Sin agua, sin electricidad, con un internet que trabaja a paso de morrocoy… En Venezuela hay un calvario en el que no faltan la hiperinflación y el desempleo. La profesora Luisa Pernalete hace un recuento de las cruces, pero recuerda que la Semana Santa termina en el Domingo de Resurrección
Sin agua constante, sin electricidad permanente, en hiperinflación, con pandemia… El camino de la cruz tiene múltiples rostros en Venezuela y cada quien le puede agregar una estación. Así lo hizo -a propósito de la Semana Santa- la profesora Luisa Pernalete en su blog https://parahacerlaspaces.blogspot.com/2021/03/via-crucis-del-venezolano-en-pandemia.html.
Formalmente son 14 las estaciones del viacrucis. Pernalete afirma -en conversación telefónica con Contrapunto.com- que seguramente son muchas más de las que ella registra en su artículo.
La primera estación es la escasez de agua. «Lo del agua es terrible», resalta. Monitor Ciudad presentó un estudio -entre marzo de 2020 y marzo de 2021- según el cual los caraqueños reciben menos de 50 horas a la semana, en promedio. Jesús Armas, director de Monitor Ciudad, señala que Caracas tiene el agua más cara del planeta, porque las familias deben comprar botellones o camiones cisterna.
La segunda es la falta de electricidad. «No se puede concebir una casa y un trabajo sin electricidad. Esta es una cruz muy pesada» que afecta, incluso, a niñas y niños que no tienen clases presenciales. La presidenta del Comité de Afectados por los Apagones, Aixa López, reporta más de 24 mil fallas en el servicio hasta la primera semana de marzo de este año.
La tercera, de acuerdo con Pernalete, es la crisis de la gasolina. «Es un país petrolero, sin combustible», enfatiza. La falta de diésel, además, «se ha vuelto una cruz muy pesada, terrible para la vida del aparato productivo».
https://contrapunto.com/homecsm/post.php?post=318489&action=edit
La cuarta es el estado del internet. «Es un internet lento e intermitente», recuerda la docente, que afecta el teletrabajo y la teleducación. «En un país donde no hay prensa, sin internet nos quedamos incomunicados y sin posibilidad de hacer muchas cosas. En este año de pandemia el internet es un servicio público muy necesario». «Venezuela cuenta con la velocidad más baja de internet con 7,48 MBps, la segunda más baja en el mundo», registra el informe más reciente (febrero de 2021) del Observatorio de Gasto Público de Cedice. Un 71% de la población afirma que el servicio es intermitente, 27% anota entre dos y cinco fallas al día.
https://cedice.org.ve/observatoriogp/wp-content/uploads/2021/03/FEB2021_Informe_SP_V0F.pdf
La quinta estación es la hiperinflación. «Llevamos años con la inflación más alta de América Latina; eso pulveriza cualquier ingreso», explica Pernalete. El país está en el punto en el cual «pedir aumento de salario no tiene sentido, porque la hiperinflación se lo come todo».
La sexta es el desempleo, que afecta a todo el mundo pero «es mucho peor en Venezuela, donde ya estaba estropeado el aparato productivo». Datos oficiales -suministrados por Nicolás Maduro el 13 de enero- indican que el desempleo fue de 8,8% durante 2020 y que hubo «una reducción del trabajo formal del 59,3 por ciento al 56,1 por ciento, y (un crecimiento) del trabajo informal del 40,7 por ciento al 43,9 por ciento», recogió Deutsche Welle.
https://www.dw.com/es/nicol%C3%A1s-maduro-admite-que-el-desempleo-y-la-pobreza-crecieron/a-56208604.
La séptima estación es la migración. Más de 5 millones de migrantes venezolanos reconoce Acnur. «Todo el mundo tiene a alguien cercano» y esto es muy impactante «en un país en el que la familia siempre ha sido algo muy importante».
La octava son los operativos policiales. Más de 2.800 personas fueron ejecutadas extrajudicialmente en 2020, denunció el Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea).
La novena es la COVID-19. «Todo el mundo tiene a alguien cercano contagiado» o fallecido, en un sistema de salud muy débil. Esto se vuelve una cruz, sentencia.
Sin embargo, Luisa Pernalete hace énfasis en que hay mucha gente buena que ayuda a otros a llevar estas cruces: «Iniciativas de gente solidaria», ollas comunes, arepas; maestros que hacen malabares para seguir dando clases y sobrevivir. Ella se la pasa «pescando las velitas en medio del apagón» porque «veo Cirineos ayudando a cargar las cruces a otros, veo signos de resurrección». Son muchas cruces, admite, pero de la gente buena que se junta se sacan las fuerzas. «Nosotros nos hemos vuelto plan A, plan B, plan C», hoy «vamos creciendo en resiliencia».
Además, «la Semana Santa no termina el Viernes Santo con la muerte de Jesús, sino el domingo de resurrección», rememora. «Hay signos de resurrección. Nos va a costar reconstruir, no digo que sea fácil, pero hay mucha gente haciendo cosas buenas. En Semana Santa hay que ver el drama, el dolor, pero ver también los signos de resurrección». Es el suyo un mensaje de esperanza.