«La exposición a aguas de inundación representa un riesgo directo de neumonía grave por aspiración», alerta el organismo científico
Varios estados de Venezuela se encuentran en emergencia debido a las lluvias. La crecida de ríos asociada con las precipitaciones afecta a la población y aumenta el riesgo de enfermedades, por lo que la Sociedad Venezolana de Infectología difundió un conjunto de escenarios y recomendaciones.
RIESGO INCREMENTADO DE ENFERMEDADES TRANSMITIDAS POR AGUA Y ALIMENTOS: El colapso de sistemas de agua potable y saneamiento representa la amenaza más inmediata. Se debe mantener un alto índice de sospecha para:
Enfermedad Diarreica Aguda (EDA): principalmente por E. coli, Shigella spp., Rotavirus.
Cólera: estar alertas ante la aparición de diarrea acuosa profusa («agua de arroz»). Todo caso debe ser investigado.
Fiebre Tifoidea: sospechar en síndromes febriles prolongados, con cefalea, dolor abdominal, pérdida del apetito, diarrea o estreñimiento y máculas eritematosas en el cuerpo.
Hepatitis A: prever un aumento de casos con un periodo de incubación de 2-4 semanas, presentando el paciente, fiebre, pérdida del apetito, náuseas, vómitos, dolor abdominal, diarrea, coluria e ictericia en piel y mucosas.
Amebiasis y giardiasis: con presencia de diarrea (en ocasiones con sangre), dolor abdominal, náuseas, vómitos y fiebre.
Prevención: educar a la comunidad sobre la potabilización del agua (hervir por 3 minutos o cloración adecuada) y el lavado de manos.
Tratamiento: la parte más importante es la terapia de rehidratación (oral o endovenosa). El uso de antibióticos debe ser racional, justificado y guiado por la sospecha clínica (ej. disentería) y la epidemiología local.

RIESGO DE ENFERMEDADES TRANSMITIDAS POR VECTORES: La proliferación de criaderos de mosquitos (Aedes aegypti) tras las lluvias aumenta exponencialmente el riesgo de arbovirosis.
Dengue: es la mayor preocupación por su potencial de evolucionar a formas graves.
Chikungunya y Zika: deben considerarse en el diagnóstico diferencial de síndromes febriles con exantema y/o artralgias.
Prevención: instruir a la población sobre la eliminación de criaderos como medida fundamental. Contraindicar formalmente el uso de AINES (antiinflamatorios no esteroideos), esteroides y aspirina ante la sospecha de Dengue. El manejo del dolor y la fiebre debe ser exclusivamente con acetaminofén o paracetamol.
RIESGO DE ZOONOSIS E INFECCIONES POR CONTACTO DIRECTO: El contacto de piel y mucosas con aguas estancadas contaminadas es un vehículo para diversas infecciones. Leptospirosis: es una emergencia diagnóstica. Sospecharla en todo paciente con síndrome febril, mialgias intensas, cefalea, ictericia y/o insuficiencia renal con antecedente de exposición a aguas de inundación.
Tétanos: alto riesgo en heridas y traumatismos contaminados con lodo o tierra.
Infecciones de piel y partes blandas: celulitis y abscesos por Staphylococcus aureus, Streptococcus pyogenes o de etiología polimicrobiana.
Prevención: asegurar la actualización de la vacuna antitetánica (toxoide tetánico) en heridos. Promover el uso de calzado cerrado y protección en labores de limpieza. Tratamiento: realizar un lavado exhaustivo de toda herida. Discutir con el Infectólogo, la consideración de la profilaxis y/o el tratamiento empírico para Leptospirosis en casos de exposición y alta sospecha.

RIESGO DE INFECCIONES RESPIRATORIAS AGUDAS: Durante la temporada de lluvias, la tendencia a permanecer en espacios cerrados y el hacinamiento en los refugios aumentan la transmisión de infecciones respiratorias, como Infuenza, SARS-CoV-2 y Sarampión, especialmente en niños menores de 5 años o mayores de 60 años, gestantes y personas de cualquier edad con comorbilidades e inmunosupresión. Adicionalmente, la exposición a aguas de inundación representa un riesgo directo de neumonía grave por aspiración (a menudo polimicrobiana) tras eventos de inmersión o casi ahogamiento.
Prevención: promover la ventilación e higiene respiratoria (etiqueta de la tos) en refugios y la detección temprana de casos sintomáticos de transmisión respiratoria. Verificar y priorizar la actualización de esquemas de vacunación. Mantener un alto índice de sospecha para neumonía por aspiración en todo paciente con historia de inmersión o casi ahogamiento, considerando la necesidad de antibióticos de amplio espectro desde el inicio, guiados preferiblemente por un Infectólogo.






