De las organizaciones populares «tiene que surgir un plan obrero y popular alternativo al ajuste del gobierno», sostiene el dirigente del Partido Socialismo y Libertad. «No se puede vivir con cinco dólares. En ninguna parte del mundo se puede vivir con cinco dólares de salario mínimo», reitera
Un libro con la pregunta en la portada «¿Por qué fracasó el chavismo?» forma parte de los objetos con los que Miguel Ángel Hernández llega a esta entrevista. Un pregrado en historia, un posgrado en ciencias sociales y más de 20 años como docente en la escuela de sociología de la Universidad Central de Venezuela (UCV) son una parte de Hernández; la otra, los zapatos gastados de caminar protesta tras protesta, de acompañar movilizaciones, de denunciar que con un salario mínimo de menos de cinco dólares no se puede comer.
«¿Por qué no se aumenta el salario? Es la pregunta clave. No se puede vivir con cinco dólares. En ninguna parte del mundo se puede vivir con cinco dólares de salario mínimo», argumenta Hernández, dirigente del Partido Socialismo y Libertad (trotskista). Un 70% de los trabajadores del país ganan entre uno y dos salarios mínimos, calcula, y vuelve a preguntarse: «¿Cómo se puede vivir con cinco, con seis, con 10 dólares en alguna parte del mundo, y sobre todo, en un país con una economía inflacionaria?».
¿Por qué no aumenta, entonces, el salario? ¿Es que el gobierno no sabe que con cinco dólares no se puede vivir? «El gobierno lo sabe. No puede ser que no lo sepa. Es plenamente consciente, pero está aplicando un ajuste brutal, un paquete de ajustes. No usamos el término neoliberal, sino capitalista». A escala global hay una caída de la tasa de ganancia, y no queda otra solución que aplicar las políticas de precarización del trabajo, privatización de empresas públicas «para tratar de descargar sobre los hombros del pueblo trabajador las consecuencias de la crisis, de la caída de la tasa de ganancias».
En Venezuela el gobierno comenzó a aplicar un ajuste, y le puso el nombre de «programa de recuperación, crecimiento y prosperidad económica, e instrumentó una medida leonina, que a nadie se le había ocurrido antes, ni a los adecos ni a los copeyanos, que fue el memorándum 2792 que acabó con las contrataciones colectivas, que acabó con el derecho a huelga porque los mecanismos que estaban establecidos para realizarlo desaparecieron». Al haber este mecanismo «las empresas privadas desconocieron los contratos, no se discutieron más contratos en la mayoría de las empresas privadas, se mantuvo un salario mínimo y comenzó la entrega de bonos a los trabajadores. Comenzó una bonificación salarial promovida por el gobierno y por el memorándum 2792. Eso, el gobierno lo está llevando a trabajadores públicos y privados».
Hernández analiza que el gobierno se puede echar para atrás, porque su propósito es controlar la inflación «y lo está logrando, ha mantenido la estabilidad cambiaria, lo que tiene una incidencia en la inflación, ha bajado la inflación». Pero ese ajuste está afincado «en la reducción del consumo, y por eso no se aumentan los salarios». El gobierno «está aplicando un ajuste para bajar la inflación, severo, brutal, en el cual el salario se mantiene muy bajo. Ya van 15 meses sin aumento de salario. ¿Qué hace el gobierno? Bonifica, sigue la misma tendencia de la empresa privada. Aumenta los bonos, no aumenta el salario».
Hay «un gran drama, porque la gente con bajos salarios no puede consumir», trata de frenar la inflación pero así «la economía no se recupera. ¿Cómo se va a recuperar, si la gente no puede ni comprar? ¿Qué piensa hacer después el gobierno? No lo sabemos. Lo que está haciendo hoy no es solo contra los trabajadores y las trabajadoras; es que se reduce el gasto social, y por eso no funcionan los servicios».
Esta situación solo favorece, afirma Hernández, «a quienes viven de la economía dolarizada, que son los únicos que se benefician de esta política del gobierno». Considera que también es buena «para los empresarios, que van reduciendo su pasivo laboral». De esta situación, asegura, «se beneficia la Venezuela de las grandes empresas, las trasnacionales, los grandes capitalistas y los sectores corruptos ligados al gobierno».
