«El ciudadano tiene que proveerse a sí mismo cosas que antes recibía del Estado. El desmantelamiento de los subsidios es demasiado importante», refiere la economista Claudia Curiel. «Más de 50% del empleo en Venezuela se genera por cuenta propia», calcula Alfredo Padilla, director de Atraem
Mucho se habla de la transición política: que si ya empezó, que si la muerte del presidente Hugo Chávez la precipitó, que si falta mucho para llegar a ella. Pero esta no es la única transición que flota en el ambiente venezolano. «Venezuela tiene que reconocer que el modelo económico está en transición. ¿Qué es lo que está en transición? Es evidente que es una decisión de ajuste en la cual el Estado dejó de ser omnipresente, y por varias razones: o porque no podía, o porque lo escogió», afirmó la economista Claudia Curiel. «Pero hubo un cambio realmente sustantivo, en el cual el sector privado comenzó a jugar un rol orgánico muy distinto del que había concebido el modelo político», argumentó Curiel durante el foro organizado por la Asociación Venezolana de Consultores Políticos el pasado 30 de octubre en Caracas.
En este momento, como lo recordó, «más de 70% de las importaciones son privadas».
A lo salvaje, los ciudadanos afrontan el desvanecimiento del Estado, y los empresarios se enfrentan a un rosario de problemas que despegan con la falta de financiamiento. «La incertidumbre institucional y los costos regulatorios son infinitos, a los cuales hay que sumar muchos costos transaccionales derivados de políticas económicas y de razones como las sanciones», señaló la economista.
Lo que sucede en la economía también ocurre en la escala de la ciudadana y del ciudadano. Las personas, obligadas a resolver muchas cosas cotidianas, también entraron en una dinámica de avanzar día a día sin esperar nada de nadie. «El ciudadano tiene que proveerse a sí mismo cosas que antes recibía del Estado. El desmantelamiento de los subsidios es demasiado importante, y no solamente de los subsidios explícitos, como servicios públicos y combustible, sino también la salud y la protección social», recordó.
La palabra clave de esa venezolana y ese venezolano parece ser «resuelve». Enfermeras que van de casa en casa para administrar tratamientos. Maestras que convierten su hogar en un salón de clases. Profesores universitarios que comen, no del conocimiento que imparten a sus estudiantes, sino de «peluquear» perros y gatos.
El coordinador general de la Asociación de Trabajadores, Emprendedores y Microempresarios (Atraem), Alfredo Padilla, estima que «más de 50% del empleo en Venezuela se genera por cuenta propia», por lo que «estamos hablando de una corriente masiva que tiene como preferencia económica la iniciativa privada».
«Las nuevas generaciones no tienen la visión de cumplir 30 años en una empresa para jubilarse. Es más: ni siquiera se quieren emplear», aseguró Curiel.
En lo político la venezolana, el venezolano son mayoritariamente opositores (43,3%) o de ninguno (33,1%), según los datos más recientes de la encuestadora Delphos. Dos de cada 10 personas se identifican como chavistas. Para 84,6% es necesario que haya un cambio en el país.
Las reflexiones de la economista compaginan con los hallazgos de Delphos. Porque a la pregunta: ¿Quién tiene la capacidad real de lograr un cambio político?, la respuesta mayoritaria fue «nosotros mismos» (59,3%), seguida de «los ciudadanos» (35,3%). Es decir, quienes consideran que el país debe cambiar no están esperando que otro lo resuelva. Es más: cuatro de cada 10 están dispuestos a protestar contra el gobierno.
Hay «una autonomización que cambia la manera de vivir, toda la manera de hablar», sentenció Curiel. La persona «no va a resolver todos los problemas, pero si no reconocemos eso, no nos estamos dando cuenta» de que cambia hasta el concepto de ciudadano.