Iván Acosta, señaló la movilización y migración del talento venezolano que la protagonizan universitarios, profesionales, técnicos y oficios
Personal sanitario, docentes, técnicos o informáticos son algunos de los profesionales cualificados que escasean en Venezuela. La fuga de talentos es un hecho ante el creciente deterioro de la calidad de vida y de la imposibilidad de labrarse un futuro con unas condiciones aceptables y un salario digno.
La situación es consecuencia de la severa crisis económica y social que atraviesa la nación petrolera desde hace más de un lustro, y que se traduce en el cierre estimado de casi 400.000 empresas en más de 20 años, el estancamiento de áreas profesionales, la destrucción del poder adquisitivo y la emigración de 5,4 millones de venezolanos.
No hay cifras precisas del fenómeno, pero sí denuncias desde distintos ámbitos básicos como el de la educación y la salud, o el de la industria petrolera, principal fuente de ingresos del país caribeño.
El impacto para las empresas
El director de la empresa líder en gestión de talento humano en Venezuela, PGA Group, Iván Acosta, señaló a EFE que todos estos «estímulos» han contribuido a la movilización y migración del talento venezolano en el que se cuentan universitarios, profesionales, técnicos y oficios.
«Venezuela ha perdido algo que es fundamental en el mundo del desarrollo empresarial y profesional: el futuro. Es decir, en Venezuela, para una empresa prometer futuro, porvenir, progreso a una persona como individuo, cada vez, tiene menos elementos para poder garantizar un mediano, corto, largo plazo», sostuvo Acosta.
Explicó que el «futuro» es una variable que «determina de manera significativa la permanencia de las personas en el país» y, por lo tanto, en una empresa u organización que, a su vez, en el caso de Venezuela, debe lidiar con la recesión económica o la seguridad jurídica.
Según señaló, bajo este escenario, las empresas se dieron cuenta de que tenían que crear «incentivos de permanencia», buscar mejores maneras de pago, mejores condiciones de trabajo «y algunos mecanismos de flexibilidad» porque «definitivamente iban a perder talentos indispensables en su proceso productivo».
Como ejemplo para explicar esta situación, expuso que, actualmente, hay gerentes en ejercicio sin experiencia manejando grandes áreas administrativas, o lo complicado que puede resultar conseguir un contador que sepa manejar el software de gestión SAP y que, al mismo tiempo, tenga el dominio del idioma inglés.
La empresa puede pasar un año en la búsqueda, lo que «explica por qué empiezas a degradar los requisitos» para contratar al personal, indicó.
Hay empresas que, incluso, están tomando en consideración contratar a personas que no han terminado sus estudios, pero que tienen una noción básica del área en búsqueda.
«Entonces empieza a (…) trabajar con lo que tienes, con lo que puedas y eso definitivamente influye en la productividad (del país)», apuntó.
Según PGA Group, en Venezuela el nivel de desempleo ronda el 35 %, aunque el presidente venezolano, Nicolás Maduro, dijo recientemente que la tasa era de 8,8 %.
Acosta calcula que, al menos, la mitad de los venezolanos que han emigrado son profesionales calificados con el dominio de varios idiomas y especializaciones que al día de hoy demanda el país.
El industriólogo, que no duda en afirmar que en Venezuela hay una fuga de talento, no ve claro si el personal calificado perdido podrá recuperarse «en el corto, mediano o largo plazo».
¿Circulación de talento?
Pero el sociólogo venezolano Tomás Páez, especializado en el estudio de la diáspora, niega que en el país haya una fuga de cerebros y, por el contrario, sostiene que lo que existe es una circulación de talento.
«El principio fundamental de la diáspora es que circulan», comenta a EFE tras explicar que la ausencia de personal es producto de la «destrucción» del país por el modelo económico y político aplicado por el Gobierno.
Páez, coordinador del Observatorio de la Diáspora Venezolana, sostiene que lo que se observa es producto de más de 22 años en los que el Gobierno se dedicó a ganar adeptos más que a educar a las nuevas generaciones.
«Venezuela ha sufrido una involución», dice Páez que ha realizado un estudio sobre la diáspora venezolana que cifra en 6.200.000 personas ubicadas en 300 ciudades de 90 países y que, asegura, muchas de ellas han manifestado que para poder regresar a su país varias condiciones sociales, económicas y políticas tendrían que cambiar.
Aún así, el sociólogo sostiene que más allá de la falta de personal capacitado, los efectos de la emigración venezolana son buenos en el corto, mediano y largo plazo, pues actualmente en términos económicos constituyen una fuente de ingresos a través del envío de remesas a familiares.
Pero las remesas no son suficientes. La economía en 2020 continuó en deceso hasta caer un 30 % en 2020, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y en medio de la recesión las oportunidades de crecimiento se ven cada vez más reducidas y los venezolanos continúan saliendo en masa de su país.
Con información de EFE