La masiva asistencia a la primaria, por un lado, y los centros de votación vacíos en el referéndum del 3 de diciembre, por otro, son señales para el análisis, indica el investigador venezolano y activista ciudadano
Si Venezuela eligiera su propia palabra de 2023, seguro que «narrativa» ocuparía un rol protagónico. Frases como «la narrativa del poder» y la «narrativa del cambio» toman espacio en los análisis políticos. Vladimiro Mujica, investigador venezolano radicado en Estados Unidos y activista ciudadano, participó el pasado 30 de noviembre en la actividad por los 30 años de Venezuela Competitiva; concretamente, en la mesa sobre narrativa ciudadana.
«Si dispusieras de una nueva narrativa en la ciudadanía, ¿eso contribuiría eventualmente a preparar a los venezolanos para un cambio político? Creo que sí. Pero la interrogante, muy importante, es hasta qué punto una nueva narrativa se puede trabajar y qué nuevas acciones se pueden asumir sin tener como condición previa el cambio político», explica Mujica.
Un pilar fundamental es apuntar a la reconciliación de los venezolanos, señala. «Es posible ejercer la solidaridad entre los venezolanos aún en estas condiciones».
Mujica insiste, en conversación telefónica con contrapunto.com, en que un cambio de narrativa debe ser transversal a todos los espacios, porque es el diseño de un lenguaje distinto.
¿Como ejercer la reconciliación? «El ejercicio de la reconciliación es una convicción muy profunda que uno debe tener aún sin estar militando en el campo político. Aquí hay dos bloques: uno mucho más grande que el otro, pero uno tiene el poder y el otro no lo tiene, y no transitar ningún esquema democrático, no transitar un esquema que lleve a elecciones y que no lleve a la reconciliación de los venezolanos, terminará en un ejercicio de violencia que nadie quiere, pero que siempre ha estado gravitando en Venezuela y ha ocupado un lugar muy importante en todo lo que hemos vivido», reflexiona. «Cuando hablo de ejercer la reconciliación es tratar de transitar espacios donde no sea necesaria la identificación explícita de convicciones políticas, sino que puede aparecer la solidaridad entre ciudadanos y cosas que pueden terminar por constituir espacios de convivencia distintos de los que tenemos».
Será necesario probar con esquemas y experiencias, indica.
En la actualidad «tienes, por un lado, la narrativa del poder, que consiste en ejercer el poder a través de la pobreza, el miedo y la represión; y se ejerce ese poder con la narrativa de que ‘somos los dueños del país y ustedes pueden participar en cosas pero no pueden constituir un reto al poder político establecido’, y cuando constituyen un reto, opera la represión». Y, por otro, la narrativa de los factores que se agrupan en la oposición: «Y se ha ido abriendo espacio una narrativa que no sea una réplica del populismo, sino cuál es la Venezuela que se puede construir y en el territorio de la refundación del país se abre el espacio para una nueva narrativa en la que te planteas abiertamente cómo se pueden superar los elementos de pobreza y exclusión, al mismo tiempo que garantizar el crecimiento económico, recuperar la industria petrolera, recuperar las universidades, el sistema de salud pública».
Existe, igualmente, «la narrativa de la desesperanza: aquí no se puede hacer nada, no se puede cambiar nada; eso lo encuentras en muchos sitios y eso ha conducido a que más de 8 millones de venezolanos hayan saludo de Venezuela». Hay varias narrativas coexistiendo, resume.
Determinar cuál pesa más es harina de otro costal. «La narrativa del poder pesa bastante, y se combina con el control de los medios de comunicación», pero lo sucedido con el referéndum sobre el Esequibo muestra que no es infalible: «La resonancia que tuvo en la ciudadanía fue casi nula. Por otra parte hubo un descontento importante que se expresó en la primaria, y que fue una sorpresa para la oposición y para el gobierno, a pesar de todas las restricciones».
Mujica, en su análisis sobre la situación venezolana, refiere que pensó que Venezuela transitaría «hacia el modelo chino, donde permites el crecimiento económico y restringes libertades políticas, pero estamos en algo más parecido al modelo cubano, en el que todo el país es pobre salvo una élite muy particular». Aunque «está prevista una elección para 2024 muchas de las acciones del gobierno pareciera que van en la dirección de impedir, sabotear, diferir esa consulta», y la organización civil, pacífica y democrática «va a ser un ingrediente fundamental».
Considera que «viene un escenario donde se va a expresar ese descontento civil de manera constitucional».
Consultado sobre María Corina Machado, opina que su liderazgo «se ha terminado por convertir en un fenómeno social, más allá de un fenómeno político, y así se expresó en la primaria». Ella tiene «la responsabilidad fundamental de articular una nueva alianza en Venezuela, y una nueva alianza que sea muy clara en relación con cómo defender los espacios que se han ido ganando».