Manantiales o pilas en las que el litro se cancela a 0,50 centavos de dólar, más lo que cobre el caletero. Cisternas que resuelven la sed para quien las pueda pagar. Este 22 de marzo es el Día Mundial del Agua y Venezuela sigue en deuda
Manuel vive en el oeste de Caracas. Su grupo familiar es de seis personas y, cuando Manuel habla sobre cómo garantizar agua para esas seis personas, lo resume en dos palabras: «Es difícil». Recibe agua solamente una vez a la semana: «Y, aunque suene paradójico, es una virtud». Su vivienda está cerca de bombas para impulsar el agua de la época de Marcos Pérez Jiménez que, aunque colapsan, algo garantizan. Observa los chorros en la calle y no en los hogares. «Hay fugas de agua. Cuando vas entre Propatria y Plaza Sucre en el Metro de Caracas en todas esas estaciones hay como un río».
La explicación a la carencia de agua la encuentra en las fugas de agua, la falta de mantenimiento a las bombas, la carencia de nuevos equipos. Pero es tan complicado el acceso al agua en Caracas y en el país que Manuel se considera un privilegiado por tener el servicio por tuberías una vez a la semana. «Suele llegar de madrugada, pero eso tampoco es fijo. Puede llegar a las 2 de la mañana, o sencillamente no llega y hay que reclamar».
Pozos de agua, que se abren en los edificios que pueden pagarlos (unos 20 mil dólares) o que se ofrecen como parte de la gestión pública en municipios como Chacao; alquiler de cisternas y pago de «caleteros» de agua son algunas modalidades a las que recurre la población para resolver su necesidad. Esta es «una privatización informal del servicio».
«La gente compra agua potable: botellón de 5 o 10 litros, y ahora hay un nuevo contrato social en todo esto: Se contrata a alguien para que la cargue», expone el economista Raúl Córdova, investigador de Cedice Libertad. «En Cotiza, en El Guarataro y en otras zonas populares le pagan a una persona que se encarga de trasladar el agua desde el manantial o la pileta hasta su casa», detalla Córdova a contrapunto.com.
Esto es, enfatiza, «totalmente informal». Cada litro se puede pagar en 0,50 centavos de dólar, más lo que se le pague al caletero. «Diez dólares por 20 litros de agua, y adicionalmente 5 dólares por el caletero».
En zonas de mayor poder adquisitivo se compran cisternas, que se pagan entre 40 dólares (zonas cercanas) y 150 dólares (para sitios lejanos), confirma Córdova. «En Nueva Esparta, donde hay severos problemas de agua-, se paga una cuota por cisterna como si se pagara el servicio. Pagan el agua a la hidrológica y les llega cada 50 días, y además pagan las cisternas. Es un doble pago». Ocurre, también, en los estados Sucre y Zulia, entre otros.
Jesús Vásquez, gerente de Monitor Ciudad, aclara que hay agua en los embalses pero no llega a las viviendas, por lo que no se puede culpar al fenómeno de El Niño de la escasez de agua en los hogares venezolanos. «Tenemos 104 embalses para suministro de agua potable, y cerca de 30 para generación eléctrica».
El experto, en entrevista con contrapunto.com, afirma que la razón real de la falta de agua «es una crisis de gestión, malas decisiones gerenciales». Congelación de tarifas y eliminación de tercerización incidieron en la gestión de los recursos humanos, explica. «Debido a la falta de tarifas se dejó de hacer mantenimiento a los equipos», detalla.
La producción actual de agua para Caracas, La Guaira y Valles del Tuy debe ser de unos 10 mil litros por segundo, calcula Vásquez. «¿Te digo la verdad? No es deficitario. Se podría atender a toda la población sin racionamiento, pero el agua no llega. Los sistemas están funcionando de forma deficiente. Tenemos sistemas que están trabajando al límite». Como no hay información oficial, aclara, quedan las estimaciones. Las fallas eléctricas siguen sumando a la crisis. «Los apagones de 2019 son una de las causas que nos trajeron a esta crisis. Después de 2019 entramos en un proceso de racionamiento en todas las ciudades del país; sobre todo, en Caracas». La inestabilidad del servicio eléctrico «hace que los equipos de bombeo sufran. Cuando falla la energía los aparatos se ven afectados, y si no construyes las protecciones, los equipos se dañan».
«La crisis no es climática; la crisis es de gestión», sentencia. Las fugas causan la pérdida de la mitad de los 10 mil litros por segundo que -en teoría- se producen en las zonas centrales del país.
La gente paga el agua con dinero contante y sonante, o la paga en tiempo: «Cuatro horas del día, o más» para conseguirla y almacenarla. «Se almacena el agua como se puede. He ido a casas en las que no tenían ni la botellita de agua: solo dos tobos y, de resto, vivir de la caridad de los vecinos». Una familia puede invertir 80 dólares al mes en botellones, plantea el ingeniero.
Mientras ciudadanas y ciudadanos buscan dinero para que no falte el agua, un plan de emergencia para bombear agua en Caracas, Valencia, Maracaibo y Barquisimeto necesita, según estimaciones de Vásquez, unos 360 millones de dólares.