El que camina por Caracas sabe que una cosa es hacerlo «bajo la pepa de sol», y otra, pasar debajo de los árboles. No es solo la percepción. Es que el termómetro marca la diferencia entre un sitio y otro, como lo explica la geógrafa y profesora universitaria Karenia Córdova, directora del Instituto de Geografía y Desarrollo Regional de la UCV.
¿Cómo es el clima en Caracas? «Bastante bueno», porque un valle de montaña, con una corriente de aire que entra por el este. Es favorable por los vientos, por ser valle de montaña y por los circuitos locales de vegetación.
Pero en meses como marzo y abril el sol «incide perpendicularmente», igual que entre agosto y septiembre. «Eso hace que tengas mayor calentamiento superficial», porque el sol cae directamente sobre concreto y asfalto. «Cuando analizas la temperatura de la ciudad tienes zonas muy calientes que coinciden con carpetas asfálticas», como frente a La Carlota con pista de asfalto, sin árboles «y una gramínea achicharrada».
«Todo ese calor es remitido a la atmósfera nuevamente. A lo largo de las horas del día hay materiales, como el concreto y el asfalto, con gran capacidad de retención de calor, hasta las primeras horas nocturnas. El sol se pone, pero tienes los materiales emitiendo calor hasta las 8 de la noche», relata Córdova en entrevista con contrapunto.com. «Tienes edificios de paredes de concreto y techos de concreto que son un horno».
La investigadora detalla que la temperatura promedio no pasa de los 30 grados: «Cuando uno dice que Caracas está hirviendo, estamos hablando de 30 grados. Que sea un valle de montaña ayuda a que la ciudad se refresque a lo largo del día», describe. Además, el aire frío de la montaña refresca en la tardes. «Cuando el aire caliente de la ciudad asciende, el aire frío de la montaña baja». En Catia también se refresca desde el noroeste.
«Dependes de la vegetación para que el aire se mantenga fresco», reitera, pero «si deforesto, talo, terraceo, elimino la vegetación, cambio completamente los patrones de circulación del aire. En lugar de tener una superficie recubierta de vegetación, que favorece el enfriamiento de las capas de aire adyacentes, voy a tener un área descubierta y recubierta de materiales como concreto y asfalto». Se rompe el circuito local que favorece el refrescamiento debido a la tala, malas podas. «Menos aire fresco desciende a la ciudad. Está caliente arriba y abajo, circula menos aire fresco».
Los árboles tienen diferentes roles. Se necesitan árboles grandes y de amplio dosel, no palmeras que poco pueden defender de la radiación solar. «Lo más importante es tener corredores de árboles» con especies como jabillos, mangos y caobos. «Hay que pensar en el dosel y en la capacidad de evapotranspiración. Cuando transpiran agua, la temperatura desciende. Si no tengo árboles sino asfalto y concreto, no tengo nada que mitigue el calor».
Es el caso de Las Mercedes, refiere Córdova. En la medida en que se eliminaron los árboles, se colocaron vidrios, la urbanización se calentó. «Antes podía tener una temperatura muy fresca», pero ahora, si caminas «te vas a sancochar». Las plazas, además, no están arborizadas. La temperatura superficial aumentó por lo menos cuatro grados.
Así se llega a la isla de calor. «La isla de calor es un fenómeno urbano, producto de los cambios en las coberturas. Altero el intercambio de energía entre la atmósfera y el suelo, porque aumento las coberturas que pueden retener y emitir calor, y elimino las coberturas que lo mitigan y refrescan. Esos cambios hacen que aumente la temperatura. En las urbanizaciones donde no hay árboles y predomina el concreto la temperatura sube», alerta.
La conclusión es clara: «Menos árboles es más temperatura. Más concreto y más asfalto, más temperatura». El Ávila es «una enorme fachada vegetal» que contribuye a aliviar el clima de la ciudad. Pero si desaparecen las áreas verdes periurbanas de la ciudad «nos estamos condenando».
Cördova está investigando cuántas hectáreas de bosques periurbanos sobreviven en Caracas, cuáles están en mejores condiciones. Llama la atención, de entrada, por lo que los grupos ecologistas han logrado en Caricuao.
Esos bosques periurbanos favorecen el recambio de aire y la calidad ambiental, y disminuyen las temperaturas. Si se tocan, reitera, «la ciudad se volverá más caliente, la temperatura podrá subir cuatro o cinco grados por encima de los valores promedio», en los meses más duros «podemos llegar por encima de los 30 grados», con temperaturas de 35 grados o más.
Las especies nativas también ofrecen respuestas.