El gobierno «no aumenta el sueldo a los trabajadores, no recupera servicios públicos, pero está en disposición de acordar con ENI y Repsol la exportación de gas a Europa. No hay gas aquí, tenemos serios problemas de gas en todo el país desde hace años, pero sin embargo tenemos capacidad de acordar con esas trasnacionales el suministro de gas a Europa». También se ofrece la venta de electricidad aunque buena parte del país sufre por la falta del servicio.
-¿Es sostenible un paquete sin compensaciones?
-Nosotros vemos que no es sostenible, la gente no lo va a soportar, la gente no lo está soportando. Ya vimos las protestas desde el 9 de enero, que van a continuar, porque la situación no se ha resuelto. El conflicto quedó en una especie de limbo por el rol del gobierno de persecución a los docentes en las escuelas a través de los directivos y supervisores, y también por el rol nefasto de las direcciones burocráticas sindicales. Pero el conflicto sigue vivo. Hay conflicto en el sector petrolero. En ese sentido no puede ser sostenible, porque no da respuesta a los problemas fundamentales de la gente, y la gente tiene que salir a movilizarse porque es una situación insostenible.
Sin embargo no ha habido un alzamiento masivo, y lo atribuye a varias razones. Es «un gobierno profundamente autoritario, represivo, que usa mecanismos como la ley del odio para perseguir», sostiene. «Hay temor. Dentro de la empresa petrolera hay efectivos de las fuerzas de seguridad del Estado, civiles y uniformados, igual que en las empresas básicas. El conflicto sigue latente». En la historia contemporánea «no se ha conocido una crisis tan severa, una destrucción total de la economía, del nivel de vida de la gente, de los servicios». Suma «el rol de las burocracias sindicales», tanto la bolivariana como otras «que buscan ver cómo negocian, no movilizan, o movilizan de manera retaceada y no va al fondo».
Hernández pone el ejemplo de Francia, de las protestas masivas de trabajadores y otros sectores sociales. «Aspiramos a que eso sea la contención para el paquete».
-¿Serían movilizaciones para parar?
-Para frenar el paquete. Hay que derrotar el paquete, que el gobierno lo eche para atrás, y conseguir un aumento del salario mínimo por lo menos igual a la canasta básica. Esto es una pelea, no se va a conseguir de un día para otro. Es algo que está en la Constitución, que ni con Chávez ni con Maduro se cumplió, y es que uno de los parámetros para el salario es el costo de la canasta básica. Sabemos que en este país no se puede vivir con menos de lo que cuesta la canasta básica, que son 900 dólares por lo menos; y sabemos que esto tiene que indexarse, porque en una economía inflacionaria el salario debe correr igual que los precios, porque si no, la inflación se lo va a comer.
-Las movilizaciones no han logrado frenar. ¿Qué cree que ha faltado?
-Se han logrado victorias. Hay algunos triunfos. Lo que pasa es que no son triunfos rotundos, no se derrotó el paquete, no hay salario igual al costo de la canasta alimentaria, pero sí ha habido pequeñas victorias producto de la movilización.
-¿Cuáles?
-Hubo una victoria en un sector importante del país, que es el sector educativo. El gobierno tuvo que echar para atrás una medida que había adoptado, que era el pago fraccionado del bono vacacional. Las movilizaciones masivas lograron frenar. El gobierno rápidamente tuvo que «recoger la cabuya» porque se le estaba saliendo de las manos, y eso tuvo un impacto en la situación económica de mucha gente. Maestras y maestros tuvieron para comprar una nevera, para comprar comida o salir de sus casas. Resolver cosas muy concretas. Hubo cierta recuperación, hubo un impacto directo. Otra victoria relativa fue en el sector petrolero. La hija de un trabajador murió por falta de asistencia médica, en agosto, y eso obligó a la gerencia de Pdvsa a sentarse a hablar con los trabajadores después de varias movilizaciones. El gobierno tuvo que mejorar el servicio de salud de los trabajadores, el Sicoprosa. Eso no se mantuvo en el tiempo. Los trabajadores tienen que organizarse en comités de base para defender su contrato, para darles seguimiento a los acuerdos, para exigir que se cumplan.
-¿Comités de base solo para el sector petrolero?
