Su jornada comenzó con una misa en la Parroquia Universitaria de la UCV -con microscopio y bata blanca en el altar y alimentos como ofrenda- y continuó con una protesta a los pies de la estatua de Rafael Rangel, cerca de la plaza Las Tres Gracias
Paquetes de azúcar, harina de maíz y otros alimentos formaron parte de la ofrenda que llevaron los gremios a la misa, celebrada este martes 25 de abril en la Parroquia Universitaria de la UCV, para celebrar -o conmemorar- el día del bioanalista.
En el altar había -como lo describió el dirigente gremial Orlando Arias- un microscopio, pipetas y otros elementos propios del trabajo de estos profesionales.
No faltó en el altar la ley de ejercicio que rige el trabajo de las y los bioanalistas, y que cumple 50 años.
A pesar de que las condiciones de trabajo se han endurecido, por falta de equipamiento y por los bajos salarios, en plena misa reivindicaron el rol de los bioanalistas en la salud pública.
Orlando Arias, dirigente gremial, recordó que la mayoría de los laboratorios de bioanálisis se encuentran en una situación precaria. «Tenemos la disposición, pero no tenemos las herramientas», argumentó.
Cuando terminó la misa y los asistentes se hicieron las fotos y los videos de rigor, los dirigentes gremiales salieron de la Parroquia Universitaria y caminaron una cuadra hasta la estatua del sabio Rafael Rangel, considerado el padre del bioanálisis en Venezuela. Allí, desplegaron una pancarta y denunciaron las condiciones en las que están trabajando.
Judith León, presidenta de la Federación de Colegios de Bioanalistas de Venezuela, explicó que el pasado 7 de abril enviaron una carta a varias instituciones públicas para ratificar las dificultades que afrontan los laboratorios de bioanálisis.
«Estamos exigiendo la recuperación de los servicios de bioanálisis», subrayó León. «En este momento podemos decir que 89,8% de los laboratorios están inoperativos, no pueden dar respuesta a las solicitudes que el médico tratante haga para orientar el diagnóstico».
Martha Herrera es bioanalista desde hace 30 años: «Trabajo en el sector público, en el sector privado y hago docencia. Aparte de mis necesidades personales y de mi familia tengo el compromiso con los pacientes y con Venezuela», destacó.
«Sigo luchando», aseveró Mercedes Pichardo, con casi 50 años como bioanalista. «Estoy jubilada y sigo luchando porque considero que el pueblo necesita una respuesta», afirmó a los pies de la estatua de Rangel. Pichardo comentó que su jubilación es de 242 bolívares. «No puedo vivir con eso. Sigo trabajando. Tuve 29 años en el Hospital Los Magallanes de Catia. Es otra cosa que le pedimos al gobierno: un sueldo justo, porque nos lo merecemos».
En Venezuela hay unos 10 mil bioanalistas registrados en sus organismos gremiales. Este trabajo de hormiguita en los laboratorios va perdiendo voluntades: casi 56% de los profesionales ha renunciado o ha emigrado, explicó Judith León. Eso «ha afectado todos los servicios y por eso tenemos los servicios de bioanálisis públicos mermados y sin bioanalistas».
Algunos vehículos que pasaron cerca de la estatua de Rangel tocaron sus bocinas como señal de apoyo. No es la primera vez que León las escucha, y seguramente tampoco será la última, porque la dirigente gremial recordó que siempre defenderán el diálogo y las negociaciones pero no dejarán de protestar en las calles.