La notificación de una neumonía viral, el último día de 2019, desató las alarmas de la Organización Mundial de la Salud
Notificado por primera vez en Wuhan (China) el 31 de diciembre de 2019, el coronavirus SARS-CoV-2 se convirtió en el gran protagonista de 2020. Llamado despectivamente «el virus chino», este agente infeccioso encerró al mundo y todavía sigue causando estragos.
La Organización Mundial de la Salud llamó COVID-19 a la enfermedad causada por este coronavirus.
«La COVID‑19 es la enfermedad infecciosa causada por el coronavirus que se ha descubierto más recientemente. Tanto este nuevo virus como la enfermedad que provoca eran desconocidos antes de que estallara el brote en Wuhan (China) en diciembre de 2019», recuerda la OMS.
Según cifras oficiales se han enfermado 80 millones de personas y han fallecido 1,7 millones. El mundo entró en cuarentena.
La mayoría de las personas (alrededor del 80%) «se recuperan de la enfermedad sin necesidad de tratamiento hospitalario. Alrededor de 1 de cada 5 personas que contraen la COVID‑19 acaba presentando un cuadro grave y experimenta dificultades para respirar», sostiene la OMS.
Personas con enfermedades crónicas (hipertensión arterial, diabetes, cáncer) tienen más probabilidades de complicarse. Pero, como lo expone la organización, «cualquier persona puede contraer la COVID‑19 y caer gravemente enferma».
El origen de la enfermedad sigue siendo objeto de especulaciones y versiones variadas. Se culpó a la sopa de murciélago, se afirmó que es un virus creado en laboratorio, se lo asoció con una supuesta campaña mundial para China ganar control sobre el mundo… Investigadores aseguran que, de haber sido creado, se vería en el genoma del virus. Por lo pronto, una comisión de investigación de la OMS rastreará su origen en China a partir de enero de 2021.