-En general. No puedes ir a una lucha, te movilizas, sales por miles. Eso sirve para los universitarios, para el sector privado, para maestros, para cualquier sector. Te movilizas, logras que el gobierno se siente. Tiene que haber comités de base que acompañen incluso a los sindicatos. Los sindicatos tienen que asumir su responsabilidad, pero los trabajadores de base son los beneficiarios de las exigencias y deben organizarse para hacer seguimiento y movilizarse si no se está cumpliendo. Ese es un elemento que se perdió. Con Chávez y Maduro se han perdido tradiciones. No solo la burocracia sindical, sino que además los trabajadores de base perdieron tradiciones de lucha que se habían acumulado durante años. Lo vivimos con los docentes. La mayoría eran muy jóvenes, sin experiencia de lucha, y no tenían el acumulado de lucha, desconocían muchas cosas. Y el sector de los docentes tuvo una historia de lucha muy grande en este país.
Es en la movilización y la lucha «que van a surgir nuevos liderazgos, y que va a irse ganando un espacio para la construcción autónoma de organizaciones de lucha de los trabajadores».
-¿Qué negociar y qué no?
-Los trabajadores, los pueblos luchan para obligar a los responsables de las políticas públicas a que se sienten, a que den respuesta. Cuando te sientas es para negociar, sin que eso signifique bajar la guardia. Hay una lucha, y si hay una huelga hay que mantenerla, y hay que mantener la movilización en la calle para darle fuerza a esa negociación y tratar de llegar al mejor acuerdo. Si hay una avalancha de gente en la calle las posibilidades de lograr mejores reivindicaciones serán mayores. Siempre es con el objetivo de lograr algo. Nosotros somos socialistas, creemos que hay que ir a una sociedad socialista, que la lucha por reivindicaciones inmediatas es la base de un programa transicional para que lleguemos a una verdadera sociedad socialista, que no es esta. Sociedad con democracia popular, donde los trabajadores y las trabajadoras gobiernen. Luchamos no solo por la reivindicación inmediata sino que esa lucha es parte de un proceso hacia la construcción de una sociedad sin explotados ni explotadores.
-¿Se puede enamorar a la sociedad venezolana del socialismo?
-Hay que partir de las necesidades inmediatas.
-La gente asocia socialismo con deterioro de condiciones de vida.
-Por supuesto. Eso sucede. La izquierda tiene una gran responsabilidad de hacer un balance de estos veintitantos años, dos décadas largas de régimen chavista, para sacar las conclusiones correctas y no repetir los errores. Pero en lo inmediato lo fundamental es luchar por las reivindicaciones de la gente. Hay que partir de lo que gente necesita, salario, contrato colectivo, mejor nivel de vida, recuperar los servicios públicos. Las sanciones que aplica el imperialismo, nefastas, que rechazamos, que repudiamos y exigimos que sean derogadas, no son la causa original de la brutal crisis que vive el país. Lo que hicieron fue agravar una situación preexistente. En 2010 nuestros compañeros del sector petrolero, José Bodas y los dirigentes de la corriente sindical Ccura, hicieron un estudio pormenorizado de la situación operativa de la industria y de los reclamos laborales. En ese momento decíamos que la industria estaba por el suelo; imagínate cómo está hoy.
«La gente no sale a la calle a movilizarse por el socialismo, por el capitalismo. La gente sale a la calle a luchar por sus necesidades inmediatas, pero nosotros entendemos que ese es el punto de partida, porque nos interesa que la gente salga, cobre conciencia de su fuerza, y esa fuerza se puede potenciar si se triunfa», subraya. La victoria con el bono vacacional de 2022 «quedó en el acervo, en la memoria de movilización de los docentes, y quedó claro que si se lucha hay posibilidad de derrotar el paquete».
La elección de 2024 «es un momento importante», indica. «Tenemos claro que no vamos a participar en la primaria de la oposición patronal, son partidos con los que no tenemos ningún vínculo; al contrario, tenemos profundas diferencias, los adversamos. Adversamos al gobierno que se dice socialista y no lo es, y adversamos a los partidos de la oposición que se pretenden presentar como alternativa». Lo ideal, aunque no se ha avanzado en esa dirección es que «la izquierda pueda presentar una alternativa político-electoral».
Pero, por lo pronto, Hernández enfatiza que de las organizaciones populares «tiene que surgir un plan obrero y popular alternativo al ajuste del gobierno», que debería incluir salario igual a la canasta básica e indexado mensualmente, así como la constitución de un fondo social y económica «que salga de los recursos de los que más tienen». Es decir, «que los grandes capitalistas, las trasnacionales, los corruptos, paguen las consecuencias de la crisis» con medidas como un impuesto progresivo, eliminación de los contratos de empresas mixtas, repatriación de recursos del Estado en el exterior, levantamiento de las sanciones y recuperación de fondos de la corrupción.