El investigador venezolano Jon Paul Rodríguez, fundador de Provita, indicó este miércoles que los grandes felinos son animales muy amenazados de extinción. Hoy sigue en riesgo por la reducción de su hábitat y por la desaparición de sus presas, acotó Rodríguez en entrevista para Unión Radio.
Rodríguez refirió que es posible hacer conservación, pero efectivamente hay que hacerla. Los tigres necesitan áreas protegidas, conexión entre áreas mediante corredores ecológicos, el control de la cacería ilegal y el comercio internacional. «Hay que dejarlos tranquilos», enfatizó. Los gatos grandes «se reproducen con bastante facilidad», y se logra, incluso, en zoológicos.
Hay unos 10 mil a 12 mil tigres de Bengala globalmente, apuntó.
Sobre el jaguar, resaltó que a principios del siglo XX había jaguares en todo el país, pero en los años 1950 la presión de caza fue muy grande. Hoy día solo hay poblaciones estables en el sur del país, también hay en los llanos occidentales y hasta en el Parque Nacional Guatopo. «Quedan poblaciones muy disminuidas». Se estima que hay unos 150 mil en América.
La presencia de jaguares es reflejo de una naturaleza sana, porque el animal necesita presas, ambientes naturales. «Controla a las poblaciones de presas», puntualiza, y evita que otras especies se conviertan en plaga. «Contribuye al mantenimiento del equilibrio» y «es indicador de un ambiente sano».
«En los sitios donde hay mayor densidad de jaguares se calcula uno cada 10 kilómetros cuadrados. En Venezuela se calcula en un ejemplar cada 10 mil hectáreas». Un macho necesita un territorio muy amplio, recordó. «La cacería siempre es un problema. No hay grupos de personas que salen a cazar tigres, no es una actividad común, pero la expresión matar un tigre viene de los hatos ganaderos donde llegaba un tigre que se convertía en problema».
La mejor herramienta para los jaguares es el sistema de áreas protegidas, como el que hay al sur del país, razonó. Igualmente, la compensación de los ganaderos que sufren daños, lo que se aplica en el mundo por parte de gobiernos locales o regionales.
«Con un manejo adecuado y una gestión en la que todos trabajamos por las especies puede tener un impacto positivo». Habría que estudiar y ver zonas estratégicas que puedan ser fortalecidas, así como el resguardo de los corredores.
Rodríguez señaló que en Venezuela hay una tradición de hatos ganaderos que proveen hábitat para estas especies. «Nos hace falta reglamentar esas áreas» y que quienes tengan tierras privadas y las quieran dedicar a la conservación tengan incentivos para hacerlo, planteó.






