La mejor definición del Hotel Barlovento la dio un huésped: «Son unos héroes». Basta mirar la piscina transparente, las áreas verdes impecables y la limpieza de todas sus áreas para constatar que en este lugar hay un esfuerzo descomunal.
Una parte de la respuesta se encuentra en la profesión de Rolando Menega, gerente de este recinto: ingeniero. Para él, amante de la pesca submarina y del mar y sol de Barlovento, es un reto demostrar que no hay adversidad más fuerte que la voluntad. «Queremos aportar al turismo en el estado Miranda. Esta es una opción de disfrute, de descanso, de relax», describe.
Han sobrevivido a las inundaciones registradas hace más de 20 años, que incluyó la toma del hotel por parte de las autoridades y la permanencia de damnificados durante un año. También, a la emergencia humanitaria, a la pérdida del poder adquisitivo. Y el remate: la pandemia.
Parece un milagro, después de tantos obstáculos, hallar una piscina infantil y una piscina para adultos en tan buen estado. O habitaciones solventes. Aquí, hay todo eso, y más.
«La misma gente que se hospeda da las buenas referencias de nosotros. No hay mejor propaganda que el boca a boca», destaca Menega. «Queremos trabajar normalmente, como cualquier empresario que quiere trabajar».
El horizonte marino está presente, aunque no hay acceso a la playa porque el mar no es el mejor. En el restaurante del hotel los códigos de la navegación están presentes: una lámpara que es un timón, un cuadro con los nudos marineros.
Para Carnaval garantizan «buenas comidas, buena hospitalidad y toda la atención que podamos brindar». Con el concepto del turismo familiar, el Hotel Barlovento ofrece habitaciones para cuatro personas (dos camas matrimoniales) en 60 dólares, y habitaciones para seis personas en 80 dólares. Hay servicios de bebidas alcohólicas y mucho más.