Este lunes se conmemoran 102 años del nacimiento de Oswaldo Vigas, uno de los artistas plásticos más influyentes de Venezuela y América Latina. Su obra, marcada por una profunda conexión con las raíces precolombinas y una audaz exploración de la modernidad, sigue inspirando a generaciones de creadores y amantes del arte.
Vigas nació en Valencia, estado Carabobo, el 4 de agosto de 1923. Fue hijo del médico José de Jesús Vigas y Nieves Linares, descendiente del pintor Arturo Michelena. Aunque estudió medicina en la Universidad de Los Andes y culminó la carrera en la Universidad Central de Venezuela, nunca ejerció como médico. Su verdadera vocación lo llevó a París en 1952, donde se formó en la Sorbona y en la École des Beaux-Arts, y se sumergió en el ambiente artístico europeo. Su trabajo abarcó la pintura, la escultura, el grabado, la cerámica y la tapicería.
Amistades y colegas
Durante su estancia en París, Vigas entabló amistad con figuras clave del arte moderno como Wifredo Lam, Francisco Toledo, Fernando de Szyszlo y José Luis Cuevas. También fue uno de los pocos artistas latinoamericanos que conoció personalmente a Pablo Picasso. En Venezuela, compartió espacios con Jesús Soto, Alejandro Otero, Alirio Oramas y Mario Abreu, entre otros, formando parte del círculo de artistas que revolucionaron la plástica nacional.
Su serie más emblemática, Las Brujas, surgió de una síntesis entre las vanguardias europeas y las culturas indígenas venezolanas. “Me interesa revitalizar el arte arcaico como lo más vital del arte contemporáneo”, dijo Vigas en una entrevista en 1996. Esta visión lo llevó a explorar lo femenino arquetipal, lo mágico y lo mitológico como elementos centrales de su obra.
Legado eterno e inmortal
Vigas dejó una huella indeleble en la arquitectura cultural venezolana. Fue director de Cultura de la Universidad de Los Andes, donde impulsó festivales internacionales de música y cine documental latinoamericano. También realizó cinco murales para la Ciudad Universitaria de Caracas, comisionados por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva, integrando arte y arquitectura en un proyecto declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Entre sus múltiples galardones destacan el Premio Nacional de Artes Plásticas (1952), el Grand Prix del Principado de Mónaco (1992), la Orden de las Artes y las Letras de Francia y la Medalla Vermeil de la Ciudad de París. Su obra ha sido expuesta en más de 100 exposiciones individuales en América, Europa y Asia.
El crítico francés Gastón Diehl escribió: “La pintura de Vigas tiene su propio e intransferible valor al asumir los grandes lenguajes de la plástica contemporánea, pero con una inequívoca actitud nacida de las atormentadas raíces de América Latina”. Por su parte, Jean Clarence Lambert lo definió como “uno de los verdaderos inventores del arte latinoamericano”.
Su hijo, el cineasta Lorenzo Vigas, ha continuado el legado artístico familiar, ganando el León de Oro en la Mostra de Venecia en 2015 por su ópera prima Desde allá. La Fundación Oswaldo Vigas, creada en 2010, se dedica a preservar y difundir su obra en todo el mundo.
«Era noctámbulo para pintar. Lo recuerdo levantándose a las doce del mediodía porque se había acostado a las cuatro o cinco de la mañana», evocó en su momento su hijo Lorenzo, en una entrevista a la agencia EFE. Actualmente es director de cine e impulsor de la fundación que lleva el nombre de su padre.
Su obra late igual o con más fuerza
A 102 años de su nacimiento, Oswaldo Vigas sigue siendo un referente esencial para entender el arte latinoamericano contemporáneo. Su obra, cargada de símbolos, gestos y memoria ancestral, nos recuerda que el arte puede ser un puente entre lo mítico y lo moderno, entre lo local y lo universal.
Con información de EFE/Fundación Oswaldo Vigas






