El presidente chino, Xi Jinping, realizará una visita oficial a Rusia del 7 al 10 de mayo para participar en los actos conmemorativos del 80.º aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, conocida en Rusia como el Día de la Victoria.
Invitado por el presidente Vladimir Putin, Jinping asistirá al desfile militar en la Plaza Roja y sostendrá reuniones bilaterales destinadas a reforzar la asociación estratégica integral entre Pekín y Moscú, en un contexto de intensificación de la guerra comercial tras los aranceles impuestos por Estados Unidos.
Desde 2013, Jinping ha visitado el Kremlin en diez ocasiones, mientras que Putin ha viajado a Pekín al menos diez veces desde 2000, la última en mayo de 2024, lo que subraya la estrecha relación que ambas naciones buscan profundizar.
El encuentro en la capital rusa refleja además la convergencia de China y Rusia en la interpretación de la historia de la Segunda Guerra Mundial, enfatizando sus propios sacrificios en la llamada Gran Guerra Patria, iniciada el 22 de junio de 1941 con la invasión alemana a la Unión Soviética.
A la ofensiva nazi se sumaron Italia, Eslovaquia, Rumania, Finlandia, Hungría y Noruega, y la rendición alemana se firmó el 8 de mayo de 1945 en las afueras de Berlín, tras casi cuatro años de conflicto en el que murieron unos 27 millones de soviéticos y 35 millones de chinos, en su mayoría civiles.
Estas conmemoraciones contrastan con las narrativas occidentales que suelen destacar el papel de Estados Unidos y sus aliados en la derrota del Eje, mientras China y Rusia reclaman un reconocimiento equilibrado de sus pérdidas y contribuciones.
Tanto en Moscú como en Pekín, la memoria del conflicto se instrumentaliza para respaldar posiciones geopolíticas actuales: Rusia promueve el heroísmo soviético y minimiza el pacto Molotov-Ribbentrop de 1939, mientras China resalta su resistencia a la invasión japonesa y su papel decisivo en Asia.