Varias organizaciones ciudadanas como Ciudad Laboratorio y Enlace Arquitectura lograron disponer de un canal a la altura de Colinas de Bello Monte, colgar una hamaca a la orilla del río y practicar bailoterapia y observación de mariposas, escuchar parrandas y cantos de trabajp. Ahora promueven que se instale una mesa de trabajo para avanzar en el proyecto del parque Guaire
«¿Caminar por el río Guaire? ¿Están locos?». Palabras más, palabras menos, esta es la respuesta que recibieron José «Cheo» Carvajal y Elisa Silva cuando empezaron a hablar, como buenos activistas urbanos que son, de la posibilidad de convertir las riberas del Guaire en un parque para Colinas de Bello Monte. Ella, de Enlace Arquitectura, y él, de Ciudad Laboratorio, no ven en el río una cloaca a cielo abierto, sino un espacio lleno de vida. Este sábado 28 de octubre, con la convocatoria «Orilla viva: Guaire Posible», comprobaron que no son los únicos que esperan un destino mejor para este hilo conductor de Caracas.
La jornada, de 9 de la mañana a 1 de la tarde, incluyó disponer -con el apoyo de la Alcaldía de Baruta- de un canal de la avenida principal de Colinas de Bello Monte por el cual circularon bicicletas y peatones.
Silva explicó que se trataba de un ensayo, de «poder mostrar que, si tuviésemos más espacio público, se pudiese fácilmente aprovechar, llenar de actividades». Que las personas caminen, corran, circulen en bicicleta, hagan bailoterapia a la orilla del Guaire. Incluso, «para poner una hamaca y sentarse». Carvajal, periodista y caminador, asegura que no huele, y que acercarse a este espacio es «pensar lo que puede ser; no lo que es, sino lo que puede ser».
Este sábado lograron el acompañamiento de la alcaldía de Baruta, para que restringiera el espacio vehicular y se ampliara el espacio para peatones y ciclistas, en un trayecto de 1,8 kilómetros, subrayó Carvajal. «Es un espacio que la gente normalmente no usa» y de repente «tenemos una parte más digna, que debería ser transformada».
Hubo bailoterapia, observación de mariposas, parranda, cantos de lavanderas, una charla del arquitecto Ricardo Sanz. También, siembra de árboles y la oportunidad de sentarse en una hamaca a observar las garzas.
«Hay aves que pescan en el río», comentó, con asombro, el escultor Luis Toto García. «Son unos pajaritos amarillos que bajan, pescan y siguen. También, las garzas», relató entre risas mientras se mecía en la hamaca y observaba los animales con binoculares. «No pensé que había tanta vida, que las aves pudieran pescar aquí». Trabaja con desechos y por eso considera que el Guarie siempre «tiene cosas interesantes».
La idea puede crecer. Para los sueños de Carvajal y Silva solo cabe la frase «el cielo es el límite». Otros municipios se pueden sumar, por ejemplo. «El proyecto atraviesa Libertador, Baruta, Chacao y Sucre», aclara ella. Libertador debe caer en cuenta «de que tiene un parque lineal; tiene un paseo abandonado».
Ambos piensan que todo el trayecto del río se puede convertir en un parque urbano. «Por qué no soñar con la totalidad de los 35 kilómetros», se pregunta la arquitecta.
Para el periodista lo lógico sería sentar en una mesa de discusión a la alcaldía de Baruta, la gobernación, los comercios, banca, organismos como CAF «con los que ya hemos conversado». Ya hay un proyecto para comenzar, que «es viable si lo hacemos en conjunto, y es muy difícil que un solo actor pueda hacerlo ahora, pero si nos ponemos de acuerdo entre muchos, sería mucho más sencillo». Hasta ahora las instituciones los han apoyado. Esperan, como lo adelantó Carvajal, organizar una nueva actividad para diciembre de este año.
José Luis, uno de los participantes, se afanó para dejar un arbolito como la mejor huella humana que puede quedar en la ribera del Guaire. Así, cuando el río sea un parque -si Silva y Carvajal lo consiguen con su constancia-, quedará el recuerdo del día cuando la voluntad ciudadana dio el primer paso para conquistarlo.