«Estamos en presencia de un proceso político donde hay un conjunto de fuerzas que están administrando derrotas, están administrando fracasos», asevera el periodista y analista. El gobierno «ha sido derrotado por los adversarios reales» como la migración forzada y la emergencia humanitaria, y la oposición «es incluso peor: ha sido derrotada por sí misma», sostiene
Expresa que «ojalá cambien» los resultados de las elecciones del 21 de noviembre, pero afirma que «lo que podemos tener muy probablemente sea algo parecido al Apocalipsis Zombi». Es decir, «una película de terror donde sabes lo que va a pasar, sabes lo que va a ocurrir y no te puedes salir del cine, pero tienes que verla». Este es el retrato del 21 de noviembre que prefigura Jesús Chuo Torrealba, periodista, analista político y exsecretario general de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
«Estamos en presencia de un proceso político donde hay un conjunto de fuerzas que están administrando derrotas, están administrando fracasos», asevera en entrevista para el programa Con tres puntos, transmitido por la cuenta en Instagram de contrapunto.com.
Por un lado «el oficialismo está inventariando una supuesta victoria que es el resultado de la escasa votación, la escasa asistencia de los ciudadanos a la votación y de la inexplicable división de sus torpes adversarios. Dime tú si eso es una victoria», expone. Sus verdaderos adversarios, anota, son el éxodo, la emergencia humanitaria compleja, la hiperinflación.
Esta es, a su juicio, «una película de vaqueros sin héroes, una película de vaqueros con puros bandidos, una película de gladiadores donde no hay vencedores y vencidos: todos son derrotados». El gobierno «ha sido derrotado por loss adversarios reales» y la oposición «es incluso peor: ha sido derrotada por sí misma. Incluso, viene de vivir la victoria más grande de los últimos 20 años, en 2015, y luego se intoxica con su propia victoria, no sabe administrarla, no sabe gerenciarla, pasan seis años de error en error y hoy está en la situación en la que está».
Torrealba habla sobre los errores de todos y alude directamente a Nicolás Maduro: «Maduro, por ejemplo, tiene una manera muy cómica de reaccionar frente al error: dice que se radicaliza. Es decir, agarra el error y lo profundiza. Si la dolarización era un problema, hace una dolarización, pero salvaje».
-¿El apocalipsis es una victoria del oficialismo y una derrota de la oposición?
-No. Me refiero a una derrota del país, porque vamos a tener a un sector oficialista cantando victoria pírrica, una victoria que va a ser el resultado de la inasistencia a las urnas y de la división de sus torpes adversarios; y por el lado de la oposición, una doble derrota: los votos que saque el G4, ahora con el seudónimo de MUD, no son votos de ellos en realidad. ¿Cuántos votos sacaría el G4 si se parara frente al país y dijera «nosotros somos el G4, voten por mí. Nosotros somos la oposición Gedeón, nosotros somos el grupo Monómeros, voten por mí». ¿Cuántos votos sacaría?
-¿Cuántos sacaría?
-Pocos. ¿Qué es lo que terminan haciendo? Utilizando la tarjeta de la MUD, la tarjeta de una alianza que existió hace seis años y de una política distinta. Porque la política de la MUD, la política con la cual la MUD logró la victoria en 2015 era una política unitaria, democrática, constitucional, pacífica; completamente distinto a lo hecho en estos seis años.
¿Qué haría que el país ganara? Que el chavista de a pie, los opositores desencantados, los venezolanos entendamos «que este juego se agotó, que la idea del oficialismo de hace 21 años, del socialismo petrolero, del vamos a acabar con la empresa privada ya no existe. Ese país no existe». Del otro lado «se agotó la idea de hacer oposición, no con estrategia, sino con nostalgia; la idea de creer que esto que está ocurriendo es un paréntesis y que en cualquier momento se va a producir el retorno al país pre-1998. Eso se agotó».
En Venezuela «están pasando cosas importantes», refiere. «Hay un sector del país que está resolviendo su sobrevivencia de manera distinta a como se la imagina el gobierno. En este momento en Venezuela no hay clases sociales: no hay clase alta, clase media, clase trabajadora. En Venezuela hay un reducido grupo de gente que tiene acceso al dólar y una inmensa mayoría de sobrevivientes».
