Los trabajadores exigen un ingreso mínimo que permita cubrir, al menos, la canasta alimentaria (que llegó a 481 dólares en abril de 2022). El director del Cendas-FVM, Oscar Meza, considera que el Estado está en capacidad de pagar 500 dólares mensuales a sus trabajadores; otros sectores y analistas no opinan lo mismo
Dos palabras se repiten en cada una de las protestas que se registran en todo el país: salario mínimo. Son dos palabras detrás de las cuales hay una expectativa y una urgencia. «Venezuela se arregló», dicen voceros oficialistas y reiteran -no sin sorna- los analistas. ¿Es posible, entonces, pensar en un salario mínimo que permita adquirir lo básico para vivir?
La canasta alimentaria familiar, en el mes de abril, subió a 482 dólares, informó este jueves el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM). El salario mínimo no llega a 30 dólares. La brecha es obvia.
Los trabajadores activos, jubilados y pensionados que tomaron las calles durante todo el año 2022 exigen respeto por el artículo 91 de la Constitución. Es decir, que el ingreso sea igual al costo de la canasta básica (más de 900 dólares). Dirigentes del sector de pensionados como Luis Cano han insistido en que el piso de cualquier negociación deben ser 300 dólares, para -a partir de ese monto- iniciar un proceso de recuperación del salario.
El profesor Oscar Meza, director del Cendas-FVM, reiteró el jueves que el salario mínimo debería ser de 500 dólares o su equivalente en bolívares. Consultado por contrapunto.com sobre si el Estado puede honrar esta solicitud, responde: «Sí puede. La mayoría de los contratos colectivos en discusión apuntan a esa cifra. Y a partir de ese piso, se deberían reconstruir las escalas salariales». Se refiere al sector público, porque el privado paga como mínimo entre 70 y 80 dólares al mes. Por eso, señala que para elevar el ingreso en el sector privado «no habrá demasiados problemas».
Una de las denuncias contra el Estado venezolano interpuestas ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) es por la violación del convenio 131, el cual establece que siempre debe consultarse exhaustivamente a «las organizaciones representativas de empleadores y de trabajadores interesadas». Después del diálogo social instalado en Caracas en abril pasado con la mediación de la OIT, llegó el 1 de mayo sin el tradicional aumento salarial.
¿Puede elevarse el salario mínimo a 300, 400 o 500 dólares? El economista Benjamín Tripier sostiene que no, y señala que, aun cuando el Estado tiene hoy más recursos, no es suficiente como para llevar el ingreso al costo de la canasta alimentaria.
Durante un foro sobre el diálogo social convocado por el Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la UCAB, el presidente de Fedecámaras, Carlos Fernández, subrayó que el tema salarial no puede ser discutido en los términos tradicionales. «La profunda caída de la economía venezolana, la pérdida de competividad y la pérdida del poder adquisitivo del trabajador venezolano nos obligan a tener un enfoque más amplio, mucho más moderno. Por eso hemos centrado la discusión en cómo buscamos elevar el ingreso del trabajador», indicó.
Lo importante, en su opinión, es tratar de que el ingreso del trabajador «sea lo más alto posible, pero este no es un tema de voluntarismo, no es que se quiera o no se quiera. Todos quisieran ganar más, todos quisiéramos pagar más, pero está relacionado también con el incremento de la productividad de las empresas y de la economía, y eso implica compromiso de los trabajadores para ser más productivos, pero también de las empresas para ser más eficientes, lo que implica inversión, las mejores prácticas», enumera Fernández. Es «la eficiencia con la productividad lo que va a lograr un avance importante en el salario».
Palabras como hambre y miseria están presentes en el reclamo de la profesora Elsa Castillo, de la Coalición Sindical Nacional. «Es mucha el hambre, es mucha la miseria, y mucho el mal vivir al que los trabajadores venezolanos han sido sometidos», afirmó en el contexto de la rueda de prensa por el día internacional de la enfermera, el pasado 12 de mayo.
En las protestas de las organizaciones sindicales, además de las dos palabras -salario mínimo- se repite una consigna: los trabajadores no pagaremos la crisis. Con base en esta convicción, exigen que el próximo ajuste salarial les permita comer, y también, vivir.