«¿Alguien ha medido la efectividad de la semana que los comercios están cerrados? ¿Los casos de COVID-19 bajan cuando los comercios están cerrados?», pregunta Felipe Capozzolo, presidente de Consecomercio
Con casi siete meses de cuarentena a cuestas Venezuela se encuentra ahogada no solo por la epidemia, sino por el cierre de actividades productivas.
Las autoridades aseguran que el confinamiento, con base en el esquema de 7+7 (siete días de encierro y siete días de actividad), busca controlar la transmisión del coronavirus. Pero, ¿realmente lo logra?
«Ya llevamos seis meses de pandemia y el comportamiento de los casos en Venezuela obedece a una distribución normal. ¿Alguien ha medido la efectividad de la semana que los comercios están cerrados? ¿Los casos de COVID-19 bajan cuando los comercios están cerrados? Lo que nosotros vemos es el comportamiento de una curva estadística que sigue su curso. Nosotros no encontramos evidencia entre comercios cerrados y casos de COVID-19», señaló el presidente de Consecomercio, Felipe Capozzolo.
También hay algo claro: los comercios formales cumplen con la toma de temperatura y la colocación de gel o alcohol en las manos de los usuarios. El comercio informal, que subsiste a duras penas en la crisis, no garantiza estas medidas.
Un 40% del comercio establecido reporta afectación severa debido a la cuarentena, según indicó Capozzolo en la más reciente rueda de prensa de Consecomercio.
El esquema 7+7, aseveró, «es muy difícil de adaptar al espacio productivo venezolano, Muy complicado para las industrias, muy complicado también para el comercio».
Hay industrias que, por su naturaleza, «no pueden prender y apagar procesos a voluntad cada siete días. En el caso del comercio tener una actividad intermitente no permite cubrir los costos. Bien valdría la pena la adaptabilidad y la transformación de este sistema», planteó Capozzolo.
La solicitud de una flexibilización amplia y permanente ha sido el común denominador de sectores comerciales, empresariales y productivos en general.