Los sobrevivientes «nos dividimos en tres grupos», describe: Un grupo depende «de los mecanismos de control político y extorsión económica del Estado», entre gente «de cuello blanco que utiliza sus empresas para el lavado de dinero y para operaciones de muy turbia naturaleza» y gente como el empleado público que recibe un sueldito «y en realidad vive de hacer tigritos y siempre pendiente de cuando le caigan los bonos». Hay «un reducido grupo de personas que, para sobrevivir, se han visto forzadas a estar vinculadas con los circuitos de sobrevivencia asociados con el delito». Y en el medio de ambos «hay un tercer país, un país que se resiste a ser víctima», que está empeñado en convertir la crisis en oportunidad».
Ese tercer país «es profundamente incómodo, porque al gobierno le interesan los pobres en tanto que rehenes, y a sectores de la oposición le interesan los pobres en tanto que víctimas para su propaganda», fustiga Torrealba. Pero «hay un sector del país que no quiere ser rehén ni víctima, que quiere ser ciudadano, que quiere ser emprendedor». No hay tiempo, antes del 21 de noviembre, «para que esto se exprese electoralmente, no hay una oferta para ese sector».
-¿Cómo se construye la oferta para ese sector?
-Haciendo política.
Cita, entre otros dirigentes, a Laidy Gómez, que trata «de liderar la angustia de la gente, la necesidad de la gente y la esperanza de la gente»; a Américo De Grazia, a Antonio Ecarri «que está haciendo un intento por hacer política en Caracas». También considera que hay un proceso interesante dentro del oficalismo: «La transición arrancó, hay gente haciendo cosas», como Fedecámaras, la Conferencia Episcopal Venezolana. La CEV «está enfrentada al proyecto autoritario, pero también tiene una crítica cada vez más dura frente al accionar opositor convencional». Destaca el esfuerzo del Foro Cívico, que no depende de estructuras partidistas.
Después del 21 de noviembre, evalúa Torrealba, «la sociedad tiene que seguir autonomizándose, la sociedad tiene que seguir exigiendo, presionando, reclamando». Por otro lado «tiene que producirse un deshielo en los sectores políticos», y los actores políticos deben «conformar una oferta distinta para un país que hoy es distinto». Venezuela no es la de 1998, pero tampoco la de 2014, contrasta.
Estos factores de la oposición «deben seguir evolucionando y deben comprometerse firmemente con la ruta electoral», plantea. «En el oficialismo hay una transición», una nueva realidad, afirma.
«Ojalá todos esos actores entiendan que tenemos un solo país, el cuento de que te voy a desaparecer a ti o tú me vas a desaparecer a mí es mentira; el cuento de Chávez de ‘te voy a volver polvo cósmico’ ya se sabe que es mentira. Tenemos un solo país y tenemos que trabajar en función de construir una Venezuela que sea productiva en lo económico, con una economía abierta; socialmente responsable e inclusiva y que, en lo político, tenga un juego democrático abierto con garantías para todos los actores».
Torrealba no ve un revocatorio en camino «porque aquí no va a haber ninguna elección que comprometa de verdad la cabeza del Estado hasta tanto no haya un acuerdo de garantías plenas para todos los actores. Aquí no va a haber una elección realmente competitiva hasta tanto no haya un acuerdo para todos los actores antes, durante y después de esa elección. ¿Hay tiempo para eso? No pareciera. Yo creo que, de cara al 2024, queda muy poco tiempo para hacer todo lo que hay que hacer».
-¿El escenario es México?
-Creo que hay que ver si después del Apocalipsis Zombi México sigue vigente. Hay que ver si después de lo que pase el 21 México sigue vigente como escenario, porque el espectáculo que está dando la oposición lo está dando, además, en presencia del mundo. Dijeron «venga acá la Unión Europea, venga el Centro Carter, venga la ONU» para demostrar que no son capaces ni siquiera de renunciar un candidato y que sea más o menos eficiente. Acuerdos mínimos, funcionales, hay un nivel de torpeza, de falta de oficio que no pareciera serio. El gobierno puede utilizar esto como ejemplo para después decir, el día 22, «ya vieron esto».
-¿Y si no es México?
-Pueden tratar de obtener interlocución directa con la administración Biden. Creo que eso pudiera estar planteado, desafortunadamente. Pero es la realidad. Si la oposición como actor ha demostrado que no es ni siquiera capaz de resolver acuerdos mínimos, si han demostrado que no son capaces de manejar su propia gobernanza interna, ¿cómo van a pretender negociar la gobernanza del país en un escenario internacional? Eso lo lamento, pero creo que, más que lamentarlo, hay que asumir las realidades para transformarlas.