. Pero lo determinante al final es que quien pierde eso es la nación. Quienes perdemos eso somos los venezolanos. Si lo llevamos a este tema, entonces no es defender al gobierno o defender la posición de Trump o la del sector opositor que lidera la señora Machado. El tema es que, cualquiera de ellos que tenga la razón, si esto se produce y ocurre esa catástrofe, quienes vamos a perder somos todos. Es más: de esta situación podría sobrevivir el gobierno pero no la nación.

-¿El gobierno podría continuar pero con el país destruido?

-Creo que los altos funcionarios norteamericanos han sido claros: vamos a ejercer esta presión brutal, pero nuestro interés no es exactamente promover un cambio político. El interés de los señores es tener acceso pleno y franco a los recursos de un país que puede estar política, social y económicamente en la condición que sea, pero sigue teniendo las reservas de petróleo más importantes del planeta; tiene oro, coltán, tierras raras, agua. Podrá estar en la condición más deteriorada en comparación con la Venezuela de hace varias décadas. pero sigue siendo, en tanto que botín, un botín apetecible. Ellos no tienen interés en que tengamos más o menos democracia, o un gobierno de tal o cual naturaleza; quieren tener acceso a la riqueza. Y si para ello deben transigir con el factor que les garantice gobernabilidad para un saqueo ordenado, tienen la experiencia de lo que ha ocurrido en lugares como Siria.

-¿Una acción militar de EEUU puede dejar al gobierno como está pero destruye la nación?

-Garantizar las condiciones que les permitan una operación de acceso masivo a los recursos venezolanos.

-Hay gente soñando con que van a entrar, sale Maduro, cambia el gobierno.

-No quiero ponerle adjetivos ofensivos a nadie, pero una visión como esa me parece frívola. Esto lo digo a propósito del comunicado de Red Decide. Por la Red no puede hablar Henrique Capriles, Chuo Torrealba ni nadie; la red habla por sí misma a través de los comunicados, que son resultado de un ejercicio consensual. Pero a propósito de ese comunicado queremos ser muy precisos en el llamado a abordar esto con la profundidad y la anchura que requiere.

-¿Cómo sería ese abordaje?

-Hay que superar el abordaje cortoplacista. ¿A qué me refiero? Por un lado, la manera como el gobierno viene abordando esto desde un punto de vista propagandístico. El gobierno sigue haciendo el juego que acostumbra hacer; el juego que hizo frente al tema de las sanciones, que las utiliza como pretexto político para algunas cosas, e incluso, como recurso para nuevos frentes de negocios y nuevas formas de negocios, y lo mismo está haciendo hoy. Un gobierno en una situación de deterioro acelerado de su base social, para decirlo con elegancia, agarra esta situación y la utiliza para arroparse en la bandera nacional y transformar el patriotismo en su último refugio; para aplastar la disidencia política, que ya sabemos cómo la tiene, sino la resistencia social. Llamo la atención sobre la situación de Martha Lía Grajales, porque había un latiguillo a la hora de acusar a las personas: incitación al odio, traición a la patria, asociación para delinquir. A Martha Lía Grajales le acuñan un cuarto tema: agente de gobierno extranjero. En este contexto eso es delicadísimo. Para eso le sirve al gobierno esta situación: para acusar de agente de gobierno extranjero a todo aquel que esté ejerciendo un acto legítimo de reclamo social. Y hay un tercer tema: el gobierno tenía un severo problema de su posicionamiento internacional. Sus principales aliados son China, Irán, Rusia. Y resulta que Rusia está empastelada en su propia guerra y dejó de ser nuestro aliado para ser nuestro competidor, porque el petróleo sancionado ruso es el feroz competidor del petróleo sancionado venezolano en el mercado chino y el mercado indio. El otro socio era Irán, que está en guerra y perdiendo su propia guerra. Con China hay una cosa bien particular, porque la presencia de China en América Latina es importante y creciente, menos en Venezuela. En Venezuela hay una suerte de congelación por una razón elemental: en China la corrupción se pena con la muerte, nada más y nada menos, y al parecer el manejo que se ha hecho de los recursos del Fondo Chino y otros ingresos no ha tenido el beneplácito de China, lo que ha generado cierta distancia y enfriamiento. También ha habido acusaciones acerca de las supuestas relaciones no santas entre el gobierno y grupos como Hezbolá y Hamas. Y resulta que hoy esos grupos están triturados en su propio origen. Ante esa situación, esto le llega al gobierno como una oportunidad para decirles a sus antiguos aliados «ustedes pueden tener conmigo la crítica que quieran, pero hoy la confrontación con el trumpismo pasa por Venezuela, así que no se trata de si les caigo bien o si les caigo mal, se trata de que hay una nueva situación internacional». Esto le da al gobierno un argumento geopolítico para reactivar solidaridades.

Torrealba considera que es impresionante que, en este escenario, «haya gente que cree que una situación tan potencialmente grave como esta puede resolverse como en una película de Hollywood: llegar en la proa del Destroyer para que otros hagan el trabajo y que te digan que quedas a cargo. Eso es frivolidad, absoluta frivolidad, además de la ruptura de lo que ha sido la tradición histórica dela democracia venezolana y su relación con Estados Unidos, que siempre ha sabido ser aliada y social de Estados Unidos sin ser súbdita, y confrontando con Estados Unidos cada vez que los intereses nacionales han entrado en colisión.

-¿Cómo manejar esta situación, y con quiénes?

-Creo que hace falta un replanteamiento.

-¿De quiénes y para qué?

-De todos. Aquí es necesario que el gobierno entienda que una situación tan grave como esta solamente puede ser abordada en las perspectiva nacional, y ellos no tienen el ancho ni la base social necesaria para un abordaje de esa naturaleza. No estoy hablando de que tengan una epifanía y se vuelvan buenos y repentinamente comprendan la necesidad de la amplitud política. No; es un tema de sobrevivencia de ellos como factor político y de la nación como nación. Quienes integramos los distintos ámbitos del país que quiere cambio también debemos entender que el cambio que queremos es un cambio con gobernabilidad, un cambio sostenible; ya hemos visto diversos ejemplos de lo que son los procesos políticos marcados por el tema de la intervención militar, donde han tenido unos muy mala suerte y otros mala suerte, pero ninguno ha tenido buena suerte. Como aquí el tema no es la política de tierra arrasada, el tema no es salir de un régimen al precio de volver a las cavernas o volvernos una mina y un pozo petrolero a cargo de una potencia y que tú lo administres, entonces todas las expresiones del país que quiere cambio debieran entender esto y hacer un replanteamiento de la naturaleza de la relación con la Administración Trump. Este es otro tema en el cual han cambiado más rápido las acciones que las percepciones. Hay venezolanos que siguen pensando que Estados Unidos es el líder del mundo libre, y resulta que el mundo libre ya no existe porque lo acabó Estados Unidos.

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